En el actual conflicto entre Israel y Hamas, las imágenes satelitales han cobrado un rol fundamental como herramienta de verificación de información ante la diseminación de fake news y relatos enfrentados.
La rapidez con la que las empresas privadas de satélite pueden ahora ofrecer vistas detalladas de movimientos militares y posiciones en el campo de batalla está bajo un escrutinio renovado, al evidenciar cómo su operación en zonas de conflicto puede influenciar la contienda, favoreciendo a uno u otro bando dependiendo de la publicación o retención de imágenes en tiempo real.
Sin embargo, una ley de Estados Unidos restringe la difusión de imágenes satelitales que representan a Israel. A través de la Enmienda Kyl-Bingaman (KBA), se establecen límites en la resolución de imágenes comerciales de Israel que pueden ser vendidas por compañías estadounidenses, restringiendo que sean más detalladas que las disponibles internacionalmente.
Promulgada en 1996, la enmienda introducida por los senadores Jon Kyl y Jeff Bingaman fue incorporada a la Ley de Autorización de Defensa Nacional y su propósito principal es proteger la seguridad de Israel limitando la recolección y distribución de imágenes de satélite que podrían revelar detalles sensibles sobre las instalaciones de defensa israelíes.
Esta limitación ha tenido un impacto considerable en el modo en que compañías de satélite comerciales operan en zonas de conflicto. Originalmente, esto hacía que las empresas estadounidenses estuvieran rezagadas en comparación con sus competidoras internacionales como Airbus, con sede en la Unión Europea.
Ante esto, la oficina de Asuntos Reguladores de Teledetección Comercial, que forma parte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) tuvo que adaptar una nueva resolución permitida en 2020, manteniendo la competitividad a medida que la tecnología y el acceso a órbita han mejorado.
De esta manera, la resolución permitida mejoró de 2 metros a 0.40 metros, lo que traduce que un píxel ahora puede representar un espacio cuadrado en el suelo que mide 40 por 40 centímetros, suficiente para interpretar detalles significativos en fotografías de alta fidelidad, según reportó la Radio Pública Nacional (NPR).
“Esto es ciertamente suficiente para poder distinguir lo que sucede en el terreno con bastante alta fidelidad”, dijo a las NPR el analista de imágenes satelitales de la Federación de Científicos Estadounidenses, Matt Korda. Pero los funcionarios israelíes no estuvieron conformes con el cambio.
“Siempre preferiríamos que nos fotografiaran con la resolución más baja posible”, dijo el general de brigada retirado Amnon Harari, jefe de los programas espaciales de Israel, en ese momento en declaraciones citadas por la NPR. “Siempre es preferible que lo vean borroso que con precisión”.
Ante este panorama, empresas de satélite como Planet Labs y Maxar Technologies se enfrentan a la delicada tarea de equilibrar la distribución de imágenes en zonas de conflicto con las restricciones legales de Estados Unidos y la potencial utilización estratégica de estas por parte de actores militares.
En el caso de Planet Labs, han implementado procedimientos para que sólo ciertos grupos como los medios de comunicación y organizaciones humanitarias puedan acceder a imágenes de alta resolución de zonas de conflicto, intentando evitar que los combatientes hagan uso de ellas. Maxar Technologies se negó a hacer declaraciones tras ser consultado por la NPR.
Democratización de las imágenes
Las empresas de imágenes satelitales han transformado su tecnología, antes reservada para agencias secretas, en una herramienta accesible a millones, mostrando fenómenos como desastres naturales y violencia a nivel global, reportando contratos millonarios con agencias de defensa e inteligencia y gobiernos civiles.
El acceso a las imágenes satelitales ha democratizado la información, beneficiando a organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y think tanks, que pueden obtener servicios ajustados a sus presupuestos y necesidades.
Según expertos consultados por la NPR, el coste de estas imágenes varía desde unos pocos miles de dólares, dependiendo de los requerimientos específicos de visualización, descarga o publicación por parte de los clientes. Mientras Planet ofrece capturas casi diarias de la Tierra, Maxar se centra en proporcionar imágenes más detalladas con una menor frecuencia.
Sin embargo, esta democratización de las imágenes satelitales no está exenta de desafíos como la exclusividad que se pierde cada vez más con la creciente competencia en este mercado y la privacidad que se ha convertido en todo un reto para las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF).
Además, se ha observado un aumento en la manipulación de estas imágenes por parte de algunos gobiernos, lo que suscita inquietudes respecto a la censura y alteración de la información compartida con investigadores.