En la costa oeste de Estados Unidos es donde se genera el 90% de la producción de vino del país; sin embargo, esta región también es propensa a sufrir incendios forestales, un problema que se convirtió en un desastre para este sector en el año 2020 y que actualmente los científicos trabajan para neutralizar.
Varios expertos en vino de tres universidades diferentes de la costa oeste se encuentran en colaboración conjunta para hacer frente a esta amenaza. Lo que buscan es desarrollar recubrimientos en aerosol para hacer que las uvas se mantengan protegidas, identificando los compuestos que crean ese sabor a ceniza e instalando sensores de humo en los viñedos para comprender mejor su comportamiento.
El cambio climático ha agravado la sequía y los cubiertos de maleza se convierten en polvorines. Por ello, cada vez es mayor el riesgo de que los incendios forestales causen pérdidas de millones de dólares tal como pasó en el año 2020.
Según el Departamento de Agricultura estadounidense, la uva es el cultivo que más valor tiene en el país norteamericano, con 405 mil hectáreas de tierra vitícola y el 96% de ellas están concentradas en la costa oeste.
En todo el mundo, los viticultores ya se están adaptando al cambio climático, pues algunos han trasladado sus viñedos a zonas más frescas y vienen plantando variedades que resistan a la sequía y el calor. Los científicos de la Universidad Estatal de Oregón, la Universidad Estatal de Washington y la Universidad de California en Davis, se están ocupando de hacer estudios para evitar daños considerables por incendios forestales.
Tom Collins, científico especializado en vinos de la Universidad Estatal de Washington, se refirió a esta seria problemática. “Lo que está en juego es la capacidad de seguir elaborando vino en zonas donde la exposición al humo puede ser más frecuente”, afirmó para el medio AP.
Hallazgos de especialistas en vino
Hace unos días, Elizabeth Tomasino, profesora asociada que dirige investigaciones de la Universidad Estatal de Oregón, dio a conocer que sus investigadores habían convertido en vino las uvas expuestas al humo en las instalaciones de MacGyvered.
Los científicos hallaron compuestos azufrados, tiofenoles, en el vino que había sido afectado por el humo. De acuerdo a esto, determinaron que contribuía al sabor a ceniza, junto con “fenoles volátiles”.
Los incendios forestales llevan un tiempo prolongado afectando a la industria vinícola. En el estado de Washington, Collins confirmó que los compuestos de azufre estaban expuestos al humo en el viñedo de Oregón; sin embargo, no en las muestras que no se expusieron al humo.
Ahora, los investigadores buscan averiguar cómo es que los tiofenoles, que no son detectables en el humo de incendios forestales, aparecen en el vino y están poniendo sus esfuerzos para eliminarlos.
Un peligro para los vendedores es que el vino elaborado con uvas contaminadas pueda ser tan malo que no pueda comercializarse. Al salir a la venta, puede arruinar la reputación de muchos.
En el año 2020, cuando los incendios forestales cubrieron la costa oeste de humo, algunas bodegas de California se negaron a aceptar uvas que no había sido analizadas, pero la mayoría de productores no encontró lugar para analizar las frutas, ya que los laboratorios habían colapsado.
En aquel entonces, los daños sufrido del sector en California ascendieron a 3.700 millones de dólares, según el analista Jon Moramarco.
Entre 165 y 325 mil toneladas de uva se perdieron en el año 2020 debido a una exposición real o percibida al humo de los incendios forestales.
Medidas tomadas para reducir el impacto del humo
Muchos vinicultores se encuentran probando técnicas para reducir el impacto del humo, como pasar el vino por una membrana o tratarlo con carbón; sin embargo, eso también puede quitarle sus propiedades atractivas a la bebida. Otra alternativa ha sido mezclar las uvas afectadas con otras en buen estado y como última opción está limitar el contacto con la piel elaborando vino rosado en lugar de tinto con el fin de reducir la concentración de compuestos del sabor a humo.
Mientras tanto, se han instalado docenas de sensores de humo en varios terrenos plantados de uva, financiados en parte por la subvención del USDA en 7,65 millones de dólares.