Una noche de agosto de 2023, la oscuridad envolvió la casa de Michael Meyden en Lake Oswego, Oregon. Tres niñas de 12 años, amigas de la hija de Meyden, se encontraban allí para una inocente fiesta de pijamas. No sabían que pronto se convertiría en una pesadilla.
Meyden, un padre de 57 años, se involucró de manera inusual en la velada. Entre las 9 y las 11 pm, les sirvió a las niñas batidos de mango, con pajitas de diferentes colores, según consignó USAToday. Los batidos tenían un sabor extraño, y contenían pequeños puntos blancos.
Una de las niñas apenas probó el suyo, solo para ser amable. Fue su salvación.
Las otras dos niñas no corrieron la misma suerte. Tras beber los batidos, cayeron en un sueño profundo, inducido por las benzodiazepinas que Meyden habría mezclado en las bebidas, según la acusación que ahora enfrenta.
La niña que permaneció despierta, aterrada, fingió dormir. Sintió a Meyden acecharlas, intentando separar a las niñas dormidas. Ella las abrazaba, protectora. Él volvía, una y otra vez, durante eternos 15 minutos. Desesperada, la niña envió un angustioso mensaje a su madre:
“Mamá, por favor ven a buscarme y di que tuve una emergencia familiar. No me siento segura. Puede que no responda, pero por favor ven a buscarme (emoji de llanto), Por favor. Por favor, contesta. Por favor. ¡POR FAVOR!”
¿Qué oscuras intenciones albergaba Meyden? ¿Qué habría pasado si esa valiente niña no hubiera enviado ese mensaje desesperado?
Como su madre no respondía, la niña llamó a otros contactos; un amigo de la familia respondió y su madre acudió al rescate. Se llevó a la niña a salvo. Pero las otras dos seguían atrapadas en esa casa del horror: la madre de la pequeña despertó a las otras familias para alertarlas.
Los padres de la niña rescatada regresaron a las 3 am para buscar a las demás. Meyden se resistió, evasivo:
“No entiendo”, dijo, mientras instaba a los padres a volver por la mañana. Las niñas dormían abajo con su hija, argumentó.
Pero ellos persistieron. Bajaron y se llevaron a sus hijas. A la mañana siguiente, las llevaron al Hospital Infantil Randall. Las pruebas revelaron la impactante verdad: positivo para benzodiazepinas en las tres niñas. La pesadilla era real.
“¿Qué pasó?” preguntaban las víctimas, confusas y atemorizadas, incapaces de recordar lo sucedido tras “desmayarse” por efecto de las drogas.
La policía allanó la casa de Meyden. Encontraron un verdadero arsenal: más de cinco frascos de temazepam (pastillas para el insomnio), balanzas, hojas de afeitar y herramientas para triturar pastillas, según consignó USAToday.
Meyden enfrenta ahora graves cargos: causar que otro ingiera una sustancia controlada, aplicar sustancias controladas a otros, suministrar drogas a menores. Fue liberado bajo una fianza de USD 50.000.
Pero el daño ya está hecho: para estas niñas, la noche de la fiesta de pijamas se transformó en una cicatriz imborrable.
¿Qué llevó a este padre a traicionar la confianza de estas niñas inocentes? ¿Fue un impulso momentáneo o un plan cuidadosamente orquestado?
La investigación sigue su curso, con muchas preguntas aún sin respuesta. ¿Por qué pasaron seis meses entre el incidente y el arresto de Meyden? Las autoridades permanecen herméticas.
Mientras tanto, una comunidad conmocionada exige justicia. Para que la pesadilla vivida en la casa de Lake Oswego no se repita. Para que ningún otro niño tenga que enviar un desesperado mensaje en medio de la noche, rogando por su seguridad.