Ocho meses después de cruzar el río Bravo hacia Estados Unidos, una pareja de veintitantos años, quienes fueron entrevistados por el medio de comunicación Telemundo 51, se encuentra en una encrucijada en los tribunales de inmigración en Miami. A través de un intérprete, Aarón Rodríguez y Cindy Baneza solicitan más tiempo para encontrar un abogado que los asista en su solicitud de asilo, enfrentan la amenaza de deportación a Honduras, donde las pandillas los persiguen.
La jueza Christina Martyak concede una prórroga de tres meses y remite a la pareja a la asistencia jurídica gratuita proporcionada por la Arquidiócesis Católica de Miami. Su caso se suma a los 3 millones sin precedentes que actualmente abruman los tribunales de inmigración en todo Estados Unidos, según datos compilados por la Universidad de Syracuse.
Crisis en las cifras
El aumento récord de inmigrantes buscando asilo tras cruzar la frontera ilegalmente ha llevado a una acumulación de casos que ha crecido en más de un millón durante el último año fiscal, triplicando las cifras de 2019. Este fenómeno preocupa a jueces, abogados y defensores de los inmigrantes, quienes temen que el sistema ya saturado se vuelva inviable.
El tribunal de Miami enfrenta actualmente alrededor de 261 mil casos de inmigrantes en procedimientos de deportación, la lista más extensa a nivel nacional. Esta acumulación incluye a inmigrantes detenidos por cargos no relacionados que han estado en el país por décadas, pero la mayoría son nuevos solicitantes de asilo que declaran temor a la persecución en sus países de origen.
Asilo y política fronteriza
A pesar de la atención limitada en los debates sobre inmigración, los tribunales administrados por el Departamento de Justicia se han convertido en un foco crítico en el actual contexto político. La propuesta de USD 110 mil millones del gobierno del presidente Joe Biden, actualmente en negociación en el Senado, vincula la ayuda a Ucrania e Israel con cambios en la política fronteriza y el asilo.
La situación se complica cuando las autoridades estadounidenses liberan a los inmigrantes detenidos en la frontera con poca información sobre el próximo paso. Randy McGrorty, director ejecutivo de Catholic Legal Services de la Arquidiócesis de Miami, señaló al medio antes mencionado que muchos son liberados “sin tener idea de lo que vendrá después.”
La falta de representación legal individual se ha vuelto más problemática dado el enorme número de casos. Los defensores, como Miguel Mora de Servicios Legales Católicos, trabajan para enseñar a los inmigrantes a realizar sus propias peticiones y representarse ante los jueces. Sin embargo, este círculo vicioso, donde la falta de empleo dificulta la contratación de abogados, prolonga aún más los casos.
Dificultades post-liberación
A pesar de las prórrogas otorgadas por jueces como Martyak, el proceso lento significa que los solicitantes de asilo pasan años sin reunirse con sus familias y sin integrarse completamente en la sociedad estadounidense, según Karen Musalo, del Center for Gender & Refugee Studies en la Universidad de California en San Francisco.
Los registros gubernamentales indican que los jueces han completado más casos en el último año que nunca antes, pero la lista de casos sigue creciendo rápidamente. La presidenta de la National Association of Immigration Judges, Mimi Tsankov, sugiere que duplicar el número actual de jueces a unos 1.400 podría resolver el retraso para 2032.
A pesar de los esfuerzos actuales, expertos como el juez retirado Paul Schmidt advierten que el sistema disfuncional requiere cambios significativos de políticas. Propuestas como resolver administrativamente la mayoría de los casos de asilo podrían ser clave para abordar la crisis en los tribunales de inmigración de Estados Unidos, que se ha agravado progresivamente desde el gobierno de Obama.
En medio de este caos, las historias individuales de los inmigrantes, como la pareja hondureña de Rodríguez y Baneza, reflejan la complejidad y las dificultades del sistema. Mientras la crisis persiste, la necesidad de soluciones efectivas y humanitarias en el sistema de asilo de Estados Unidos se vuelve más apremiante que nunca.