En Portland, Oregon, fue declarado el estado de emergencia para enfrentar la creciente crisis de salud y seguridad pública provocada por el fentanilo, un opioide sintético extremadamente potente y adictivo. Las autoridades de esta ciudad de la costa oeste de Estados Unidos están implementando estrategias innovadoras para combatir el consumo y distribución de este narcótico, que ha devastado a innumerables comunidades americanas con su adicción debilitante y mortífera.
Una de las tácticas incluye la intervención de los oficiales de policía, como Donny Mathew, quien, al patrullar las calles en bicicleta, se encuentra con consumidores activos del fentanilo. A estos individuos se les entrega una multa de 100 dólares, pero con una oportunidad redentora: la posibilidad de que esta sea pagada si aceptan someterse a una evaluación médica que puede abrirles la puerta a tratamientos de adicción.
La guerra contra el fentanilo, que es hasta 100 veces más potente que la morfina y muy barato de producir, es una batalla cuesta arriba, especialmente dada su capacidad para mezclarse con otras sustancias ilícitas, que exacerban su peligrosidad. Los esfuerzos de las autoridades incluyen el aumento de arrestos de narcotraficantes, el lanzamiento de un equipo de respuesta rápida a sobredosis por parte del departamento de bomberos y una mayor presencia de trabajadores de alcance en áreas críticas para conectar a las personas con servicios de tratamiento, recuperación y vivienda.
En respuesta a este desafío sin precedentes, a finales de enero, el alcalde de la ciudad, el presidente del condado y la gobernadora de Oregon, Tina Kotek, todos miembros del partido demócrata, anunciaron una declaración de emergencia por 90 días. Además, los legisladores estatales dieron su aprobación a una propuesta de ley que busca revertir una medida de 2020 que despenalizaba la posesión de sustancias duras, incluido el fentanilo. Sin embargo, Kotek aún no ha decidido si promulgará o vetará este proyecto de ley, según informó un portavoz a CNN.
“Nuestro país y nuestro estado nunca han visto una droga tan mortal y adictiva”, declaró Kotek, prometiendo una “colaboración sin precedentes y recursos enfocados” para combatir esta crisis. La estrategia incluye también campañas de salud pública y esfuerzos de los funcionarios por centralizar y utilizar datos para identificar y responder a las necesidades urgentes y llenar los huecos en el servicio de manera rápida.
Mike Myers, director de la División de Seguridad Comunitaria de la ciudad, subraya la importancia de actuar rápidamente, no solo durante la emergencia de tres meses, sino también después, para asegurar una respuesta efectiva a largo plazo frente al fentanilo. La meta es clara: salvar vidas en una carrera contra el tiempo, enfrentando un enemigo que es “sucio barato, muy peligroso” y “omnipresente”, en palabras del Dr. Andy Mendenhall, presidente de un grupo de divulgación y tratamiento.
“un pico extremadamente peligroso”
En Oregon, la lucha contra el consumo y la sobredosis de drogas, especialmente el fentanilo, se ha intensificado tras la implementación de la Medida 110 en 2020, una legislación que busca tratar la adicción desde una perspectiva de salud pública en lugar de mediante sanciones penales. Esta política transformó la posesión de drogas en un delito no mayor que una infracción de tráfico, según declaró el oficial David Baer de la policía de Portland a CNN.
Sin embargo, los esfuerzos de los trabajadores de la salud pública, los equipos de alcance y la policía se enfrentan a una tarea ardua dada la creciente ola de muertes por sobredosis en el estado.
Desde la promulgación de la Medida 110, las muertes por sobredosis de opioides en Oregon han experimentado un alarmante incremento, pasando de 280 en 2019 a 956 en 2022, con 628 casos registrados hasta la fecha en el último año, según datos estatales. “Nos encontramos en un pico extremadamente peligroso”, advirtió Rachael Banks, Directora de Salud del Condado de Multnomah. A nivel nacional, las muertes por sobredosis involucrando fentanilo se han cuadruplicado en cinco años hasta 2021, según reportó el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Desde la perspectiva de los equipos de salud y de intervención, el combate contra el fentanilo presenta desafíos particulares debido a su alta adicción. Dave Crosby, supervisor del programa de Central City Concern y quien anteriormente vivió en la calle y luchó contra la adicción, destaca la ferocidad con que esta droga captura la voluntad de los individuos: “Incluso amando a tu familia, a tus amigos y deseando ser un miembro destacado de la sociedad, todo en lo que realmente piensas es en tu próxima dosis o en tu próximo subidón”.
Una medida de emergencia necesaria
El doctor Richard Bruno, oficial de salud del condado de Multnomah, destacó la importancia de la declaración de emergencia, afirmando que “permite que muchas de las agencias comiencen a comunicarse y compartir datos donde no siempre lo hemos hecho en el pasado”. Una medida crucial que busca enfrentar un problema que va más allá de la disponibilidad de drogas, abordando factores personales complejos como la pobreza multigeneracional, la pérdida de empleo, enfermedades mentales, la depresión y la ansiedad.
Para abordar esta crisis de manera efectiva, las autoridades han prometido aumentar la conciencia pública sobre las cualidades adictivas del fentanilo, crear un acceso más amplio a agentes de reversión de sobredosis como el naloxone y expandir el acceso a tratamiento y recuperación. Esto incluye aumentar la visibilidad y coordinación entre las entidades sin fines de lucro que proporcionan servicios de vivienda y tratamiento de adicciones. Este enfoque integral reconoce que, si bien declarar una emergencia es un paso importante, “no es como pulsar un interruptor y desencadenar un flujo de recursos y financiamiento,” indican las autoridades.
Este esfuerzo mancomunado entre el estado, el condado y la ciudad, operando bajo un comando unificado, busca identificar dónde existen lagunas en los recursos, qué más se puede hacer y a dónde deben dirigirse estos esfuerzos. La meta final es poder ofrecer una red de apoyo robusta que pueda manejar las complejidades del abuso de fentanilo, acompañando a los individuos hacia la recuperación y, en última instancia, a una vida más estable y saludable.