Los arqueólogos del Servicio de Parques Nacionales han logrado identificar un naufragio descubierto hace décadas cerca del Parque Nacional Dry Tortugas como los restos del HMS Tyger, un buque de guerra británico que se hundió en el siglo XVIII. Este hallazgo es el resultado de investigaciones recientes que han permitido confirmar la identidad del buque, que data de una era marcada por conflictos navales entre potencias europeas.
El citado barco, una fragata de cuarta categoría armada con 50 cañones, se hundió en 1742 después de encallar en los arrecifes de Dry Tortugas durante la Guerra de Jenkins Ear, un conflicto entre Gran Bretaña y España. Los detalles de esta identificación fueron revelados por el Servicio de Parques Nacionales en un comunicado de prensa a finales de la semana pasada.
Según una publicación en la Revista Internacional de Arqueología Náutica, los restos de esta embarcación fueron descubiertos por primera vez en 1993. No obstante, ha sido gracias a nuevas investigaciones y tecnologías de exploración submarina que los arqueólogos han podido confirmar la identidad del naufragio.
En el año 2021, los investigadores encontraron cinco cañones a varios cientos de metros del lugar principal donde se encontraba la embarcación. Este descubrimiento fue crucial para confirmar que los restos correspondían efectivamente a este buque de guerra británico, ya que se determinó que las armas habían sido arrojadas por la borda en un intento de aligerar la nave después de que encallase.
El naufragio del mencionado navío no solo revela los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en el siglo XVIII, sino que también subraya los desafíos enfrentados por los aproximadamente 300 tripulantes que sobrevivieron al hundimiento. Tras el desastre, estos hombres quedaron varados durante más de dos meses en lo que hoy es Garden Key.
Durante este tiempo, utilizaron piezas recuperadas del HMS Tyger hundido para construir embarcaciones marítimas y emprender un peligroso viaje de 1.125 kilómetros (700 millas) a través de aguas enemigas hasta Port Royal, Jamaica, que en ese momento estaba controlada por los británicos. Este acto de supervivencia destaca la ingeniosidad y la determinación de los marineros de la época.
El barco y los objetos encontrados en el sitio del naufragio son considerados propiedad soberana del gobierno británico, de acuerdo con tratados internacionales. Este hecho no solo reconoce la importancia histórica y cultural del buque, sino que también establece un marco legal para su preservación y estudio. La identificación de la nave como un buque británico del siglo XVIII revela la compleja historia de la navegación y la guerra naval de la época, proporcionando una ventana al pasado que permite comprender mejor los desafíos y las vicisitudes de la vida marítima.
Además, este hallazgo subraya la importancia de la preservación en el lugar de los sitios arqueológicos submarinos. Josh Marano, un arqueólogo marítimo, destacó que este descubrimiento resalta la relevancia de proteger estos sitios para que futuras generaciones de arqueólogos, equipados con herramientas y tecnologías más avanzadas, puedan reexaminar los restos y realizar nuevos descubrimientos.