La demanda de teléfonos tontos ha experimentado un marcado aumento, reflejado en la historia de Will Stults y Daisy Krigbaum, una pareja del este de Los Ángeles que logró vender productos por valor de más de USD 70 mil en el último mes, una cifra diez veces superior a la registrada en marzo de 2023, así lo reportó The New Yorker. Este auge, según especulan, podría estar relacionado con el inicio de la temporada de compras navideñas.
Su emprendimiento, Dumbwireless, se especializa en la oferta de dispositivos móviles que promueven un uso limitado de la tecnología, incluyendo modelos como el Light Phone, el Nokia 2780, y el Punkt., este último comparado a menudo con un artefacto que recuerda la era de los teléfonos básicos por su diseño minimalista.
Esta tendencia hacia el minimalismo tecnológico parece ser una respuesta directa al hastío colectivo que viene con casi dos décadas de vida digital intensiva, donde el público ha comenzado a mostrar una preferencia por “dispositivos que impidan activamente que nos dejemos absorber por ellos”, como refiere Cal Newport, escritor y defensor del minimalismo digital. Este movimiento busca abogar por un uso más consciente y limitado de la tecnología, en un momento donde la constante conectividad ha demostrado tener efectos perjudiciales en la salud mental, especialmente entre los más jóvenes.
La preocupación por la seguridad infantil en línea ha sido un catalizador para este cambio, con padres cada vez más alarmados por estudios que señalan cómo plataformas como Instagram y TikTok pueden incrementar la ansiedad y disminuir la autoestima en los adolescentes. “Los padres se enfrentan cada vez más a la evidencia de que sitios como Instagram y TikTok intentan intencionalmente enganchar a sus hijos”, destaca la importancia de revisar el rol de los smartphones en la vida de los más jóvenes y, por extensión, de los adultos.
La travesía de Stults y Krigbaum hacia el emprendimiento no estuvo exenta de desafíos. Tras reconocer su propia vulnerabilidad ante el consumo excesivo de tiempo en dispositivos inteligentes, decidieron apostar por una solución drástica: cambiar sus iPhones por teléfonos de funcionalidades reducidas. Sin embargo, “la información que contenía era algo dispar y de difícil acceso”, admite Krigbaum, reflejando la ironía de tener que profundizar en la investigación online para hallar una forma de desconectarse efectivamente de ella.
Su hogar ahora alberga quinientos teléfonos en lo que solía ser su comedor, convertido en un almacenaje para su negocio emergente. A pesar de manejar este negocio, ambos continúan trabajando en la industria de servicios, lo que subraya el compromiso y la visión detrás de Dumbwireless. La atención al cliente es prioritaria para Stults, quien, paradójicamente, debe mantenerse en línea y accesible, incluso desde su smartphone, como parte de las operaciones diarias de la empresa.
La decisión de Stults y Krigbaum de redirigir sus vidas lejos de la dependencia de la tecnología avanzada y optar por herramientas más sencillas es más que una elección personal; es un testimonio de un movimiento creciente que busca recuperar la autonomía sobre el tiempo y la atención en la era digital. Su éxito comercial no es solo un indicio de su determinación, sino también una señal de un cambio cultural más amplio hacia la simplicidad tecnológica y el bienestar digital.
En conclusión, la historia de Dumbwireless y sus fundadores no es solo un relato empresarial de éxito, sino también un reflejo de un movimiento más grande hacia la desconexión consciente y el redescubrimiento de una vida menos mediada por las pantallas. A medida que más personas buscan alternativas para mitigar la sobreexposición digital, el mercado para dispositivos que facilitan un estilo de vida “menos inteligente” pero potencialmente más saludable, parece destinado a crecer.
¿Qué es un “teléfono tonto”?
Un “teléfono tonto” se caracteriza por su simplicidad operativa, enfocándose en proporcionar una experiencia de uso básica y menos propensa a generar adicción en comparación con los teléfonos inteligentes. Estos aparatos se centran en ofrecer funcionalidades elementales de comunicación como realizar llamadas y mandar mensajes de texto.
Esto evita incorporar aplicaciones de redes sociales que, de acuerdo con datos de una encuesta de Real Research llevada a cabo con más de cuarenta mil personas, resultan en un consumo promedio superior a siete horas diarias por parte de más del 50% de los adolescentes.