La historia de Jarad Nava, un ex recluso condenado a 162 años que ahora trabaja en el Capitolio de California

Una vida en la cárcel fue milagrosamente convertida en un testimonio de rehabilitación que llegó hasta el gobernador del estado, Gavin Newsom, quien le otorgó la conmutación de su sentencia a 10 años y posteriormente obtuvo la libertad condicional

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Jarad Nava se integró en la vida política tras superar una juventud marcada por la violencia y una sentencia de cárcel de 162 años (Jason Armond/Los Ángeles Times)
Jarad Nava se integró en la vida política tras superar una juventud marcada por la violencia y una sentencia de cárcel de 162 años (Jason Armond/Los Ángeles Times)

Las marcas de su pasado, tatuajes con resonancias de su vida anterior, quedan ocultas bajo una indumentaria formal que porta en los pasillos del Capitolio, una vida que hasta hace poco parecía inalcanzable para él. Tras haber sido sentenciado a 162 años de prisión por un delito que cometió a los 17 años, Jarad Nava, ahora con 28 años, logró integrarse como asistente en el Comité de Seguridad Pública del Senado del estado de California.

Este grupo de legisladores desempeña un papel crucial en la evaluación de la legislación vinculada al sistema de justicia penal, la misma que un día lo condenó a una larga temporada tras las rejas por “disparar a un automóvil en el que viajaban cuatro personas”, como contó al diario Los Angeles Times.

Nava logró su libertad al aprender a aceptar y asumir la responsabilidad de sus actos, un proceso que implicó trabajo disciplinado, fe renovada y una reflexión profunda sobre las circunstancias que lo llevaron hasta el punto más turbulento de vida.

La infancia y adolescencia difíciles de Jarad Nava no determinaron su destino final.(Jarad Nava/Los Angeles Times)
La infancia y adolescencia difíciles de Jarad Nava no determinaron su destino final.(Jarad Nava/Los Angeles Times)

La génesis

Nacido en Battle Creek, Michigan, en 1995, la infancia de Nava estuvo marcada por traslados constantes y una vida familiar inestable. Desde temprana edad, Nava destacó en matemáticas, pero a pesar de su habilidad, las dificultades provocadas por más de una docena de cambios escolares entre kindergarten y quinto grado, entorpecieron su rendimiento académico.

El deporte era su escape; sin embargo, en otro azar del destino, a los 11 años su familia no pudo costear su continuidad en la liga de béisbol infantil, lo que significó la pérdida de uno de sus pilares de estabilidad en medio de la desintegración familiar.

El divorcio de sus padres fue otro de los eventos que contribuyó a una niñez y adolescencia complejas. Siendo muy joven se volvió prematuramente responsable de su sustento, asumiendo trabajos que incluían vender suscripciones de periódicos y distintos objetos como ositos de goma, cables de conexión, velas; hasta iniciar su propia empresa de ropa.

El momento en que asegura que dejó de ser un niño lo recuerda con claridad: tenía 13 años y los gritos de madre en el garaje lo despertaron una noche, su padrastro, a quien consideraba un héroe había tratado de suicidarse.

“No sabía cómo ser un niño, básicamente” dijo Nava al diario californiano.

Antes de sus 20 años, la vida de Nava ya estaba marcada por la inestabilidad y retos que le prepararían para un futuro inesperado (Jarad Nava/Los Angeles Times)
Antes de sus 20 años, la vida de Nava ya estaba marcada por la inestabilidad y retos que le prepararían para un futuro inesperado (Jarad Nava/Los Angeles Times)

Pandillas

A los 16 años, Nava ingresó a la pandilla Pomona Don’t Care Krew (DCK), donde inició su vida delictiva cometiendo delitos menores. Era un momento en el que para él “muchas cosas en la vida parecían tan impotentes” pero Pomona DCK, se sentía como una “verdadera familia”.

El apego al grupo y el deseo de impresionar a sus pares intensificó su comportamiento criminal, llevándolo a beber, fumar cannabis y portar un arma con la creencia de que la violencia le otorgaba respeto y seguridad: “Cuanto más violento eras, más te sentías respetado o temido”, recordó Nava. “Para protegerme, sentí que cuanto más violencia perpetrara contra los demás, más seguro estaría”.

