Tom Selleck, icono de la televisión estadounidense, ha marcado el final de una era con la conclusión de la aclamada serie “Blue Bloods”, después de 14 temporadas y 293 episodios. Este hecho representa un hecho significativo, no solo en la carrera de Selleck, sino también en la historia de la televisión, marcando el cierre de una serie que ha contribuido a definir la narrativa de las familias estadounidenses involucradas en la ley y el orden. Este desenlace llegó pese a que la serie era el séptimo programa más visto en la televisión abierta, con alrededor de 5 millones de espectadores sintonizando cada viernes por la noche, según los datos de audiencia recientes.
A sus 79 años, Selleck ha experimentado una carrera diversa y exitosa, que abarca desde roles emblemáticos en series como “Magnum, P.I.” y apariciones en “Friends”, hasta su reciente participación en “Blue Bloods”. Su carrera ha estado marcada por interpretaciones que encarnan una masculinidad compleja y multifacética, construyendo su legado ladrillo a ladrillo o, como él mismo dice, roble por roble, reflejando su amor por la naturaleza y el cuidado de su rancho de 26 hectáreas, una vez propiedad de Dean Martin.
Selleck no solo ha brillado en pantalla por su talento actoral, sino también por sus convicciones personales, incluyendo su aproximación meditada a la fama y la privacidad. En un mundo dominado por los titulares y la presión mediática, Selleck ha mantenido una distancia cautelosa con los reflectores, buscando un equilibrio entre su vida pública y privada. “Entonces, la pregunta es, ¿qué puedes considerar sagrado?”, reflexiona sobre el costo de la fama. Esta introspección lo ha llevado a valorar los aspectos más íntimos de su vida, lejos de la mirada pública, un rasgo que contrasta con la naturaleza a menudo invasiva de la fama.
Además de su carrera en la televisión, Selleck ha explorado diversas facetas de su personalidad y pasiones a través de su trabajo en el rancho, donde se dedica a actividades como la plantación de árboles y el cuidado de animales. Estas actividades no solo reflejan su amor por la naturaleza, sino también una conexión profunda con las raíces familiares y los valores tradicionales. Como aficionado a las máximas y mantras, el actor aplica principios como “sigue colocando ladrillos” y “siempre espera lo esperado” tanto en su vida profesional como personal.
Su nueva memoria, “Nunca lo Sabrás”, lanzada este mes, ofrece una ventana a la vida y pensamientos de Selleck más allá de su persona pública. Sin embargo, el actor asegura que su objetivo no era “aclarar las cosas” o “salir cuentas”, sino compartir su viaje de forma honesta y directa, sin centrarse excesivamente en aspectos políticos o románticos que suelen dominar las memorias de celebridades.
La conclusión de “Blue Bloods” no solo cierra un capítulo en la carrera de Selleck sino también en la narrativa televisiva, marcando el fin de una serie que ha explorado, a través del drama familiar, temas relevantes sobre la ley y el orden en Estados Unidos. “No quiero rendir por completo la televisión abierta”, comenta Selleck, reflejando su compromiso continuo con un medio que, pese a la creciente popularidad de los servicios de streaming, sigue teniendo un impacto significativo en la cultura popular estadounidense.
En su rancho, lejos de los reflectores de Hollywood, Selleck contempla su legado, recordando su carrera desde sus inicios hasta su estatus actual como un ícono de la televisión y el cine. A través de sus palabras y acciones, Selleck sigue siendo un símbolo de una era pasada, manteniendo vivas las tradiciones y valores en un mundo en constante cambio.