Hudson Yards, ubicado en el lado oeste de Manhattan, experimentó una transformación notable desde su inauguración en marzo de 2019 hasta convertirse en uno de los mercados de oficinas más dominantes de la ciudad de Nueva York. Según resaltó The New York Times, la evolución este proyecto, que ya es uno de los más grandes en la historia de Estados Unidos, sorprendió tanto a críticos como a escépticos, transformando un antiguo estacionamiento y patio ferroviario en un próspero vecindario de rascacielos de lujo y espacios comerciales.
La apertura de Hudson Yards fue un evento estelar, atrayendo a 13.000 personas y marcando el inicio de una nueva era para el lado oeste de Manhattan. Sin embargo, tan solo un año después, la pandemia del coronavirus dejó al desarrollo casi desierto, con tiendas cerradas y oficinas vacías, sembrando dudas sobre el futuro del proyecto.
A pesar de estas adversidades iniciales, Hudson Yards logró no solo sobrevivir, sino prosperar, atrayendo a algunas de las compañías más valiosas del mundo como BlackRock, Pfizer y Ernst & Young, dispuestas a pagar algunos de los alquileres más altos del país.
Esta notable recuperación fue posible gracias a una serie de decisiones estratégicas por parte de los desarrolladores y la ciudad de Nueva York, incluyendo incentivos fiscales para los nuevos edificios y mejoras en la infraestructura, como la extensión de la línea de metro No. 7.
Estas acciones, combinadas con la creciente demanda de oficinas de alta gama por parte de empresas que exigen el retorno al trabajo presencial, han posicionado a Hudson Yards como un enclave comercial críticamente exitoso.
Sin embargo, el éxito del mercado de oficinas en Hudson Yards contrasta con los resultados mixtos de otros componentes del proyecto, especialmente el alojamiento de lujo y el centro comercial de varios pisos, que no han tenido tanto éxito. A pesar de esto, la asistencia de empleados y el tráfico peatonal en el centro comercial han mostrado signos de recuperación, acercándose a los niveles previos a la pandemia.
Este éxito no ha estado alejado de críticas, especialmente relacionadas con los incentivos fiscales otorgados a los desarrolladores, proyectados a ahorrar aproximadamente 1.1 mil millones de dólares en un periodo de 25 años. No obstante, la contribución del desarrollo a los ingresos fiscales de la ciudad y la revitalización de un área anteriormente subutilizada destacaron sus beneficios.
The New York Times también señaló que los altos alquileres y la concentración de oficinas de lujo enfatizaron la creciente división en el mercado inmobiliario de la Gran Manzana, con una brecha cada vez mayor entre los edificios de oficinas de alta gama y el resto. Esto plantea preocupaciones sobre el futuro de los edificios que han quedado vacantes a medida que las empresas se trasladan a Hudson Yards, así como sobre el impacto a largo plazo en la base impositiva de la ciudad.
Más allá de las oficinas, el proyecto ha tenido que adaptar sus planes, especialmente en lo que respecta a la vivienda de lujo y el espacio comercial. La venta de condominios de lujo ha sido más lenta de lo esperado, lo que ha llevado a los desarrolladores a ajustar el número de unidades de lujo planificadas.
Además, el cierre de Neiman Marcus en el centro comercial de Hudson Yards ilustra los desafíos en el sector minorista, obligando a una reevaluación de la mezcla de arrendatarios y el uso del espacio.
A pesar de estos retos, Hudson Yards sigue siendo un testimonio del dinamismo y la capacidad de adaptación de Nueva York, evolucionando en respuesta a las tendencias económicas y las necesidades de sus residentes y empresas.