El presidente de EEUU, Joe Biden, recibió este viernes a los líderes de Japón y Corea del Sur, Fumio Kishida y Yoon Suk-yeol, en la intimidad de la residencia presidencial de Camp David para una cumbre que se espera sea tan emblemática como otras celebradas en este icónico centro de la diplomacia estadounidense.
Biden, subrayó este viernes a los líderes de Japón y Corea del Sur, Fumio Kishida y Yoon Suk-yeol, durante su primera cumbre trilateral, que sus países son más fuertes y el mundo “más seguro” cuando ellos están unidos.
”Esto es una convicción que los tres compartimos”, dijo Biden en una breve intervención al inicio de ese encuentro.
La cita de este viernes en Camp David, según afirmó, no solo es la primera que tiene lugar allí durante su mandato, sino también la primera que mantienen los tres mandatarios de forma exclusiva, no al margen de alguna otra convocatoria internacional.
“No puedo pensar una mejor manera de empezar un nuevo capítulo de nuestra cooperación trilateral. Fortalecer los lazos entre nuestras democracias ha sido una prioridad para mí desde hace mucho tiempo, que se remonta a cuando era vicepresidente”, sostuvo Biden, que asumió el poder en enero de 2021.
La reunión, añadió, inicia una “nueva era de cooperación” y renueva el interés compartido de “ser una fuerza del bien en el Indopacífico y, francamente, también en todo el mundo”, añadió el presidente estadounidense.
Para el líder surcoreano, sus tres países deben fortalecer su solidaridad “para asegurarse de que sus libertades no se ven amenazadas ni dañadas”.
“Una coordinación más sólida entre Corea, Estados Unidos y Japón requiere bases institucionales más fuertes. Además, debemos abordar los desafíos que amenazan la seguridad regional con un compromiso más fuerte para trabajar juntos”, apuntó Yoon.
El mandatario estadounidense ha seleccionado Camp David con la intención de destacar la relevancia que atribuye a la alianza entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, con la intención de establecer un contrapeso frente a China y frenar el programa nuclear de Corea del Norte.
“Hemos elegido Camp David con sumo cuidado. La elección sirve para reconocer que este lugar está reservado solo para los encuentros más importantes y significativos”, comentó a la prensa un funcionario estadounidense de alto rango.
La residencia, anclada en las montañas de Catoctin en el estado de Maryland, es conocida especialmente por los “Acuerdos de Camp David”, que sentaron las bases para la firma en 1979 del tratado de paz entre Israel y Egipto.
Para lograr los “Acuerdos de Camp David”, el entonces presidente estadounidense, Jimmy Carter, seleccionó un lugar alejado de los medios de comunicación con la esperanza de facilitar un diálogo franco entre el entonces presidente egipcio, Anwar el Sadat, y el primer ministro israelí, Menajem Beguin.
Los medios de comunicación tienen restringido el acceso a Camp David y solo pueden entrar con autorización previa. Este viernes, los periodistas tienen un permiso especial para cubrir una rueda de prensa de Biden, Yoon y Kishida programada para las 15.00 hora local (19.00 GMT).
La privacidad de las más de 70 hectáreas de Camp David permite a los presidentes de EEUU escapar de las presiones políticas de Washington y disfrutar de momentos de “soledad” y “tranquilidad”, describe la Casa Blanca en su sitio web.
El lugar, de marcado carácter rural, cuenta con 12 cabañas para invitados y la cabaña “Laurel”, sede de encuentros de alto nivel con tres salas de conferencias, un comedor y una pequeña oficina para el presidente, según la Asociación Histórica de la Casa Blanca.
Camp David fue establecida como residencia presidencial en 1942 durante la Presidencia de Franklin Delano Roosevelt y ha sido usado por todos los presidentes desde entonces.
Roosevelt inicialmente llamó al lugar “Shangri-La,” en referencia al reino montañoso de la novela de 1933 “Horizontes Perdidos”, de James Hilton; pero Dwight Eisenhower lo rebautizó como Camp David en honor a su nieto, David Eisenhower.
Cada presidente ha usado Camp David de una manera distinta. Uno de los mandatarios que más tiempo pasó aquí fue Ronald Reagan, quien solía aprovechar para montar a caballo, mientras que su esposa y primera dama, Nancy Reagan, disfrutaba renovando los jardines.
Además, los Reagan recibieron en Camp David a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, en una cumbre de 1986 de gran importancia para definir el rumbo del fin de la Guerra Fría.
George W. Bush, quien también visitaba el lugar con frecuencia, hospedó en Camp David a una gran cantidad de líderes extranjeros. Por ejemplo, en 2002 recibió al presidente ruso, Vladímir Putin, con la esperanza de mejorar las relaciones entre Moscú y Washington, aunque esos intentos fracasaron.
Uno de los mayores fiascos de Camp David fue el intento de Bill Clinton de replicar el éxito de Carter con una reunión en el año 2000 entre el entonces líder palestino, Yasser Arafat, y el primer ministro israelí, Ehud Barak, para lograr un acuerdo que pusiera fin al conflicto y que no se logró.
No obstante, tal vez el momento más surrealista ocurrió en 2019, cuando Donald Trump intentó organizar una reunión en Camp David con los talibanes, grupo considerado terrorista por EE.UU., con la idea de que se produjera poco antes del aniversario de los ataques del 11 de septiembre de 2001, que llevaron a la guerra en Afganistán.
Esa reunión fue cancelada después de que los talibanes asumieran la responsabilidad de un atentado en Kabul que resultó en la muerte de más de una decena de personas, incluyendo un soldado estadounidense.
Biden, por su parte, ha hecho poco uso de Camp David, ya que prefiere ir a descansar los fines de semana a su residencia en Delaware.
La cumbre de este viernes será la primera de Biden en Camp David con líderes extranjeros. El hecho de que Yoon y Kishida sean los primeros invitados de honor subraya la importancia que la región de Asia-Pacifico ha adquirido para EE.UU. en los últimos años.
Y, de alguna forma, refleja la esperanza de Biden para lograr futuros acuerdos relacionados con China, que él ve de manera muy personal como el principal desafío para el futuro de Estados Unidos.
(Con información de EFE)
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