En un notable avance en las investigaciones sobre la misteriosa afección conocida como “Síndrome de La Habana”, un nuevo giro en la investigación apunta a Rusia como posible responsable de los ataques con armas de energía dirigida. Estos incidentes han afectado a más de 100 oficiales y miembros de las familias de la seguridad nacional estadounidense, causándoles lesiones cerebrales, según detallan informes recientes.
Entre las víctimas se encuentran personal de la Casa Blanca, oficiales de la CIA, agentes del FBI y oficiales militares, quienes reportaron síntomas consistentes con ataques de microondas o ultrasonido de alta energía. Greg Edgreen, un teniente coronel retirado del Ejército y quien dirigió la investigación para la Agencia de Inteligencia de Defensa, expresó su convicción personal de que estos actos son ataques dirigidos por Rusia, en entrevista con el programa 60 Minutos de CBS News.
La investigación reveló casos donde los individuos afectados, muchos de ellos trabajadores de inteligencia y diplomáticos estadounidenses en el extranjero, tuvieron que ser retirados de sus puestos debido a lesiones cerebrales traumáticas. Esto ha generado una preocupación significativa respecto a cómo estos ataques están neutralizando efectivamente a personal clave de seguridad nacional de Estados Unidos.
“La repercusión en la seguridad nacional de Estados Unidos ha sido que los oficiales de inteligencia y nuestros diplomáticos trabajando en el extranjero están siendo removidos de sus puestos con lesiones cerebrales traumáticas. Están siendo neutralizados,” afirmó Edgreen.
Un estudio médico dirigido por el Dr. David Relman de la Universidad de Stanford para el gobierno en 2022 halló “evidencia clara de una lesión en el sistema auditivo y vestibular del cerebro”, indicando que “la energía dirigida pulsada (frecuencia de radio) parece ser el mecanismo más plausible”. Este descubrimiento brindó sustento científico a las afirmaciones de las víctimas sobre la fuente de sus síntomas.
“Carrie” y otros afectados
Los enigmáticos síntomas caracterizados por intensos dolores de cabeza, desorientación y problemas auditivos, conocidos colectivamente como “Síndrome de La Habana”, continúan relatándose entre el personal estadounidense al servicio del país, incluidos agentes del FBI y asesores de seguridad. Esta afección, que se cree comenzó a afectar a los trabajadores de la embajada estadounidense en Cuba en 2016, ha suscitado una creciente preocupación por sus causas y consecuencias aún no totalmente comprendidas.
Entre las víctimas más recientes se encuentra una agente del FBI especializada en contraespionaje, identificada por 60 Minutos como Carrie para proteger su identidad debido a que sigue en servicio. Carrie experimentó un ataque agudo mientras se encontraba en su casa en Florida en 2021.
Según describió, fue golpeada por una fuerza paralizante que provocó un dolor intenso y agudo en su oído derecho, “como si un dentista estuviese perforando, pero multiplicado por diez”. Este episodio no solo la desorientó físicamente, sino que también tuvo consecuencias a largo plazo en su salud, manifestándose en síntomas comparables a los de un Alzheimer temprano, afectando tanto su memoria a corto como a largo plazo y su capacidad para realizar múltiples tareas al mismo tiempo.
Otro testimonio preocupante proviene de Olivia Troye, ex asesora de seguridad del vicepresidente Mike Pence, quien relató haber sido afectada por un ataque similar al de Carrie, pero esta vez en las inmediaciones de la Casa Blanca en 2022. Troye describió una sensación perforante y vertiginosa en el lado derecho de su cabeza.
Además, se destaca el caso de un hombre, cuya identidad y agencia no han sido revelados, quien ahora se encuentra médicamente jubilado después de haber sido uno de los primeros casos públicamente conocidos de este síndrome en Cuba. Este individuo ha enfrentado secuelas severas, incluyendo la pérdida de la visión en un ojo y problemas de equilibrio.
