Todos los detalles del proyecto de ley busca que se eliminen los aditivos nocivos de los alimentos escolares en California

La medida fue propuesta ante las preocupaciones de padres de familia y profesionales de la salud sobre el impacto negativo de varios colorantes artificiales en el comportamiento de niños, especialmente aquellos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

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La ley A.B. 2316 busca
La ley A.B. 2316 busca eliminar colorantes como el rojo 40 de las comidas en escuelas. (Unsplash)

El estado de California quiere acabar con el consumo de aditivos alimentarios potencialmente nocivos en niños. Para esto, busca que sea aprobada la ley A.B. 2316, respaldada por el asambleísta Jesse Gabriel, quien previamente fue la fuerza detrás de la prohibición del colorante rojo N.º 3 en el estado. Esta nueva legislación propone una prohibición similar para el colorante rojo 40, además de otros cinco tintes y el dióxido de titanio, en alimentos distribuidos dentro del sistema escolar de California.

Los tintes señalados, incluido el colorante rojo 40, el amarillo N.º 5, el amarillo N.º 6, el azul N.º 1, el azul N.º 2 y el verde N.º 3, han sido cuestionados por su posible impacto negativo en la salud de los niños, especialmente aquellos diagnosticados con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

La inspiración para A.B. 2316 surge de un llamado colectivo de padres de familia a nivel nacional que expresaron su preocupación sobre estos aditivos, alimentando la iniciativa de Jesse Gabriel y la redacción de la Ley de Seguridad Alimentaria de California que llevó a la prohibición del colorante rojo N.º 3.

Gabriel, quien ha compartido su experiencia personal con el TDAH, así como la de su hijo, subraya la importancia de esta medida, especialmente para los niños afectados por este trastorno. “Es una locura que tengamos jóvenes en nuestras escuelas que están recibiendo terapia para sus desafíos y luego, en el almuerzo, les servimos comida con químicos que deshacen todo ese buen trabajo”, precisa Gabriel.

Expertos en salud vinculan aditivos
Expertos en salud vinculan aditivos alimentarios con efectos adversos en niños. (Archivo)

La influencia de estos aditivos en la alimentación infantil es de notable importancia para investigadores y profesionales de la salud, quienes han señalado el posible vínculo entre el consumo de ciertos colorantes artificiales y efectos adversos en el comportamiento y atención de niños.

Qué alimentos contienen estos colorantes

Los tintes alimentarios, comunes en productos dirigidos al público infantil como caramelos, cereales de desayuno, productos de panadería, helados y bebidas deportivas, así como en productos menos evidentes como frutas enlatadas y encurtidos, están bajo la lupa por las preocupaciones sobre seguridad alimentaria.

Expertos en toxicología y seguridad alimentaria han destacado la presencia de estos colorantes en una amplia gama de alimentos procesados, señalando el potencial riesgo que representan para la salud. “Estos tintes están en todo tipo de alimentos”, dijo Jamie Alan, profesora asociada de farmacología y toxicología en la Universidad Estatal de Michigan, en comentarios recogidos por Yahoo Life.

Estos tintes se encuentran a menudo en muchos alimentos comercializados para niños”, explicó Gianfranco Cesareo, un becario de derecho especializado en seguridad alimentaria en el Grupo de Trabajo Ambiental. “Generalmente los encontrará en alimentos procesados”, añadió Alan. Entre los productos más conocidos que contienen estos colorantes se encuentran Froot Loops, algunas variedades de Jell-O, Doritos, soda Crush Orange y Skittles.

Estudios demuestran una correlación entre
Estudios demuestran una correlación entre los colorantes artificiales y la hiperactividad. (REUTERS/Dado Ruvic)

Qué dice la ciencia

Un informe de la Oficina de Evaluación de Riesgos para la Salud Ambiental de California, publicado en 2021, demostró la relación entre los colorantes alimenticios sintéticos y los problemas de comportamiento en niños. Según el estudio, que analizó datos de investigaciones realizadas en humanos y animales, se establece una conexión entre estos aditivos y efectos adversos como la hiperactividad y otros resultados neuroconductuales negativos en la infancia.

Dicha investigación resalta la sensibilidad variable de los niños a estos compuestos, con algunas pruebas, conocidas como “estudios de desafío”, mostrando cómo ciertos infantes manifiestan comportamientos disruptivos tras consumir alimentos que contienen dichos colorantes. De los 25 estudios examinados, 16 demostraron una correlación positiva entre el consumo de estos aditivos y la conducta negativa, siendo esta relación “estadísticamente significativa” en un 52% de los casos.

Esta preocupación se ve acentuada por el hecho de que, los sustentos de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos, para aprobar los niveles de consumo diario aceptable para los colorantes alimenticios sintéticos, se sustentan en estudios que datan de hace hasta 70 años. “Hace setenta años, teníamos una idea muy diferente de la ciencia”, señala Gabriel.

Esta discrepancia se hace más evidente al considerar que ciertos colorantes están restringidos o incluso prohibidos en Europa. Un claro ejemplo es el dióxido de titanio, común en aderezos para ensaladas y cremas para café, que fue prohibido por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria debido a su potencial vinculación con el cáncer.

La aprobación de la ley
La aprobación de la ley implicaría una transformación en la oferta alimentaria escolar en California. (Archivo)

Aunado a esto, la exigencia en Europa de incluir etiquetas de advertencia sobre los riesgos potenciales de los colorantes para los jóvenes ha llevado a que fabricantes opten por reformular sus productos para el mercado europeo y canadiense, eliminando estos aditivos.

Qué cambia con la aprobación

De ser aprobada, esta medida sólo afectaría a los productos ofrecidos en el entorno escolar, dejando intacta la disponibilidad de estos alimentos con colorantes en el mercado general.

Los productores de alimentos enfrentarían el desafío de reformular sus productos si desean continuar vendiéndolos a las instituciones educativas, una opción viable dado que, como menciona Gianfranco Cesareo, un jurista especializado en seguridad alimentaria del Environmental Working Group, “muchas de estas marcas ya fabrican versiones más seguras de sus productos, coloreadas naturalmente, que están disponibles en otros países”, agrega. El experto apunta a alternativas naturales como la espirulina para el color azul y el jugo de remolacha para el rojo, que suelen ser sustitutos sencillos.

A largo plazo, este impulso hacia la eliminación de colorantes artificiales podría influir en las prácticas de seguridad alimentaria a nivel nacional, fomentando un cambio en la industria hacia ingredientes más naturales.

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