El cierre prolongado de escuelas durante la pandemia dejó efectos adversos significativos en el rendimiento académico de los estudiantes, sin conseguir detener de manera efectiva la propagación del Covid-19. Así lo revelaron diversas investigaciones acumuladas durante los últimos cuatro años que resaltan que cuanto más tiempo los estudiantes pasaron en instrucción remota, mayor fue el retraso en su aprendizaje.
Según el Dr. Sean O’Leary, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas y colaborador en la redacción de la guía para la American Academy of Pediatrics, “hay un consenso bastante bueno de que, en general, como sociedad, probablemente mantuvimos a los niños fuera de la escuela más tiempo del debido” explicó al New York Times. Este organismo había recomendado, ya en junio de 2020, la reapertura de escuelas con medidas de seguridad.
Cuando comenzaron las clausuras escolares hace cuatro años, se desató uno de los debates más polarizados y partidistas de la pandemia. Mientras algunas escuelas en estados liderados por republicanos y áreas rurales reabrieron para el otoño de 2020, otras en grandes ciudades y estados gobernados por demócratas no lo hicieron hasta un año después. Esta diversidad de enfoques en la gestión de la pandemia refleja cómo respuestas diferentes ante el cierre escolar podrían haber contribuido a las variadas repercusiones académicas observadas.
Según un análisis de The New York Times, que se basa en datos del cierre de escuelas y los resultados del Programa Nacional de Evaluación del Progreso Educativo (NAEP), se observó que cuanto más tiempo permanecieron los estudiantes fuera del aula, mayores fueron las caídas en sus calificaciones. Este fenómeno no solo se presenta a nivel estatal sino que también se refleja en los distritos escolares, según un estudio conjunto de las universidades de Stanford y Harvard.
El impacto ha sido más pronunciado en aquellos distritos donde el aprendizaje remoto fue la norma durante la mayor parte del ciclo escolar mencionado. Los estudiantes de estos distritos terminaron, en promedio, más de medio grado escolar por debajo en matemáticas, comparado con una pérdida de poco más de un tercio de grado en aquellos lugares donde las clases presenciales predominaron.
“Algo de tiempo presencial resultó ser mejor que ninguno”, se destaca en el estudio, señalando que aquellos estudiantes que experimentaron un calendario híbrido mostraron un desempeño superior al de los estudiantes de pleno aprendizaje remoto, aunque inferior al de sus pares en modalidad completamente presencial.
Las brechas en el rendimiento no se han cerrado, incluso con el retorno a la enseñanza presencial. Las evaluaciones más recientes, realizadas en la primavera de 2023, indicaron que, en términos generales, los estudiantes no han logrado recuperarse de las pérdidas académicas sufridas durante la pandemia.
Aquellos estudiantes de distritos que permanecieron en modalidades remotas o híbridas el 90% o más del año escolar 2020-21 todavía tienen casi el doble del camino por recuperar en comparación con quienes volvieron a las aulas durante la mayor parte de ese periodo.
Brechas educativas
La pandemia de COVID-19 también exacerbó las brechas educativas existentes, especialmente en comunidades empobrecidas, reveló un análisis realizado por Sean F. Reardon, profesor de pobreza y desigualdad en educación en Stanford, y Thomas J. Kane, economista en Harvard.
Este estudio destacó cómo la combinación de pobreza y aprendizaje remoto resultó en pérdidas académicas significativas, con un impacto particularmente severo en los resultados de matemáticas para los estudiantes de distritos más pobres: “Por cada semana que se pasó en aprendizaje remoto, los estudiantes en distritos pobres experimentaron pérdidas más pronunciadas en matemáticas” explicó Reardon.
El informe también identificó que las tasas de pobreza de una comunidad y la duración del cierre de escuelas tuvieron un efecto “aproximadamente igual” en los resultados estudiantiles. Las comunidades más afectadas incluyen áreas pobres y comunidades afroamericanas, que no solo se enfrentaron a tasas de mortalidad por COVID-19 más altas, sino que también manifestaron una mayor reticencia a volver a la presencialidad debido a preocupaciones de salud.
Además de la modalidad de aprendizaje y la pobreza en la comunidad, el estudio de Stanford y Harvard encontró que otros factores contribuyeron a empeorar los resultados de los estudiantes. Entre ellos, el aumento de ansiedad y depresión entre los adultos en la vida de los niños, así como la restricción general de la actividad social en una comunidad, demostraron tener un impacto negativo significativo.
Una estrategia sin resultados
A pesar de las preocupaciones iniciales sobre la seguridad de la reapertura, estudios y observaciones recientes sugieren que el cierre de escuelas no desempeñó un papel significativo en la ralentización de la propagación del virus.
Este argumento es apoyado por expertos en enfermedades infecciosas, como la Dra. Jeanne Noble, quien dirigía la respuesta al Covid en el departamento de emergencias de U.C.S.F. Parnassus, quien destacó que “los líderes de enfermedades infecciosas han coincidido generalmente en que el cierre de escuelas no fue una estrategia importante en la contención de la propagación del Covid”.
A medida que el debate sobre la reapertura de las escuelas tomaba fuerza, surgieron claramente dos posturas políticas. Por un lado, gobernadores republicanos argumentaban a favor de la reapertura temprana de las instituciones educativas, alegando el éxito de su enfoque. Contrariamente, los demócratas y sindicatos de maestros se inclinaban hacia una mayor cautela, poniendo énfasis en la seguridad y el bienestar de estudiantes y docentes.
La Federación de Maestros de Filadelfia, bajo el liderazgo de Jerry T. Jordan, ejemplificó esta actitud conservadora al resistirse a un regreso presencial prematuro temiendo por la falta de vacunas y la mala ventilación en los edificios escolares. “No importa lo que esté ocurriendo en el edificio y cuánto estén aprendiendo las personas si están contrayendo el virus y corren el potencial de morir”, señaló Jordan, justificando la decisión de retrasar la reapertura parcial de las escuelas de Filadelfia hasta la primavera de 2021.
El enfoque hacia la reapertura de las escuelas varió notablemente a nivel internacional. Europa y algunas partes de Estados Unidos brindaron evidencia preliminar que no solo señalaba que los niños eran menos propensos a enfermarse gravemente, sino que la apertura de escuelas, con las medidas de seguridad adecuadas, no conllevaba un aumento significativo en la transmisión del virus.