En Estados Unidos, la gestión de la crisis migratoria se ha convertido en un tema central para varios estados, particularmente aquellos gobernados por republicanos, que han implementado un conjunto de leyes más estrictas en materia de inmigración. Uno de los casos más recientes es el de Oklahoma, donde se aprobó un proyecto de ley que introduce el delito de “ocupación inadmisible”, con penas de hasta dos años de prisión por encontrarse de manera irregular en el estado. Esta medida llega en un momento en el que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) ha registrado cerca de 1.733.496 encuentros de migrantes en la frontera sur en los primeros seis meses del actual periodo fiscal.
Texas, otro estado bajo administración republicana, ha seguido una línea similar. El gobernador Greg Abbott promulgó el año pasado un proyecto de ley que permite al estado arrestar y deportar a las personas que ingresen a Estados Unidos sin autorización. Abbott ha citado razones de seguridad nacional y ha expresado su descontento con la administración de Biden por lo que considera una falta de acción para proteger la frontera. Sin embargo, esta ley se encuentra actualmente en pausa, a la espera de una decisión del Tribunal Federal de Apelaciones del 5to Circuito, luego de una impugnación por parte del Departamento de Justicia federal.
Tennessee, Iowa, Luisiana, Idaho, Georgia y Florida son otros de los estados que han propuesto o aprobado legislaciones con el objetivo de endurecer las políticas de inmigración. Por ejemplo, el gobernador de Tennessee, Bill Lee, firmó una ley que obliga a las agencias policiales a comunicarse y cooperar con las autoridades federales de inmigración en la identificación, detención y deportación de personas encontradas en el país sin permiso legítimo.
A su vez, en Georgia se aprobó un proyecto de ley que exige a los carceleros verificar el estatus migratorio de los reclusos, en respuesta a casos criminales recientes, como el asesinato de una estudiante de enfermería, presuntamente cometido por un ciudadano venezolano en situación irregular. Esta tendencia hacia una mayor severidad en las leyes de inmigración se refleja también en Florida, donde el gobernador Ron DeSantis promulgó una ley que incrementa las sentencias de prisión para migrantes indocumentados condenados por delitos graves o por conducir sin licencia.
La implementación de estas nuevas leyes ha generado una ola de críticas y oposición. En Oklahoma, más de 100 personas se manifestaron frente al Capitolio estatal en contra del proyecto de ley. Críticos argumentan que estas medidas crean un ambiente de miedo entre la comunidad migrante y podrían tener implicaciones negativas en términos de derechos humanos y discriminación.
Sin embargo, el camino legal de estas leyes es incierto, ya que la inmigración es un asunto de competencia federal, según establece la Constitución de Estados Unidos. Expertos legales anticipan que muchas de estas iniciativas enfrentarán impugnaciones judiciales que podrían llegar hasta la Corte Suprema. Este panorama refleja el nivel de polarización y el complejo debate en torno a la inmigración en Estados Unidos, un debate marcado por la búsqueda de un equilibrio entre la seguridad nacional y la protección de los derechos de los migrantes.