En un suceso que ha sacudido al sistema educativo de California, Marian Kim Phelps, superintendente del Distrito Escolar Unificado de Poway, ha sido despedida tras una serie de graves acusaciones por parte de estudiantes y miembros del personal. La decisión, tomada por la junta escolar del distrito durante una sesión a puertas cerradas el martes, pone fin a su mandato después de que una investigación detallada revelara conductas inapropiadas relacionadas con amenazas a estudiantes que supuestamente no aplaudieron con suficiente entusiasmo a su hija en un evento de softbol.
Según información de NBC San Diego, Phelps enfrenta alegaciones de haber comprometido la graduación de algunos estudiantes como forma de presión para que estos se disculparan con su hija.
La controversia surgió en mayo, después de un banquete de premios del equipo de softbol de la escuela secundaria Del Norte, donde la hija de Phelps participaba. Estudiantes del equipo reportaron haber recibido llamadas y mensajes de texto esa misma noche por parte de Phelps, quien les acusaba de no haber aplaudido adecuadamente durante la ceremonia a su hija. Lo que empezó como un incidente aislado escaló a un problema mayor cuando Phelps amenazó con revocar los privilegios de graduación de los estudiantes involucrados si no se retractaban y presentaban disculpas, de acuerdo con testimonios recogidos por NBC San Diego.
El caso no solo ha afectado a los estudiantes, sino que también ha puesto en peligro el puesto de trabajo de Tom Peronto, entrenador del equipo de softbol, quien denunció lo que consideró un “abuso de poder” por parte de Phelps. Peronto afirmó haber sido objeto de represalias después de llevar el caso ante la junta escolar, acusado falsamente por Phelps de haber agredido verbalmente a un miembro de la junta en un incidente posterior.
La investigación, que dio inicio el 15 de noviembre y concluyó el 18 de abril, examinó una cantidad sustancial de documentos y recogió declaraciones de 41 testigos, desmontando los argumentos presentados por Phelps. Michelle O’Connor-Ratcliff, presidenta de la junta escolar, expresó que la junta había “perdido toda confianza en la capacidad de la doctora Phelps para continuar sirviendo como Superintendente”, dada la evidencia recopilada durante la investigación. Las acusaciones y la posterior investigación subrayan serias preocupaciones sobre el uso indebido del poder administrativo para fines personales y el efecto de tales acciones en el bienestar de los estudiantes.
Además, una demanda presentada en el condado de San Diego en noviembre pasado, identifica a una estudiante, referida simplemente como Jane Doe, quien alega haber sido injustamente acusada por Phelps de intimidar a su hija y haber sido objeto de una investigación interna sesgada. La demanda esclarece que esta presunta rivalidad fue percibida unidireccionalmente por Phelps, resultando en la prohibición de la estudiante de participar en actividades extracurriculares durante su último año, incluido el softbol y eventos significativos como la graduación.
Phelps, por su parte, ha negado rotundamente las acusaciones en su contra, afirmando a NBC San Diego que “nunca amenazó a ningún estudiante” y describiendo las acusaciones como “completamente falsas y fabricadas”. El caso ha dejado a la comunidad educativa y a los involucrados en una situación tumultuosa, cuestionando las dinámicas de poder dentro de las instituciones educativas y el impacto de tales incidentes en la experiencia estudiantil.
Este acontecimiento resalta la importancia de mecanismos de supervisión y responsabilidad dentro del sistema educativo para proteger a los estudiantes y asegurar un ambiente libre de coacciones y represalias por parte de los administradores. Mientras la comunidad del Distrito Escolar Unificado de Poway busca pasar página tras este polémico episodio, queda claro que las lecciones aprendidas repercutirán en la forma en que los distritos escolares gestionan las relaciones entre administradores, estudiantes y el personal en el futuro.