La NASA está preparando un ambicioso proyecto para el eclipse solar total del 8 de abril de 2024.
Utilizando aviones jet WB-57, posicionados estratégicamente a más de 15.240 metros sobre la superficie terrestre, tres equipos científicos financiados por NASA apuntarán sus instrumentos hacia el cielo para estudiar no sólo la atmósfera externa del Sol, conocida como la corona, sino también medir la ionosfera, la capa superior eléctricamente cargada de la atmósfera de la Tierra.
Pam Melroy, subdirectora de la NASA, aseguró a CNBC que este evento será una ventana de investigación invaluable: “Cosas están sucediendo con la corona que no comprendemos completamente, y el eclipse nos brinda una oportunidad única para recolectar datos”. La observación detallada de la corona durante el eclipse, cuando el brillo del sol queda temporalmente oculto por la luna, podría arrojar luz sobre misterios de larga data, como la razón por la cual la temperatura de la corona es millones de grados más alta que la de la superficie solar.
Shadia Habbal, investigadora de la Universidad de Hawaii y líder de uno de los experimentos del WB-57, explicó que su equipo se enfocará en volar espectrómetros y cámaras para medir la temperatura y la composición química de la corona, así como las eyecciones de masa coronal, fenómenos que son erupciones considerables de material solar.
Por otro lado, Amir Caspi del Southwest Research Institute en Boulder, Colorado, quien ya tiene experiencia previa en perseguir eclipses con aviones durante el eclipse total solar de 2017, liderará otro equipo. “No hay muchos datos del Sol en algunas de las longitudes de onda que estaremos estudiando. No sabemos qué encontraremos, así que es extra emocionante estar haciendo estas mediciones”. Esta vez, esperan mejorar la configuración de las cámaras para permitir mediciones en más longitudes de onda, desde el infrarrojo hasta la luz visible.
Un tercer experimento apunta su atención hacia la ionosfera. Utilizando un instrumento llamado ionosonda, este equipo investigará cómo la sombra de la luna afecta la ionosfera. Según Bharat Kunduri, líder del proyecto de la ionosfera y profesor asistente de investigación en Virginia Tech, “el eclipse básicamente sirve como un experimento controlado”.
Este estudio no sólo revelará más sobre cómo los cambios en la radiación solar pueden impactar la ionosfera, sino también cómo estos efectos pueden influir en tecnologías críticas, como el radar y el GPS, que forman una parte integral de nuestra vida cotidiana.
Jet WB-57
Los aviones jet WB-57, al volar a altitudes superiores a las de aviones comerciales, ofrecen ventajas significativas para la observación de eclipses. Estos aviones tienen la capacidad de sobrevolar las nubes, eliminando la posibilidad de obstrucciones visuales debido al mal tiempo.
Además, al situarse por encima de la mayor parte de la atmósfera terrestre, las cámaras a bordo pueden capturar imágenes más nítidas y acceder a longitudes de onda, como la luz infrarroja, que no llegan a la superficie terrestre.
La velocidad de los jets, alrededor de 740 kilómetros por hora, permite extender el tiempo de observación del eclipse a aproximadamente 6 minutos y 22 segundos, un 25% más de lo que se experimentaría desde la Tierra.
Así será el viaje
La preparación para este extraordinario vuelo comenzará aproximadamente dos horas antes del eclipse. Los aviones despegarán desde el Campo Ellington cerca del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, Texas. Viajarán al sur hacia México, posicionándose estratégicamente para entrar en la sombra del eclipse y seguir su curso a 740 kilómetros por hora, una velocidad significativamente menor a la velocidad de la sombra del eclipse de 2.500 kilómetros por hora.
Tony Casey, operador de equipos de sensores y segundo tripulante de uno de estos aviones, se encargará de manejar los instrumentos a bordo destinados al estudio del eclipse. Un sistema que incluye una cámara y un telescopio, montados en la nariz del avión, permitirá capturar imágenes del Sol en luz visible e infrarroja para estudiar su atmósfera, su corona, e incluso buscar un anillo de polvo y asteroides que podrían ser visibles cerca del Sol.
“Es extremadamente emocionante”, compartió Casey en entrevista con la BBC. “Estoy entusiasmado. Estoy muy emocionado de poder volar en esta misión. Estoy deseando vivir la experiencia de estar allí en este momento y que la sombra te alcance”.
Desde su posición elevada, los científicos y pilotos anticipan una visibilidad excepcional del fenómeno, libre del efecto de dispersión que da al cielo su color azul, debido a la atmósfera más tenue a gran altura. Esta claridad sin precedentes no solo mejorará la calidad de las observaciones visuales, sino que también optimizará la recolección de datos científicos. “Debería ser mucho más nítido porque estás por encima de la neblina”, afirmó Casey.
Además de su emocionante papel en esta misión eclipse, Casey resalta por haber fotografiado importantes eventos aeroespaciales, incluyendo el lanzamiento de la misión Artemis I de la NASA hacia la Luna en noviembre de 2022 y el primer lanzamiento del cohete Starship de SpaceX en abril de 2023.