El iceberg A23a, con una superficie de aproximadamente 3.990 kilómetros cuadrados, el doble del tamaño de Londres, tres veces el tamaño de la ciudad de Nueva York, y un grosor de 400 metros, comenzó a desplazarse hacia el Océano Antártico, tras permanecer inmóvil en el lecho marino durante 30 años. Recientemente, el Estudio Antártico Británico (BAS) reveló imágenes de este ‘megaberg’ obtenidas por el buque de investigación RRS Sir David Attenborough.
El RRS Sir David Attenborough, que lleva el nombre del célebre y muy famoso ambientalista británico, está desplegado en una expedición de 10 días que forma parte de un proyecto destinado a investigar cómo los ecosistemas antárticos y el hielo marino influyen en los ciclos globales de carbono y nutrientes en los océanos, según confirmó USA Today.
Originario de la barrera de hielo Filchner desde 1986, el A23a se mantuvo anclado al fondo marino hasta que a finales de noviembre se liberó, iniciando su travesía desde el sector del Mar de Weddell hacia aguas abiertas. La corriente Antártica Circumpolar probablemente dirigirá el iceberg hacia ‘la avenida de los icebergs’, orientándolo hacia su trayectoria común cerca de la isla Georgia del Sur.
“Ha sido una suerte increíble que la ruta de salida del iceberg del Mar de Weddell se cruzara directamente con nuestra ruta prevista y que tuviéramos el equipo adecuado a bordo para aprovechar esta oportunidad” contó al diario británico Daily Mail, Andrew Meijers, científico jefe del RRS Sir David Attenborough y líder de Ciencias Oceánicas Polares del BAS.
Además de documentar visualmente al A23a, los investigadores recogieron muestras que proporcionarán un mayor entendimiento sobre el impacto del cambio climático en el Océano Austral y sus ecosistemas. Laura Taylor, biogeoquímica y miembro del equipo, resaltó la incógnita sobre la influencia específica que icebergs de distintos tamaños y orígenes pueden tener en procesos ecológicos.
“Sabemos que estos icebergs gigantes pueden aportar nutrientes a las aguas que atraviesan, creando ecosistemas prósperos en zonas que de otro modo serían menos productivas. Lo que no sabemos es qué influencia pueden tener en ese proceso determinados icebergs, su escala y su origen. Tomamos muestras de las aguas superficiales del océano por detrás, inmediatamente adyacentes y por delante de la ruta del iceberg” explicó al Mail.
Las muestras tomadas del agua en distintos puntos alrededor de la ruta del iceberg ayudarán a determinar la vida marina que podría prosperar en estas aguas y cómo esta masa de hielo, al igual que otras, afecta el equilibrio del carbono en el océano y su relación con la atmósfera. El calentamiento global, que provoca el ascenso de las temperaturas del agua y del aire, está acelerando la desestabilización de las costas de Antártida y Groenlandia, aumentando la tasa de desprendimiento de icebergs.
El iceberg A76, que se desprendió de la plataforma de hielo Ronne en la Antártida en mayo de 2021 y hasta ahora ostentaba el récord del más grande, se ha fragmentado en tres partes, inicialmente tenía una superficie de aproximadamente 4,320 kilómetros cuadrados.
El seguimiento de este iceberg es de particular interés para los científicos, quienes monitorean su trayectoria y evolución como parte de los estudios sobre los efectos del cambio climático. Los cambios en la masa de hielos flotantes como el A76 pueden tener implicaciones en los niveles del mar y en los ecosistemas marinos, por lo que su monitoreo a través de satélites y otros instrumentos es crucial para entender su impacto potencial.
Es importante destacar que la dinámica y el destino final de los icebergs son impredecibles, ya que dependen de las corrientes oceánicas, la temperatura del agua y las condiciones atmosféricas. El A76 continúa siendo objeto de estudio mientras sigue su curso por las aguas del hemisferio sur.