En un ambicioso proyecto que pretende redefinir el horizonte de Oklahoma City, el desarrollador de California, Scot Matteson, propuso la construcción de lo que sería el rascacielos más alto de Estados Unidos: la Torre Legends, con una altura de aproximadamente 581 metros.
Este proyecto, valorado en 1.600 millones de dólares, contempla una estructura principalmente residencial de 134 pisos, que no sólo superaría en altura al One World Trade Center de Nueva York, sino que también se convertiría en un ícono arquitectónico en una región tradicionalmente conocida por su extensa llanura.
Según confirmó FOX News, el ambicioso complejo incluiría además, un hotel Dream Hotel de Hyatt de 480 habitaciones con 85 condominios residenciales, un segundo hotel Hyatt de 350 habitaciones con 100 condominios adicionales en la Torre Legends, y 1.776 unidades residenciales que abarcan desde tarifas de mercado hasta opciones de lujo. Se contempla también un vibrante paisaje comercial y gastronómico con más de 10.120 metros cuadrados destinados a usos comerciales, además de un centro de desarrollo laboral para la comunidad.
El plan de Matteson ha generado una mezcla de admiración y escepticismo entre los habitantes de la región y expertos. Mientras algunos ven en él una visión audaz, otros dudan de la viabilidad de erigir un edificio de semejante magnitud en una zona susceptible a condiciones meteorológicas extremas, como tornados y fuertes vientos.
Sin embargo, Rob Budetti, socio gerente de AO, el estudio de arquitectura detrás del proyecto, aseguró que se han considerado medidas de ingeniería avanzadas, incluyendo muros de concreto de hasta 1,8 metros de espesor en el núcleo del edificio y ventanas capaces de resistir la fuerza de un tornado, afirmando que “es probablemente uno de los lugares más seguros para estar”, como explicó a The Wall Street Journal.
Las dudas sobre el proyecto no se limitan solo a su viabilidad estructural. Jason Barr, economista y autor del libro “Cities in the Sky”, cuestionó la lógica económica detrás de una construcción de tal magnitud en Oklahoma City, sugiriendo que el proyecto excede “la altura económica” de un edificio, entrando en lo que él denomina “altura ego”. A pesar de estos cuestionamientos, Matteson insiste en que el proyecto está totalmente financiado, aunque se ha mantenido en reserva sobre los detalles de sus inversores.
El proyecto ha propiciado también una variedad de reacciones en las redes sociales y entre los profesionales del sector. Hayden Clarkin, un consultor de transporte con sede en Nueva York, expresó su incredulidad con humor en Twitter, reflejando una percepción generalizada de que Oklahoma City no sería la primera opción para ubicar el rascacielos más alto de América.
A su vez, la propuesta ha desencadenado comentarios locales que van desde el apodo humorístico de “El Burj Khaloma” hasta preocupaciones por el impacto estético y cultural que un edificio de tales proporciones podría tener en la ciudad, alejándola de su característico ambiente del medio oeste.
La decisión de la comisión de planificación de ciudad, que ya aprobó una zonificación que remueve las restricciones de altura para el complejo de cuatro edificios, incluye también atracciones como una laguna y un malecón rodeado de restaurantes y entretenimiento. Sin embargo, pospuso un veredicto sobre los signos LED de gran tamaño y otras iluminaciones propuestas para las fachadas del rascacielos, sugiriendo que estos podrían ser “un poco horteras” para el estilo de Oklahoma City, según palabras de Cynthia Ciancarelli, residente local.
El lanzamiento de la Torre Legends viene en un momento en que Oklahoma City atraviesa un período de crecimiento y diversificación económica notable, distanciándose de su histórica dependencia de la industria petrolera y del gas. Este crecimiento se ha visto complementado por inversiones en atracciones urbanas financiadas mediante un impuesto sobre las ventas del 1%, demostrando un esfuerzo por mejorar la oferta cultural y de entretenimiento de la ciudad.
Mientras el proyecto de la Torre Legends sigue avanzando, queda la consideración sobre si este ambicioso rascacielos será un reflejo del futuro arquitectónico de Oklahoma City o si, por el contrario, planteará un desafío demasiado grande a la percepción tradicional del paisaje urbano estadounidense.