Ana Montes, una de las espías más notorias en la historia de Estados Unidos, operó sin ser detectada durante 17 años mientras trabajaba para la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), informó CBS News. Su caso es un ejemplo destacado de la infiltración de agentes extranjeros en el gobierno estadounidense con la intención de sustraer secretos y beneficiar a países enemigos.
La mujer, una analista senior que se especializaba en América Latina, comenzó a espiar para el régimen cubano en la década de los 80. Durante su tiempo en la DIA, entregó una cantidad incalculable de información clasificada a la inteligencia cubana. Según el reportaje de 60 Minutes, entre los diversos documentos que proporcionó se incluían detalles sobre las operaciones militares estadounidenses y la identidad de varios informantes.
El FBI comenzó a vigilar a Montes en 2000, sospechando de sus actividades. La vigilancia incluyó un año completo de seguimiento antes de su arresto en 2001.
“El FBI sabía que teníamos que actuar de manera decisiva y precisa”, recordó el agente Stephen Lapp, quien dirigió la operación contra Montes. Finalmente, fue arrestada y se declaró culpable de espionaje, evitando así una cadena perpetua a cambio de colaborar con los investigadores.
“Siento que lo que hice fue moralmente correcto. Que fui fiel a los principios que eran correctos”, dijo Montes a los investigadores del FBI, según la transcripción desclasificada y revelada por 60 Minutes.
Montes fue sentenciada a 20 años de prisión federal y fue liberada en enero de 2023. Actualmente, reside en Puerto Rico, donde ha sido recibida por algunos como una heroína. A través de su abogado, se ha negado a dar entrevistas y no ha expresado públicamente remordimiento por sus actos.
Un caso similar es el de Víctor Manuel Rocha, un ex embajador que espiaba para el régimen cubano. Rocha fue capturado después de reunirse con un agente encubierto del FBI que se hizo pasar por un oficial de inteligencia cubano. Durante las reuniones grabadas en Miami en 2022, el hombre se jactó de haber cometido espionaje por décadas, memorizando los secretos que robaba. “Describía a Estados Unidos como ‘el enemigo’”, reportó el fiscal general estadounidense Merrick Garland.
Rocha fue arrestado en diciembre del año pasado y se declaró culpable en febrero de actuar como agente del gobierno cubano. Actualmente, está cooperando con los investigadores mientras cumple una sentencia de 15 años de prisión.
“El alcance del daño que Montes y Rocha provocaron es extremadamente significativo”, afirmó Lapp. “Ella estaba dispuesta a proporcionar cualquier tipo de inteligencia a Cuba, incluso si causaba la muerte de hombres y mujeres en operaciones militares de Estados Unidos”. Montes llegó a afirmar que habría dado información sobre operaciones en Afganistán después del 11 de septiembre de 2001 si los cubanos se lo hubieran pedido.
A pesar de la detención y cooperación de Rocha, y de la condena y liberación de Montes, las agencias de inteligencia estadounidenses siguen en alerta. “No hay duda de que los cubanos y otros, como los rusos, todavía están infiltrando nuestro gobierno con individuos que son leales a ellos y no a nosotros”, advirtió Lapp.
Las actividades de agentes como Montes y Rocha representan un grave peligro, pero también revelaron la capacidad de las agencias de inteligencia estadounidenses para detectar y neutralizar amenazas de espionaje extranjeras.