La dirección del lugar es un secreto. Hasta el día anterior, cuando los espectadores reciben un email para confirmar sus entradas, sólo se sabe que Conjuring The King, una extravanganza inmersiva alrededor de Elvis Presley y sus fans, sucede en Little River, uno de los barrios de Miami que parece crecer hoy como Wynwood hace 15 años.
Al llegar, en la calidez primaveral de un patio, Tanya Bravo recibe a los asistentes. “¿Vienes a lo de Elvis?”, pregunta la fundadora y directora ejecutiva de Juggerknot Theatre Company. Está de pie junto a una gigantografía de Elvis y una mesa de bebidas en la que hay un bourbon Elvis, que promete aromas de mantequilla de maní, banana y tocino. “Allá está Peggy, que te hará pasar”.
Peggy tiene un peinado batido espectacular, un flequillo desafiante y un fuerte acento del sur de los Estados Unidos. En la pequeña oficina donde recibe a los 15 espectadores que, como máximo, se admiten en cada función de esta obra de teatro, hay una pared empapelada con artículos y fotos del Rey del Rock’n’Roll. Peggy los invita a tomar unas gafas negras bien seventies y un chaleco de lentejuelas o una capa brillante para darle un upgrade a ese jean con remera y zapatillas que predomina entre los asistentes.
Y una vez que escriben sus nombres en un sticker que los identifica como miembro del imaginario Miami Elvis Fan Club, están listos para entrar a ver la dramedia que escribió Dipti Bramhandkar y dirigió Ana Margineanu.
—If you’re looking for trouble / you’ve come to the right place.
La voz de Elvis los provoca: “Si buscas problemas, estás en el lugar correcto”. Pero los labios de los que parece salir son los de la actriz que interpretan a Avery, la presidenta del club de fans. Según la función —se alternan dos talentos, ambas con el mismo jopo pompadour— será Susie K. Taylor o June Raven Romero.
“Las dos, por separado, aportamos al personaje”, contó Romero, actriz y activista de la comunidad trans, que trabajó en otras puestas de Juggerknot Theatre y es miembro de Pioneer Winter Collective. “Hicimos lo que llamamos ‘ensayos de fusión’: nos observábamos la una a la otra, mezclamos nuestras actuaciones. Si algo se sentía más apropiado o más artísticamente genuino, lo adoptábamos”.
La escenografía ocupa la sala entera: todo tipo de memorabilia de Elvis. Desde un piano a innumerables fotos, desde los muebles estilo Las Vegas —laca y terciopelo— hasta un piano, los objetos conforman un museo de aquel Elvis que movió la pelvis, y a continuación el mundo hizo “plop”, como evoca una canción del rock argentino de 1980, “Mientras miro las nuevas olas”. Conviene recordar que las comunidades de fans de Elvis existen, y han sobrevivido a capas geológicas de nuevos géneros musicales y nuevos ídolos, desde mediados de los cincuenta: setenta años ya.
Las obras más recientes que el Rey ha inspirado son Elvis (2022), la película de Baz Luhrmann, con una actuación destacada de Austin Butler, y Priscilla (2023), de Sofia Coppola. Y ahora, Conjuring the King.
—Y con respecto al museo, ¿de dónde vino toda la memorabilia de Elvis?
—¡Podríamos escribir una obra sobre eso! —bromeó Bravo—. Contactamos coleccionistas como Avery, en eBay, en Facebook Marketplace, en OfferUp, y cuando fuimos a recoger los objetos conversamos con las personas. Había historias realmente interesantes. Una mujer nos contó que su madre era la fan de Elvis y acababa de morir: ”Yo no sabía qué hacer con esto. Estoy tan feliz de que se vaya a mostrar”, nos dijo. Y vimos hasta qué punto esta comunidad es todavía relevante. Elvis murió a los 42 años de edad, en 1977, y ahora, en 2024, sigue habiendo grandes fans.
Hay, desde luego, mucho, mucho movimiento de pelvis a lo largo de los casi 90 minutos que dura el show. Las dos actrices están entrenadas para eso: “Vengo del teatro musical, soy cantante y bailarina además de actriz”, contó Romero. “Susie también viene de la performance de baile y es instructura de pole dance”.
Algunos de los asistentes —es parte de la dinámica de la puesta— pueden tocar piezas particularmente raras de la escenografía, como un dólar en el que George Washington ha sido reemplazado por el Rey —porque In Elvis We Trust— o una bola de nieve de cotillón que cae sobre un par de mini zapatos de gamuza azul. Pero contar más detalles sería arruinar la experiencia multisensorial —los cinco sentidos estarán involucrados— en un espacio lleno de sorpresas y en el cual, de pronto, el unipersonal se convierte en un show en el que todos participan con las actrices. De esa manera, ninguna de las funciones, que se ofrecen de miércoles a domingo, hasta el 28 de abril, puede ser exactamente igual a otra: todas son únicas.
