El número de muertes maternas en Estados Unidos ha mostrado una tendencia a la baja en 2022, aproximándose a los niveles observados antes de la pandemia, revela un informe reciente del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS) de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Este estudio indica que, en comparación con el año anterior, las cifras disminuyeron de 1.205 muertes en 2021 a 817, en 2022.
Este descenso se presenta después de un aumento considerable durante el año 2021, un período crítico marcado por la pandemia de COVID-19. “Si nos fijamos en 2021, tuvimos un aumento tan pronunciado, ya que en realidad todavía estábamos en la pandemia y todavía lidiábamos con interrupciones en la atención”, expresa la Dra. Veronica Gillispie-Bell, del Centro Médico Ochsner en Kenner, Luisiana, quien no participó en la elaboración del informe.
El documento destaca una tasa de mortalidad materna de 22,3 muertes por cada 100.000 nacidos vivos en 2022, lo que representa una significativa mejora respecto a las 32,9 muertes por 100 mil nacidos vivos en 2021. Estas cifras sugerirían, según Donna Hoyert, autora del informe y científica de salud del NCHS, “que estamos volviendo a un nivel prepandémico”.
A pesar de las mejoras generales, el informe señala desafíos persistentes, particularmente respecto a la desproporción racial en las tasas de mortalidad materna. Las mujeres negras continúan enfrentándose a tasas elevadas, con 49,5 muertes por cada 100.000 nacidos vivos durante 2022, frente a 69,9 el año anterior. “Todavía tenemos un largo camino por recorrer para crear intervenciones y estrategias de prevención realmente significativas para disminuir la mortalidad”, señala el Dr. Warner Huh, de la Universidad de Alabama en Birmingham.
La fiabilidad de los datos de mortalidad materna recopilados por el NCHS, basados en certificados de defunción, ha sido objeto de escrutinio durante años. Para mejorar la precisión, el NCHS recomendó en 2003 que los estados incorporasen una casilla de verificación estandarizada en los certificados de defunción. Sin embargo, esta medida ha sido criticada por su supuesta tendencia a sobrestimar las cifras. Al respecto, Gillispie-Bell defiende la importancia de considerar los factores de salud mental, especialmente dado que las afecciones relacionadas son una causa común de muerte durante o justo después del embarazo.
“Donna Hoyert dijo que su grupo continúa perfeccionando la calidad de los datos”, subrayando el compromiso del NCHS con la precisión y la mejora continua. Además, tanto expertos como el informe recalcan la necesidad urgente de seguir trabajando para reducir estas cifras. “Ninguna madre debería quedar embarazada con el temor de morir al dar a luz a su bebé”, adiciona enfáticamente Gillispie-Bell, destacando la gravedad del problema y la necesidad de esfuerzos continuados para garantizar la seguridad maternal.