“Estamos siendo atacados”
Greg Edgreen, un teniente coronel recientemente retirado del Ejército que dirigió una investigación para la Agencia de Inteligencia de Defensa desde 2021 hasta 2023, expresó en una entrevista exclusiva con 60 Minutos de CBS: “Mi opinión personal es que sí estamos siendo atacados”. Al ser cuestionado sobre el posible agresor, Edgreen no dudó en señalar a Rusia como responsable.
La investigación liderada por Edgreen se centró en recopilar una amplia gama de datos, incluyendo inteligencia de señales, inteligencia humana, reportes de fuentes abiertas, registros de internet, de viajes, financieros, entre otros.
“Desafortunadamente, no puedo entrar en detalles, dada la clasificación. Pero puedo decirles que, en una etapa muy temprana, comencé a enfocarme en Moscú”, aclaró Edgreen. Esta concentración en Rusia se reforzó al notar un patrón en el tipo de oficiales afectados, quienes pertenecían al top 5% y 10% de rendimiento dentro de la Agencia, y cuya labor había sido especialmente efectiva en contra de intereses rusos.
Uno de los incidentes más recientes y preocupantes ocurrió durante la cumbre de la OTAN en Lituania el año pasado, la cual se centró en gran medida en la invasión rusa de Ucrania. Allí, un funcionario de alto rango del Departamento de Defensa presentó síntomas y buscó tratamiento médico. “Esto me dice que no hay barreras para lo que Moscú hará, sobre quiénes atacarán, y que si no enfrentamos esto, el problema va a empeorar”, comentó Edgreen tras ser informado sobre el suceso.
El agente de la unidad 29155
Uno de los testimonios que han abonado la hipótesis de la intervención rusa en este tipo de ataques es la que el medio The Insider atribuye a la esposa de un oficial de la embajada de los Estados Unidos en Tbilisi, Georgia. “Joy” (el nombre no es real) tuvo los síntomas del ataque ya descriptos mientras lavaba ropa en su casa y corrió al baño donde vomitó. Aún en medio de un dolor de cabeza insoportable, se comunicó con su esposo, identificado como “Hunter”.
Siguió los protocolos de entrenamiento en estos casos: abandonar inmediatamente la zona “X”, el lugar donde está produciendo una situación de peligro. Joy salió de su casa, vio un automóvil Mercedes Benz negro estacionado justo frente a la ventana del cuarto donde tuvo el primer síntoma. Había una persona muy bien vestida junto a él. Alto, rubio y con una mirada penetrante. El rostro se grabó en su mente y cuando levantó su teléfono para tomarle una foto, el hombre entró al vehículo y partió. Llegó a tomar una foto del vehículo y reportó su patente.
El hecho ocurrió en 2020, a comienzos de la pandemia. Tres años después, alguien le mostró una foto del Albert Averyanov, un agente ruso asignado a la Unidad 29155, un escuadrón especializado en asesinatos y sabotajes del servicio de inteligencia militar de Moscú. Se lo congeló la sangre. Era el hombre que había visto en la puerta de su casa de Tbilisi el día en que se produjo el incidente.
El amplio espectro de síntomas y la variedad de circunstancias en las que se presentan estos episodios han dificultado a los investigadores establecer un vínculo claro y directo entre los ataques y un perpetrador específico. Sin embargo, la consistencia en las narrativas de las víctimas y los detalles emergentes sobre las sospechas dirigidas hacia Rusia han reforzado las teorías de que estos actos forman parte de una campaña de hostigamiento y neutralización contra personal de seguridad nacional de Estados Unidos.
A pesar de la gravedad de estas afirmaciones, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos y la Casa Blanca han indicado que es “muy improbable que un adversario extranjero sea responsable de los AHIs reportados.” Sin embargo, el abogado Mark Zaid, que representa a más de dos docenas de clientes afectados por el Síndrome de La Habana, insiste en que existe un encubrimiento por parte del gobierno.