En un caso que ha conmovido a la comunidad de Wisconsin, Jessy Kurczewski, de 40 años, fue condenada a cadena perpetua por el asesinato premeditado de su amiga, Lynn Hernan, tras envenenarla con gotas para los ojos y robarle una cifra estimada de USD 290.000. El tribunal de Waukesha, liderado por la jueza Jennifer Dorow, dictaminó la sentencia el pasado viernes, no mostrando clemencia ante los delitos cometidos por la mujer, quien podría solicitar la libertad supervisada tras cumplir 30 años de su condena.
El caso, que se remonta a octubre de 2018, reveló cómo Kurczewski aprovechó la confianza de Hernan para cometer el homicidio, administrándole una dosis letal de tetrahidrozolina, un ingrediente activo en las gotas oculares Visine. La víctima, de 62 años, fue encontrada muerta en su residencia en Milwaukee, situación que la asesina reportó a las autoridades alegando haberla encontrado inconsciente.
Durante el juicio, se presentaron evidencias que mostraban cómo la acusada orquestó un plan para hacer parecer el asesinato como un suicidio, manipulando la escena del crimen. Además, se detalló cómo la acusada cometió fraudes financieros por casi USD 300.000, incluyendo un cheque de USD 130.204 que la propia Hernan supuestamente había firmado a su favor.
La jueza Dorow resaltó la importancia de proteger al público de individuos como Kurczewski, quien tiene un historial de condenas por fraude. “No hay realmente nadie que esté a salvo de ti”, afirmó la magistrada, enfatizando en la habilidad de la acusada para crear documentos falsos, cubrir sus rastros y justificar sus motivos antes de culpar a otros cuando es descubierta.
Durante sus declaraciones, Kurczewski mantuvo su inocencia y criticó el proceso judicial, alegando que su vida ha sido arruinada por acusaciones infundadas. “Cuando mi apelación suceda y mi condena se revierta, verán que tenía razón”, expresó, desafiando la decisión del tribunal y alegando que luchará por probar su inocencia.
El trágico desenlace de la vida de la fallecida dejó un vacío irreparable entre sus seres queridos, quienes describieron a Kurczewski como un “monstruo” y “el peor de la humanidad”. Uno de los amigos de Hernan, en su declaración, sugirió que si Wisconsin contara con la pena de muerte, la solicitaría para la culpable, quien no solo se llevó la vida de una gran persona, sino que también se aprovechó de su generosidad y amor.
Este caso pone en relieve no solo la extrema gravedad del crimen cometido, sino también las complejas capas de manipulación y engaño que empleó para beneficiarse a costa de la vida de su amiga. La sociedad de Wisconsin y más allá quedará marcada por este doloroso recordatorio de que el mal puede presentarse bajo la fachada de amistad y confianza.