El aceite de oliva, denominado a menudo como “oro líquido”, ha visto cómo sus precios escalaban a máximos históricos recientemente, impactando tanto a consumidores como a expertos de la industria. Este fenómeno, que ha generado un aumento en los delitos relacionados y ha sumido al sector en una crisis, viene acompañado de una serie de factores complejos y consecuencias significativas para el mercado global, según reportó CNBC.
Kyle Holland, analista del grupo de investigación de mercado Mintec, señaló que el clima extremo impulsado por el cambio climático ha “impactado significativamente” la producción de aceite de oliva en el sur de Europa, especialmente en países mediterráneos como España, Italia y Grecia. España, que representa más del 40% de la producción mundial, ha visto una notable disminución en su producción, pasando de esperar entre 1.3 millones a 1.5 millones de toneladas métricas por cosecha, a cultivar solo alrededor de 666,000 toneladas métricas para la campaña 2022/2023.
La volatilidad reciente en los precios ha sido como nada que Vito Martielli, analista senior de granos y oleaginosas en Rabobank con sede en los Países Bajos, haya visto en sus más de 20 años de estudio del sector.
“Esto no es normal”, comentó a CNBC Martielli. Esta volatilidad y el aumento de precios han llevado a los supermercados en España a reportar el aceite de oliva como el artículo más robado, destacando el aumento de bandas criminales que apuntan a este esencial producto para su reventa en el mercado negro.
Detrás de este aumento de precios récord se encuentra el duro impacto del cambio climático. Helena Bennett, jefa de políticas climáticas en Green Alliance UK, atribuye de manera inequívoca el pico en los precios del aceite de oliva al cambio climático, señalando la reducción a la mitad de la producción de España debido a la sequía y el calor extremo.
“El mayor exportador mundial de aceite de oliva, España, ha reducido su producción a la mitad... aumentando su precio 112% desde 2022″, señaló Bennett en la plataforma social X. Este panorama llama a una reflexión urgente sobre la vulnerabilidad del sector agrícola frente a los desafíos del clima y las acciones necesarias para mitigar estos impactos.
La situación de crisis actual en el mercado del aceite de oliva no solo destaca la fragilidad de una industria ante las inclemencias climáticas y la variabilidad en la producción, sino que también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad y el futuro de este preciado líquido en nuestras dietas.
Mientras los precios comienzan a mostrar una leve tendencia a la baja gracias a las recientes lluvias y un leve aumento en las estimaciones de producción, la preocupación permanece acerca de cómo las reservas decrecientes de aceite de oliva podrían mantener los mercados en vilo frente a posibles picos de precio en los próximos meses.
Este escenario plantea la necesidad de estrategias adaptativas y preventivas no solo a nivel de los productores, sino también de los consumidores y la política global en torno a la agricultura y el cambio climático.
La reconexión con prácticas agrícolas sostenibles y la inversión en técnicas de producción resilientes a los desafíos del clima podrían ser clave para prevenir futuras crisis en el mercado del aceite de oliva y asegurar la disponibilidad de este pilar de la dieta mediterránea.