Taylor Swift no solo ha conquistado el mundo de la música, sino también el mercado inmobiliario, creando un impresionante portafolio con propiedades valoradas en más de 100 millones de dólares. Según Business Insider, la cantante ha utilizado fideicomisos y compañías de responsabilidad limitada (LLCs) para adquirir residencias a lo largo de Estados Unidos, siguiendo una estrategia tan meticulosa y exitosa como su carrera musical.
La primera adquisición importante de Swift se realizó en 2009, a la temprana edad de 19 años, cuando compró un penthouse de 4,000 pies cuadrados en The Adelicia, Nashville, Tennessee, por 1.99 millones de dólares.
Ubicado cerca de Music Row, este penthouse no solo prometía inspiración musical, sino también lujo y privacidad, con amenities como garage privado, piscina climatizada y centro de fitness. Hoy en día, su valor se estima en más de 3.7 millones de dólares.
Siguiendo con su expansión inmobiliaria, la intérprete de Cruel Summer adquirió en 2011 la Northumberland Estate en Forest Hills, Tennessee, por 2.5 millones de dólares. Esta mansión de estilo griego revivival, construida alrededor de 1934 y con un valor actual de aproximadamente 3.7 millones de dólares, añadió un toque de historia y elegancia a su creciente colección de propiedades.
El ansia de Swift por las residencias con carácter e historia se hizo evidente nuevamente en 2013, con la compra de una mansión colonial de 11,000 pies cuadrados en Watch Hill, Rhode Island, por 17.75 millones de dólares – una transacción que realizó al contado.
Conocida como Holiday House, esta propiedad inspiró a la cantante a escribir The last great american dynasty, reflejando no solo su creatividad sin límites, sino también su habilidad para integrar su vida personal con su música. Hoy, la mansión es famosa por ser el escenario de sus icónicas fiestas del 4 de julio, y su valor ha ascendido a más de 20 millones de dólares.
En 2015, Swift se adentró en el glamuroso mercado inmobiliario de Beverly Hills al adquirir la mansión Goldwyn Estate por 25 millones de dólares. Esta propiedad, que ahora vale casi 30 millones de dólares, no solo cuenta con seis dormitorios, cancha de tenis y piscina, sino que también es un monumento histórico protegido, brindando un vínculo tangible con el pasado dorado de Hollywood.
La afición de la figura de Eras Tour por Nueva York se materializó en 2014 cuando compró dos penthouses en el edificio Sugar Loaf de Tribeca por 19.95 millones de dólares, los cuales transformó en un lujoso dúplex de 8,309 pies cuadrados. Su firma también aparece en la compra de una casa adosada vecina por 18 millones de dólares en 2017 y otro apartamento en el mismo edificio en 2018 por 9.75 millones de dólares.
Estas adquisiciones no solo reflejan la pasión de Swift por la ciudad, sino también su deseo de privacidad y seguridad, un aspecto crucial dada la atención constante de sus seguidores y de los medios.
Desde Nashville hasta Nueva York, y de Rhode Island a Beverly Hills, Taylor Swift ha tejido una red de propiedades tan única y diversa como su discografía. Cada residencia no solo es un hogar sino también un hito en su viaje personal y artístico, demostrando que, para la estrella, la música y las propiedades son extensiones de su esencia creativa.
Con cada compra, la famosa cantante no solo invierte en ladrillos y mortero, sino también en inspiración, privacidad y, sobre todo, en un legado que trasciende el tiempo y las tendencias.