Ese camino de ilícitos, lo llevó a ser inculpado con cuatro cargos de intento de homicidio, después de un tiroteo ocurrido la noche del 29 de septiembre de 2012, en Pomona, California. La escalada de violencia surgió de un conflicto con la pandilla rival Cherrieville, que incluyó varios enfrentamientos armados que culminaron con un tiroteo en la intersección de las avenidas Glen y Orange Grove.

En el suceso, Yesenia Castro, de 16 años, recibió un disparo que la dejó paralizada de la cintura hacia abajo y otras tres jóvenes estaban en el vehículo atacado, sufriendo diversas lesiones. La captura se produjo seis días después del suceso, cuando la policía rodeó su domicilio y le instó a entregarse.

Jarad Nava, quien formó parte de una pandilla y cometió graves delitos, ahora trabaja en la rehabilitación del sistema (Instagram @jarad_jacob_)
Jarad Nava, quien formó parte de una pandilla y cometió graves delitos, ahora trabaja en la rehabilitación del sistema (Instagram @jarad_jacob_)

Nava, quien actuó bajo los efectos del alcohol y las drogas, no recordaba los detalles pero fue identificado por las víctimas y terminó confesando el crimen durante un interrogatorio. Posteriormente, la policía encontró un arma en su residencia, añadiendo un cargo adicional por posesión ilegal de armas.

Se enfrentó a los cargos en calidad de adulto, gracias a una prerrogativa legal en California para jóvenes de 16 y 17 años, con el objetivo de mantenerlos bajo custodia más allá del límite de edad de 25 años impuesto en casos juveniles. Inicialmente, rechazó un acuerdo para declararse culpable que hubiera representado una condena de 30 años de prisión pero “para un adolescente, tres décadas tras las rejas parecían la vida”.

El Juicio y la cárcel

En enero de 2014 en Pomona, California, se inició el juicio contra Nava, quien fue condenado a 162 años de prisión por múltiples intentos de asesinato y posesión de un arma de fuego, declarándose culpable el 7 de febrero de ese mismo año. Unos meses después, Alex Sandoval, acusado de conducir el vehículo la noche del tiroteo, recibió una pena de 30 años tras aceptar un acuerdo de culpabilidad por cargos similares.

Las víctimas del tiroteo, incluida Yesenia Castro, ofrecieron perdón durante el juicio. Castro, afectada profundamente por el suceso, manifestó su perdón hacia sus agresores, a pesar de las dificultades que enfrenta ahora en su vida cotidiana.

El apoyo legal y su transformación personal culminan con la conmutación de su sentencia por el gobernador del estado de California, Gavin Newsom (Jarad Nava/Los Angeles Times)
El apoyo legal y su transformación personal culminan con la conmutación de su sentencia por el gobernador del estado de California, Gavin Newsom (Jarad Nava/Los Angeles Times)

A finales de ese año, Nava fue enviado a la prisión estatal de Ironwood en Blythe. “Fue como darme cuenta de que nunca volverás a casa”, rememoró “En ese momento, me enfrenté a la pregunta de qué iba a hacer con el resto de mi vida”.

Estar aislado le permitió enfrentarse con su pasado, perdonar y buscar una manera de redireccionar el rumbo, aunque su sentencia fuera poco alentadora. En prisión, participó en programas educativos y de superación, aprendiendo Braille, un sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas ciegas y colaborando en iniciativas como la Prison Walk-A-Thon.

En su momento más oscuro se encontró con el amor más grande que asegura puede existir: “El de Jesús” y lo poderoso que es el perdón: “A medida que crecí y realmente entendí la gravedad de lo que había hecho... Diré que fue extremadamente humillante que alguien que había experimentado semejante delito pudiera encontrar en su corazón la capacidad de perdonarme en ese momento” dijo en referencia a Yesenia Castro.

“La mejor manera de describirlo es que siento que no lo merezco”, cuenta. Entregó su vida a Jesús y encontró consuelo en las reuniones religiosas, donde oraba y adoraba junto a los mentores y amigos que hizo en prisión. Jarad encontró su lugar y volvió a sentirse “como en familia”.

