La Generación Z está remodelando el panorama socioeconómico a nivel mundial con una prosperidad sin precedentes comparada con las generaciones anteriores en la misma etapa de sus vidas. Con un notable aumento en los ingresos familiares, los jóvenes nacidos entre 1997 y 2012 están disfrutando de un estatus económico envidiable, marcando una diferencia significativa en su relación con el trabajo y el consumo, de acuerdo a The Economist.
Según investigaciones recientes, un típico joven de 25 años de esta generación tiene un ingreso familiar anual superior a los USD 40.000 (aproximadamente 37.800 euros), evidenciando un incremento de más del 50% en comparación con los baby boomers en la misma edad.
En el contexto laboral, los Gen Z-ers han encontrado un mercado favorable. El crecimiento salarial por hora en Estados Unidos para los jóvenes de 16 a 24 años ha alcanzado el 13% interanual, casi el doble que el incremento del 6% para trabajadores de 25 a 54 años, lo que representa el mayor “premio para personas jóvenes” desde el inicio de registros confiables. Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos; países como Gran Bretaña y Nueva Zelanda están presenciando tendencias similares.
Este auge financiero ha llevado a un cambio significativo en la percepción y actitud hacia el empleo. “Los millennials crecieron pensando que un trabajo era un privilegio, mientras que los Zoomers han crecido creyendo que un trabajo es básicamente un derecho”, evidenciando un cambio cultural sustancial en la dinámica laboral. La mentalidad de “renuncias silenciosas” y los “lunes mínimos” reflejan una actitud más relajada hacia el trabajo, poniendo el cuidado personal y el equilibrio entre la vida laboral y personal en primer plano.
Pese a estos avances financieros y un cambio en la cultura laboral, la Generación Z enfrenta desafíos únicos. La ansiedad y la salud mental son preocupaciones crecientes, donde estudios y especialistas como Jonathan Haidt señalan el impacto de los smartphones y las redes sociales en el bienestar de los jóvenes. Estas preocupaciones han llevado a figuras políticas como Sarah Huckabee Sanders a proponer regulaciones en el uso de la tecnología por parte de los menores.
La influencia económica de la Generación Z también se ha dejado sentir en el sector de la vivienda y la educación, a pesar de las críticas que argumentan que los ingresos más altos son una ilusión debido al aumento del costo de la vida y la educación. En 2022, los estadounidenses menores de 25 años dedicaron el 43% de sus ingresos después de impuestos a vivienda y educación, indicando una capacidad para manejar estos costes mejor de lo que sugieren las críticas.
Por otro lado, la propensión a emprender ha disminuido entre los jóvenes de la Generación Z. Estudios estiman que solo el 1.1% de los jóvenes en la UE tienen un negocio que emplea a otras personas, una baja respecto a años anteriores. Esto suscita interrogantes sobre el futuro de la innovación y el emprendimiento en el contexto de esta generación próspera pero cautelosa.
Pese a la ventaja económica actual de la Generación Z, el futuro presenta incertidumbres. Posibles recesiones y los impactos de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial podrían transformar el escenario económico mundial, planteando nuevos desafíos para esta generación dinámica pero también resiliente. En palabras de Olivia Rodrigo durante un concierto en Nueva York, “Crecer es jodidamente increíble. Tienes todo el tiempo para hacer todas las cosas que quieres hacer”, una afirmación que refleja el optimismo y la realidad financiera de la Generación Z en el presente.