Las muertes provocadas por conductores borrachos aumentaron en EEUU a niveles no vistos desde hace 20 años

Este aumento en las fatalidades contrasta notablemente con la caída en los arrestos por conducción bajo los efectos del alcohol, que disminuyó a cifras mínimas históricas durante el mismo período

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En 2022 aproximadamente 13.500 personas
En 2022 aproximadamente 13.500 personas perdieron la vida en accidentes relacionados con la conducción bajo efectos del alcohol en EE.UU. (Archivo)

El número de muertes por conducción bajo los efectos del alcohol (DIU), alcanzó cifras no vistas desde hace casi dos décadas en Estados Unidos. Sin embargo, pasó lo mismo con los arrestos por conducir en estado de ebriedad, cifras que disminuyeron considerablemente, situándose en mínimos históricos durante el mismo periodo de tiempo.

De acuerdo con cifras del FBI, publicadas por The Wall Street Journal (WSJ), en 2022 aproximadamente 13.500 personas perdieron la vida en accidentes relacionados con la conducción bajo efectos del alcohol, lo que representó un aumento del 33% respecto a las cifras de 2019. Según los datos revelados en abril por la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA), no se había registrado una cantidad tan elevada de fallecidos por esta causa desde 2006.

Las cifras también mostraron un descenso notable en los arrestos por DUI, pasando de poco más de un millón en 2019 a aproximadamente 780.000 en 2020, y manteniéndose en niveles similares en 2022 con 788.000 arrestos.

Desde 2006, no se habían
Desde 2006, no se habían registrado tantas muertes por conducción bajo los efectos del alcohol en Estados Unidos. (Shutterstock)

El incremento en las muertes por conducción ebria comenzó a reflejarse en 2020, coincidiendo con el inicio de la pandemia de covid-19. Durante este período, los policías observaron un aumento en comportamientos riesgosos en las carreteras, tales como exceso de velocidad y conducción bajo los efectos del alcohol, en momentos en que las vías se encontraban menos transitadas porque muchas personas permanecían en sus hogares. En este contexto, las fuerzas de seguridad intentaron limitar el contacto directo con los conductores para reducir el riesgo de contagio del coronavirus.

Búsqueda de soluciones

Con el fin de contrarrestar estas preocupantes cifras, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de Estados Unidos (NHTSA) emitió un aviso que sienta las bases para una nueva tecnología que permitiría detectar el estado de alicoramiento de los conductores tan pronto ingresen al vehículo.

Este avance podría detectar niveles de alcohol en la sangre mediante el aliento exhalado o sensores en la piel, impidiendo el arranque del carro si el conductor está alcoholizado. De aprobarse, deberá ser instalado en todos los vehículos nuevos.

La NHTSA planea introducir tecnología
La NHTSA planea introducir tecnología para detectar niveles de alcohol en conductores. (Getty Images)

Asimismo, algunos estados, como Ohio, cuyas estadísticas en arrestos por DUI y fatalidades reflejan las tendencias nacionales, están comprometidos en reducir las muertes causadas por la conducción ebria y otros tipos de intoxicaciones.

La Patrulla de Carreteras de Ohio está implementando esfuerzos tanto en el ámbito del control y arresto como en el tratamiento y asistencia a los infractores para romper los ciclos de reincidencia. Desde el año pasado, todo individuo arrestado por la patrulla por DUI es referido a servicios de salud conductual, donde los proveedores pueden realizar un alcance directo.

“Salvar vidas es una prioridad absoluta”, dijo el gobernador republicano Mike DeWine en una entrevista referenciada por el WSJ. “Creo que es una cuestión de aplicación de la ley. Creo que es una cuestión de educación. Creo que también lo es que los jueces hagan cumplir la ley”.

La historia de la conducción bajo los efectos del alcohol en los Estados Unidos ha mostrado avances significativos desde los años 80, cuando más de 20,000 personas fallecían anualmente por esta causa. Una combinación de campañas de educación pública, leyes más duras y aplicación agresiva logró reducir este número alrededor de 10,000 muertes anuales para 2010, estancándose, sin embargo, esta cifra durante la década siguiente.

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