El cambio climático tiñe de naranja los ríos de Alaska y amenaza el ecosistema acuático

El fenómeno ha sido atribuido al deshielo del permafrost, que libera minerales como hierro, zinc, níquel, cobre y cadmio, y su interacción con agua y oxígeno da lugar a discoloraciones ácidas

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Investigaciones recientes vinculan el cambio
Investigaciones recientes vinculan el cambio climático con la coloración naranja en ríos de Alaska (Josh Koch/Estudio Geológico de los Estados Unidos)

Investigaciones recientes apuntan al cambio climático como la causa detrás de la sorprendente coloración naranja que está afectando a ríos y arroyos en Alaska. Esta alteración, observada principalmente en tierras federales como los parques nacionales Gates of the Arctic y Kobuk Valley, podría poner en peligro tanto el suministro de agua potable como las pesquerías locales.

De acuerdo con CBS News, el fenómeno ha sido atribuido al deshielo del permafrost, el cual libera minerales en el agua clara. Según un estudio publicado en la revista Nature Earth and Environment, estos minerales incluyen hierro, zinc, níquel, cobre y cadmio, que al interactuar con el agua y el oxígeno generan discoloraciones ácidas.

Jon O’Donnell, ecólogo del National Park Service Arctic Inventory and Monitoring Network, advierte que “esos arroyos naranjas pueden ser problemáticos tanto por ser tóxicos como por evitar la migración de peces hacia áreas de desove”.

El deshielo del permafrost libera
El deshielo del permafrost libera minerales que tiñen el agua de naranja (NPS/Jon O'donnel)

El Ártico, según divulgó The Guardian, es la región que está experimentando el calentamiento más rápido del planeta, y a medida que el suelo congelado bajo la superficie se derrite, los minerales que antes estaban sellados en el suelo ahora se filtran en las vías fluviales. Es el hierro el responsable del color anaranjado visible incluso desde imágenes satelitales.

Brett Poulin, autor del estudio y profesor asistente de toxicología ambiental en la Universidad de California Davis, señaló: “Es un impacto imprevisto del cambio climático que estamos viendo en algunos de los ríos más prístinos de nuestro país”. El proceso conocido como meteorización, resultado del descongelamiento del permafrost, expone minerales al oxígeno, lo que aumenta la acidez del agua y disuelve metales.

El estudio también advierte de la potencial degradación del agua potable y el riesgo para las pesquerías en el Ártico. Cuando los ríos que contienen estos minerales naranjas se mezclan con otros, “pueden hacer que los metales sean aún más potentes en su impacto sobre la salud acuática”, destacó Poulin.

El caso más alarmante se registró dentro del Parque Nacional del Valle de Kobuk. En solo un año, un afluente del río Akillik perdió completamente dos especies de peces locales: el dolly varden y el slimy sculpin.

La migración de peces hacia
La migración de peces hacia áreas de desove se ve alterada por aguas contaminadas (Lian Law/Servicio de Parques Nacionales de EE.UU./REUTERS)

“Nuestros datos sugieren que cuando el río se volvió naranja, vimos una disminución significativa en macroinvertebrados y biofilm en el fondo del arroyo, que es esencialmente la base de la cadena alimentaria,” detalló Poulin. “Esto podría estar cambiando los lugares donde los peces pueden vivir”.

Los investigadores de la Universidad de California Davis, junto con el Servicio de Parques Nacionales y el Servicio Geológico de Estados Unidos, “están tratando de comprender mejor las implicaciones a largo plazo de los cambios en la química del agua” en las áreas con permafrost continuo, que incluyen regiones árticas como Alaska, Canadá, Rusia y partes de Escandinavia.

“Es un área que se está calentando al menos dos a tres veces más rápido que el resto del planeta”, afirmó Scott Zolkos, científico ártico del Woodwell Climate Research Center, quien no participó en el estudio.

Para asegurar que las comunidades locales reciban información precisa sobre este fenómeno en desarrollo, los investigadores están colaborando estrechamente con enlaces tribales en Alaska. La información y los datos recogidos hasta ahora subrayan la importancia de seguir monitorizando estos cambios y estudiar sus impactos no solo locales, sino también a nivel global.

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