Los avances en tecnología de conducción autónoma enfrentan desafíos significativos conforme fabricantes de automóviles y expertos buscan superar las limitaciones actuales del software, principalmente la incapacidad de reaccionar de manera eficaz frente a situaciones imprevistas en la carretera. Un caso que pone en evidencia esta problemática es el accidente ocurrido a principios de este año, donde un SUV Ford Mustang Mach-E con la función BlueCruise activada chocó contra una Honda CR-V en Texas, resultando en la muerte del conductor del segundo vehículo.
Este incidente ha impulsado a la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) a investigar el papel de la tecnología autónoma en el suceso, según informó CBS MoneyWatch.
Este no es el primer escrutinio de la NHTSA hacia la conducción autónoma. Anteriormente, la administración ya había investigado otros incidentes involucrando tanto a General Motors Cruise como a las funciones de piloto automático de Tesla, destacando un patrón de preocupación sobre la seguridad de estas tecnologías emergentes.
Robert Sumwalt, analista de seguridad en el transporte de CBS News y ex presidente de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, comparó la situación actual de la tecnología de autos autónomos con el intento de enviar un cohete a la luna en 1910, reflejando la complejidad y los desafíos que aún se deben superar.
La mayoría de los vehículos en el mercado actual cuentan con sistemas de Nivel 2, los cuales, pese a su capacidad para manejar ciertas tareas de conducción, todavía requieren una supervisión humana constante. Entre los fabricantes que apuestan por avanzar en esta tecnología se encuentra Ford, que a través de su división interna Latitude AI, está trabajando en sistemas de Nivel 3 que prometen mayor autonomía y seguridad en un amplio rango de condiciones de conducción.
La carrera por alcanzar el Santo Grial de la autonomía es ardua, y como explicó Jonathan Elfalan, director de pruebas de vehículos de Edmunds, lograr ser el primero en alcanzar esta meta no solo significaría obtener una considerable atención mediática, sino también potenciales beneficios económicos.
Sin embargo, aumentar la autonomía de los vehículos implica confrontar desafíos significativos, como aseguró K. Venkatesh Prasad, vicepresidente senior de investigación del Centro de Investigación Automotriz, quienes además de lidiar con otros conductores, deben navegar entre peatones, usuarios de scooters, patinetas y bicicletas en entornos de tráfico real.
A pesar de los riesgos asociados con las pruebas en entornos reales, incluidos accidentes y posibles litigios, los expertos como Sumwalt sugieren que estas pruebas son cruciales para el avance de estas tecnologías. “Es un problema si alguien se detiene en medio de una carretera o si un ciervo se escapa en medio”, comentó Sean Tucker, editor senior de Kelley Blue Book y Autotrader, destacando uno de los tantos escenarios impredecibles que la tecnología actual aún no logra manejar de manera satisfactoria.
Con la mirada puesta en el futuro, las investigaciones continúan no solo para mejorar la capacidad de respuesta del software frente a situaciones inesperadas, sino también para explorar cómo estos avances pueden transformar la experiencia de conducción y la seguridad vial. Los vehículos de Nivel 3 prometen un cambio significativo, liberando a los conductores de tareas rutinarias y potencialmente peligrosas como el tráfico denso o los largos viajes por carretera, donde el aburrimiento o el cansancio pueden provocar accidentes.