En medio de uno de los complejos inmobiliarios más ambiciosos en la historia de Coral Gables, The Plaza Coral Gables en el condado de Miami-Dade, Florida, destaca una pequeña residencia que se ha convertido en el último bastión de resistencia frente al desenfrenado desarrollo urbanístico. Orlando Capote, ingeniero de profesión y dueño de la mencionada vivienda, ha rechazado sistemáticamente las ofertas de compra por parte de los desarrolladores durante más de dos décadas, optando por permanecer en el hogar que sus padres adquirieron tras emigrar de Cuba.
Según se informó en NPR, esta particular situación ha situado a la casa en una posición única, rodeada por estacionamientos, edificios de oficinas y un hotel de 14 pisos, creando un contraste notable con el auge de la construcción que caracteriza al moderno Coral Gables. Capote, quien llegó a Miami siendo adolescente, ha enfrentado diversos desafíos desde que decidió no vender su propiedad, incluidas negociaciones complicadas con la ciudad por motivos de violaciones al código urbano, el cual ha influido directamente en su calidad de vida y en el estado de su residencia.
El contexto de esta situación reside en el desarrollo inmobiliario de The Plaza Coral Gables, un proyecto de uso mixto que incluye tiendas, restaurantes, espacios para oficinas y un hotel de lujo. La propiedad, describió The Miami Herald, se encuentra ahora rodeada por grandes edificaciones, lo que antes era un barrio residencial tranquilo, ha dado paso a un complejo comercial y residencial de gran envergadura.
Durante los últimos años, Capote ha rechazado más de 60 ofertas por su propiedad, que suman hasta USD 900.000, destacando su firme decisión de no ceder ante la presión de los desarrolladores. La decisión negativa de Capote se sustenta en el valor sentimental del hogar considerándolo un símbolo del esfuerzo de sus padres y un recuerdo vital de su herencia familiar.
La resistencia no ha estado exenta de complicaciones. WSVN destaca que el desarrollo urbano alrededor de su residencia ha generado un cambio drástico en el entorno, sustituyendo la tranquilidad de un barrio residencial por la actividad frenética de un centro comercial y residencial. Este cambio ha introducido nuevos desafíos para el dueño, quien ha visto afectada su capacidad para disfrutar de actividades al aire libre y enfrenta continuos problemas con el mantenimiento y accesibilidad de su propiedad.
Local 10 reporta que, en un giro reciente, la ciudad de Coral Gables ha intensificado su presión sobre este hombre a través de multas que ascienden a casi USD 30,000 y amenazas por supuestas violaciones del código urbano relacionadas con la estructura y mantenimiento de su vivienda. Esta situación ha llevado al afectado a acusar a la administración municipal de intentar forzarlo a vender su propiedad para facilitar el desarrollo inmobiliario.