Robert Pérez, un músico y técnico de grabación ganador de un premio Grammy, nunca imaginó que su diagnóstico de diabetes tipo 2 le costaría su pierna derecha. Tras sufrir una infección en un dedo del pie, Pérez enfrentó una amputación como única opción para salvar su vida. Robert, como miles de hombres en San Antonio, Texas en Estados Unidos, es el rostro de una severa crisis de salud debido a un crecimiento alarmante en casos de amputaciones relacionadas con la diabetes.
En particular, este problema impacta con fuerza en la comunidad latina, donde se confirmó una combinación letal de factores genéticos, acceso limitado a servicios de salud y dietas ricas en alimentos procesados que desencadenan esta emergencia sanitaria.
“Es un problema enorme en San Antonio y me atrevería a decir que es la capital mundial del pie diabético, en términos de complicaciones”, dijo al New York Times Michael Sobolevsky, médico podólogo del Instituto de Diabetes de Texas. De acuerdo con el diario neoyorquino, el índice de amputaciones en Texas es uno de los más altos a nivel nacional, con unas 52 operaciones por cada 100,000 ingresos hospitalarios.
El instituto, bajo la administración de la organización University Health y localizado en la parte oeste de San Antonio, un área predominantemente habitada por mexicano-americanos, recibe a pacientes hombres que desarrollan úlceras en los pies causadas por la diabetes tipo 2. Muchos llegan a necesitar amputaciones para salvar sus vidas dada la gravedad de la enfermedad, que ha elevado la tasa de mortalidad en el condado de Bexar, según datos analizados por el departamento de salud de la ciudad del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
El Instituto de Diabetes de Texas aborda en la actualidad alrededor de 80,000 pacientes al año y ofrece un programa completo de atención para la diabetes, incluyendo investigación, diagnóstico, tratamiento, educación dietética, terapia física —y amputaciones—. Sus paredes, adornadas con dibujos de pies y piernas, sirven como un recordatorio constante de los peligros que acechan si las llagas en las extremidades diabéticas no se tratan.
El impacto cultural y el estigma asociado con la enfermedad se destacan particularmente entre la población masculina, que se resiste a buscar ayuda médica debido a normas sociales arraigadas que fomentan una actitud de aguantar sin quejarse. Julius Hunter, coordinador del programa de Prevención y Control de la Diabetes en San Antonio, reconoce que “los mensajes de ‘¿Eres hombre o vas a llorar como un niño?’” resuenan hasta la adultez, sobre todo entre los hombres afroamericanos.
Diabetes y amputaciones
La diabetes es una enfermedad crónica que puede provocar múltiples complicaciones en diferentes órganos y tejidos del cuerpo. Una de las complicaciones más graves es el daño a los vasos sanguíneos y a los nervios, especialmente en las extremidades inferiores. Esta situación puede conducir a una disminución de la circulación sanguínea y a la pérdida de sensibilidad, lo que a su vez aumenta el riesgo de úlceras e infecciones.
Las úlceras diabéticas son lesiones que pueden desarrollarse, generalmente en los pies, debido a la combinación de mala circulación y daño nervioso (neuropatía diabética). Estas úlceras son difíciles de curar y pueden infectarse fácilmente. La infección puede diseminarse y causar una gangrena, que es la muerte del tejido debido a la falta de sangre.
Si la gangrena no se trata a tiempo o si la infección es severa y no responde al tratamiento médico, a menudo con antibióticos y desbridamiento de tejidos muertos, puede ser necesario recurrir a la amputación. La amputación se realiza para eliminar la parte del cuerpo que está muerta o infectada para salvar la vida del paciente y prevenir la propagación de la infección.