Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Illinois, en Chicago, proyectó que para el año 2100, casi la mitad de las casi 30.000 ciudades en Estados Unidos experimentarán un declive en su población, convirtiéndose en “pueblos fantasma”. Esta tendencia, observada durante los últimos 20 años, sugiere que la disminución demográfica podría oscilar entre el 12% y el 23% de la población actual de dichas locaciones, presentando desafíos sin precedentes.
El impacto de esta reducción poblacional implicaría una pérdida de servicios básicos tales como el tránsito, acceso a agua limpia, electricidad y conectividad a internet. Además, la decreciente base impositiva afectaría directamente a los servicios fundamentales de las ciudades.
El desplazamiento poblacional podría acarrear desafíos adicionales al restar recursos esenciales en las áreas que pierdan habitantes, complicando más su situación. El informe sugiere que, a pesar de que la inmigración podría desempeñar un papel vital, persistirán los retos en la distribución de recursos a menos que se produzca un cambio de paradigma que aparte la planificación basada únicamente en el crecimiento.
La investigación indica que las urbes con ingresos medios más bajos situadas en el noreste y medio oeste de Estados Unidos son más propensas a experimentar despoblación con el tiempo en comparación con las regiones del oeste y sur del país. Se pronostica que Hawái y el Distrito de Columbia no sufrirían pérdida alguna de habitantes.
New York Post resaltó que el fenómeno no solo se observa en pequeñas ciudades, sino también en importantes centros metropolitanos como Detroit, Cleveland y St. Louis, aunque a un ritmo moderado o lento. Mientras esas localidades enfrentan este declive, ciudades “suburbanas y periurbanas” cercanas están atrayendo residentes.
Este patrón también se registra en centros metropolitanos del sur, como Columbus, Georgia; Birmingham, Alabama y Memphis, Tennessee. Paralelamente, después de la pandemia de COVID-19, se ha visto una migración de residentes desde estados tradicionalmente demócratas como California y Nueva York hacia estados republicanos del Sun Belt, buscando costos de vida más bajos y menores impuestos.
Por otra parte, un nuevo estudio basado en cinco escenarios climáticos conocidos como Vías Socioeconómicas Compartidas (SSPs), establecidas por la Sexta Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), se proyecta que las poblaciones del 40% de las ciudades de Estados Unidos podrían crecer para 2100. Entre las ciudades estimadas para crecer están Nueva York, Los Ángeles, Atlanta, Houston y más.
Los investigadores enfatizaron la necesidad de alejarse de la planificación basada en el crecimiento y mantener y proveer infraestructura de manera sostenible para todas estas ciudades. Contrariamente, las grandes urbes tienen menos probabilidades de menguar en población que las ciudades pequeñas en áreas rurales más remotas.
Aunque las tendencias poblacionales para los próximos 76 años son aún inciertas, el IPCC ha dejado claro que nos encontramos en una ventana crítica y que se cierra rápidamente para mitigar los peores impactos del cambio climático en la sociedad. El futuro demográfico de Estados Unidos parece encaminarse hacia un cambio drástico, con ciudades fantasma como un posible paisaje en el horizonte del año 2100.