Jarad Nava, impulsado por su fe y el perdón recibido, trabaja ahora por las leyes en California (Instagram @jarad_jacob_)
Jarad Nava, impulsado por su fe y el perdón recibido, trabaja ahora por las leyes en California (Instagram @jarad_jacob_)

Un milagro y una nueva vida

Jarad halló gracia y su proceso de transformación personal atrajo la atención de varias figuras, entre ellas la del productor de cine Scott Budnick y la del director de la clínica, Christopher Hawthorne, quienes vieron en él cualidades y un arrepentimiento sincero.

En 2018, la Clínica de Inocencia Juvenil y Sentencia Justa de la Escuela de Derecho de Loyola, influenciada por Budnick, tomó interés en el caso de Nava y presentó una solicitud de clemencia basándose en el trabajo de rehabilitación realizado por Jarad en prisión y en estudios sobre el desarrollo cerebral de los jóvenes. Los abogados de la clínica también resaltaron la difícil historia de vida de Nava, su crecimiento personal y su dedicación hacia su educación y programas de mejoramiento personal durante su encarcelamiento.

El proceso de clemencia se vio reforzado por el apoyo de cartas y argumentos legales, culminando en la conmutación de su sentencia a 10 años por parte del gobernador del estado de California, Gavin Newsom en marzo de 2020. Posteriormente, en una audiencia ante la Junta de Audiencias de Libertad Condicional, Nava fue considerado apto para la libertad condicional tras demostrar un proceso significativo de rehabilitación y expresar planes futuros de estudio y trabajo.

Jarad Nava fue finalmente liberado más de 150 años antes de cumplir su condena, el pasado 22 de diciembre de 2020. Con solo una carta de aceptación del estado de Sacramento, inició una nueva vida en la capital de California, donde ha conseguido una oportunidad laboral significativa en el Comité de Seguridad Pública del Senado estatal.

“Quiero decir que lamento haber intentado asesinarla el 29 de septiembre de 2012... Nunca debería haber experimentado un disparo, y doy gracias a Dios que sobrevivió”, se lee en la carta. “Aunque nunca podré redimir completamente mis acciones, pasaré el resto de mi vida intentándolo” (Jason Armond/Los Ángeles Times)
“Quiero decir que lamento haber intentado asesinarla el 29 de septiembre de 2012... Nunca debería haber experimentado un disparo, y doy gracias a Dios que sobrevivió”, se lee en la carta. “Aunque nunca podré redimir completamente mis acciones, pasaré el resto de mi vida intentándolo” (Jason Armond/Los Ángeles Times)

El camino hacia la reinserción laboral de Nava contó con el apoyo fundamental de Scott Budnick, quien lo recogió y le ayudó a establecerse en Sacramento. Erika Contreras, secretaria del Senado estatal y experta en políticas de justicia penal, ofreció a Nava la posibilidad de realizar una pasantía en el Capitolio estatal, gestión durante la cual manejaría casos del Departamento de Desarrollo de Empleo para trabajadores afectados por la pandemia del COVID-19.

Tras demostrar empatía y dedicación en sus tareas, fue ascendiendo hasta su posición actual en el Comité de Seguridad Pública. Guarda un plan de prevención de recaídas, cartas de apoyo y una carta de disculpa no enviada a Yesenia Castro: “Quiero decir que lamento haber intentado asesinarla el 29 de septiembre de 2012... Nunca debería haber experimentado un disparo, y doy gracias a Dios que sobrevivió”, se lee en la carta. “Aunque nunca podré redimir completamente mis acciones, pasaré el resto de mi vida intentándolo”.

Además del arduo trabajo diario, asiste a clases nocturnas de justicia penal en Sacramento State, con aspiraciones de continuar su carrera en políticas públicas. Cuando los días se tornan difíciles, recurre a su versículo bíblico favorito en busca de esperanza. Romanos 12:2: “No os conforméis más a este mundo. Pero transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál es esa buena y aceptable y perfecta voluntad de Dios.”

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