En una economía estadounidense caracterizada por la dualidad de su velocidad, aquellos en la vanguardia avanzan vigorosamente, mientras que otros quedan atrás bajo el peso de crecientes tasas de interés, inflación y el agotamiento de las ayudas monetarias desde la pandemia. James Mackintosh, en su columna de opinión para The Wall Street Journal, arrojó luz sobre esta dinámica y sus implicaciones.
“Los rezagados están empezando a tener serios problemas, con los consumidores de bajos ingresos más afectados por fuerzas poderosas: tasas de interés más altas, inflación y la depleción del apoyo de la era pandémica”, sostuvo.
Mackintosh señaló cómo las tasas de interés más altas afectan selectivamente; aquellos con mejores calificaciones crediticias que refinanciaron o tomaron préstamos durante la pandemia con tasas cercanas a cero no se han visto tan afectados como aquellos que ahora buscan préstamos y no califican para tasas fijas a largo plazo.
“Las tasas de las tarjetas de crédito se dispararon a medida que la Reserva Federal ajustaba las tasas, desde un bajo postpandemia del 16% a casi el 23% para los prestatarios que no pagan en su totalidad cada mes,” indicó.
Respecto a las empresas, aquellas con calificaciones bajas continuaron emitiendo bonos a corto plazo en 2021, mientras que las empresas de calificación de inversión aseguraron tasas bajas por tiempos récord. Esto ha creado un escenario en el cual las empresas altamente endeudadas, en especial aquellas afectadas por un descenso en la demanda como los propietarios de edificios de oficinas debido al auge del trabajo desde casa, enfrentan una presión aún mayor.
La compra de viviendas y vehículos se ha tornado doblemente desafiante debido a la combinación de precios más altos y tasas de interés incrementadas, lo que ha llevado a solicitudes de hipotecas a su nivel más bajo desde 1995. “Aquellos que ya alcanzaron el sueño americano están bien, pero se está alejando aún más para aquellos que todavía lo están alcanzando,” explicó Mackintosh.
La inflación ha impactado desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos, con un aumento significativo en el costo de alimentos, energía y alquileres. A pesar de que el empleo ha sido abundante y los salarios para trabajos de nivel de entrada han aumentado más rápido que los de puestos mejor pagados, el último año ha visto un estancamiento en las subidas salariales, afectando en mayor medida a los consumidores de menor ingreso.
“La combinación de precios más altos y tasas de interés más elevadas ha sido tóxica para muchos consumidores de bajos ingresos, especialmente los jóvenes”, destacó el columnista.
Asimismo, el ahorro excesivo acumulado durante la pandemia se ha agotado, golpeando más fuertemente a los consumidores de bajos ingresos, los cuales agotaron sus ahorros más pronto. Esto se refleja en los precios de acciones de compañías cuyos clientes se encuentran en esta situación desfavorecida, como tiendas de descuento y marcas de comida rápida.
Mackintosh también resaltó cómo, a pesar de estos retos, los problemas de aquellos en la “calle lenta” no han frenado significativamente la economía en su conjunto, señalando que el consumo general sigue siendo impulsado por consumidores y empresas más acomodadas.