Lo que sí se puede compartir es que la travesía de Avery es una profunda exploración de por qué los humanos buscamos ídolos y comunidad. “Empezamos a profundizar en su psiquis y a entender el otro lado de su mundo”, contó Bravo. “¿Por qué necesita ser tan ultra fan? ¿A qué se enfrenta? ¿Se siente sola? Hoy tenemos los Swifties, pero siempre ha habido todo tipo de fandom. ¿Por qué sentimos la necesidad de apegarnos a alguien? ¿Y qué significa eso?”.
Bramhandkar, autora del texto, coincidió: “Vivimos en la era del fan. De Britney a Beyoncé, pasando por Taylor, los debates sobre su influencia, su dominio y nuestro interés por cada uno de sus movimientos me hicieron pensar en las razones del fandom, y explorar otros temas, como el amor propio y la identidad en un mundo que puede ser expoliador y difícil de navegar”. Eligió a Elvis por considerar que, si bien ya hay una distancia con su figura y su arte, “seguimos viviendo en su mitología, seamos conscientes de ello o no”.
El clima que logran las actuaciones (y el público) va cambiando a lo largo de Conjuring the King, a medida que se va pasando de canciones como “Hound Dog” o “Blue Suede Shoes” a “A Little Less Conversation” o “Burning Love” a “Heartbreak Hotel” o “Are You Lonesome Tonight?”. Y la gente se va con esas canciones de Elvis en la cabeza, donde reverberan por varios días.
Juggerknot Theatre Company produce teatro inmersivo en Miami desde 2016, con puestas que integran el lugar donde sucede: por ejemplo, las de Miami Motel Stories se desarrollaron en hoteles y moteles. “Vivimos en un mundo basado en la tecnología, y la gente necesita conectar de una manera diferente”, observó Tanya Bravo. “El teatro inmersivo te permite hacerlo”.
—¿De qué manera?
—Proporciona una forma única de entender a otras personas, de empatizar con ellas, porque literalmente te pones en su lugar, estás en su espacio, tocas sus cosas. Usas todos los sentidos. En un teatro tradicional, la gente está sentada en sus butacas viendo el espectáculo; en un entorno inmersivo, el público tiene mucho más control. Camina por donde quiere, les habla a los actores. Y los actores tienen que estar acostumbrados a improvisar para hacer frente a la gente.
—¿Qué desafíos presenta ese mayor control en manos del público?
—Muchas veces hay sorpresas. A veces puede ser una buena sorpresa, a veces puede ser una mala sorpresa.
El verdadero club de fans de Elvis en Miami —porque, desde luego, hay uno in real life— las contactó, con curiosidad sobre los rumores que corrían en la ciudad. Algunos fans realmente hardcore viajaron desde Sarasota (373 kilómetros, 233 millas) con vestuario adecuado para la ocasión: “Eran muy entusiastas, sabían mucho más que nosotras sobre Elvis, fue emocionante”, recordó Bravo. “Una mujer mayor nos contó que ella amaba a Elvis desde que tenía diez años, y nos mostró un impresionante tatuaje de él que lleva en su brazo”.
Otros espectadores se enganchan más con la historia de Avery, con su travesía emocional, que tiene un fuerte desenlace inesperado. “Todos nos relacionamos con ella”, observó Bravo, ”porque al final del día puedes juzgar a la gente pero, sabes, tú también tienes, todos tenemos, nuestros pequeños secretos para lidiar con nuestra soledad o nuestras inseguridades”.
En los “ensayos de fusión”, recordó Romero, su colega Taylor “iluminó mucho la realidad detrás de la aparente locura de esta mujer”. Varias veces en la representación se percibe una clara ambigüedad: “La gente podría mirarla y decir que está loca, pero en realidad es sólo una combinación de circunstancias que ha vivido y la hacen comportarse así. La gente también podría verse representada en este personaje, mucho o poco, a que el fandom es —como todo— un espectro: todos participamos de esta cultura impregnada de idolatría, y es sólo una cuestión de hasta dónde lo llevaríamos”.
Como Bravo y Romero, la dramaturga señaló que, “en cierto modo, todos somos Avery, aunque expresemos nuestras pasiones e identidades de fans de formas muy distintas”. El personaje es especialmente expresivo y vulnerable, “y nos permite serlo también a nosotros, si queremos”, cerró Bramhandkar.
Conjuring the King
Obra de Dipti Bramhandkar
Con dirección de Ana Margineanu y actuación de Susie K. Taylor y June Raven Romero
Cuándo: Miércoles 7pm (Taylor), jueves 7pm (Romero), viernes 7:30pm (Taylor) y 9:45pm (Romero), sábado: 7:30pm (June Raven Romero) / 9:45pm (Taylor) y domingo: 2pm (Romero) y 6pm (Taylor)
Cuánto: USD 77
Dónde: https://www.juggerknottheatrecompany.com/conjuringtheking/