La cifra de muertes en la isla hawaiana de Maui subió a 80 este viernes, luego de que las autoridades confirmaron otros 12 fallecimientos a consecuencia de un incendio masivo que convirtió amplias franjas de una ciudad centenaria en un paisaje infernal de escombros cenicientos.
El condado de Maui indicó en un comunicado publicado en internet que los bomberos continúan combatiendo el fuego, el cual aún no está controlado. Mientras tanto, a los habitantes de Lahaina se les permitió regresar a sus viviendas por primera vez para evaluar los daños.
Periodistas de The Associated Press fueron testigos de la devastación, en la que casi todas las construcciones quedaron reducidas a escombros en Front Street, el corazón de la comunidad de Maui y el centro económico de la isla. Los gallos, conocidos por deambular por las calles de Hawai, serpenteaban entre las cenizas de lo que quedaba, incluido un embotellamiento escalofriante de los restos carbonizados de decenas de autos que no lograron salir del infierno.
Autos incinerados aplastados por postes telefónicos caídos. Huecos carbonizados de ascensores que se alzan como testimonios de los edificios de apartamentos incendiados a los que alguna vez prestaron sus servicios. Piscinas llenas de agua de color carbón. Trampolines y patinetes infantiles desfigurados por el calor extremo.
“Golpeó tan rápido, fue increíble”, dijo Kyle Scharnhorst, residente de Lahaina, mientras inspeccionaba los daños en su complejo de apartamentos el viernes por la mañana. “Era como una zona de guerra”.
Los incendios forestales son el desastre natural más mortífero en el estado en décadas, superando un tsunami que mató a 61 personas en 1960. Un maremoto aún más mortal, que dejó más de 150 muertos en la isla de Hawai —la llamada Isla Grande— en 1946, impulsó el desarrollo de un sistema de emergencia en todo el territorio que incluye sirenas que se hacen sonar cada mes para comprobar que funcionen correctamente.
Pero muchos sobrevivientes del fuego dijeron en entrevistas que no escucharon ninguna sirena ni recibieron algún aviso que les diera tiempo suficiente para prepararse, y sólo se dieron cuenta de que estaban en peligro cuando vieron llamas o escucharon explosiones cerca.
“No hubo ninguna advertencia. No hubo absolutamente ninguna. Nadie vino. No vimos un camión de bomberos ni a nadie”, refirió Lynn Robinson, quien perdió su casa en el incendio.
Los registros de gestión de emergencias de Hawaii no muestran indicios de que las sirenas de advertencia sonaran antes de que las personas tuvieran que correr para salvar sus vidas. En cambio, los funcionarios enviaron alertas a teléfonos móviles, televisoras y estaciones de radio, pero los cortes generalizados de electricidad y de redes celulares podrían haber limitado su alcance.
El gobernador Josh Green advirtió que el número de muertos probablemente aumentará a medida que continúan las operaciones de búsqueda y rescate. También dijo que a los residentes de Lahaina se les permitiría regresar el viernes para revisar su propiedad, y que las personas podrán salir para obtener agua y acceder a otros servicios. Las autoridades establecieron un toque de queda de las 10 p.m. hasta las 6 a.m. del sábado.
“La recuperación va a ser extraordinariamente complicada, pero queremos que las personas regresen a sus hogares y hagan lo que puedan para evaluarlos de manera segura, porque es bastante peligroso”, dijo Green al servicio noticioso Hawaii News Now.
Impulsados por un verano seco y los fuertes vientos de un huracán que pasaba, al menos tres incendios forestales se desataron en Maui esta semana, avanzando rápidamente a través de la maleza reseca que cubre la isla.
El más grave ingresó a Lahaina el martes y dejó una cuadrícula de escombros grises encajados entre el océano azul y las exuberantes laderas verdes. Restos de esqueletos de edificios quedaron inclinados bajo techos que se vinieron abajo en las llamas. Las palmeras fueron abrasadas, los botes en el puerto se incendiaron y el hedor a quemado persistía.
Se pronostica que este incendio forestal será el segundo desastre más costoso en la historia de Hawaii, detrás sólo de los daños causados por el huracán Iniki en 1992, según cálculos de Karen Clark & Company, una destacada empresa de previsión de riesgos.
Summer y Gilles Gerling intentaron salvar los recuerdos de su familia de las cenizas de su hogar. Pero todo lo que pudieron encontrar fue la alcancía que el padre de Summer le regaló cuando era niña, el brazalete de jade de su hija y los relojes que se regalaron mutuamente cuando se casaron.
Sus anillos de matrimonio desaparecieron.
Describieron su miedo cuando un fuerte viento azotó y el humo y las llamas se acercaron. Pero dijeron que estaban felices de que ellos y sus dos hijos salieran con vida.
“Es lo que es”, dijo Gilles. “La seguridad era la preocupación principal. Todas estas son cosas materiales”.
El viernes se trajeron perros especializados en detectar cadáveres para que ayuden a buscar a los muertos, dijo Richard Bissen Jr., el alcalde del condado Maui.
Este es el incendio forestal más mortífero en Estados Unidos desde el incendio Camp Fire de 2018 en California, que mató al menos a 85 personas y arrasó la ciudad de Paradise.
El riesgo de incendios forestales de Lahaina se conocía bien. El plan de mitigación de riesgos del condado Maui, actualizado por última vez en 2020, identificó que Lahaina y otras comunidades del oeste de Maui sufrían incendios forestales frecuentes y tenían una gran cantidad de edificios en riesgo de sufrir daños por incendios forestales.
El informe también señaló que el oeste de Maui tenía la segunda tasa más alta de hogares sin un vehículo y la tasa más alta de personas que no hablan inglés en la isla.
“Esto podría limitar la capacidad de la población para recibir, comprender y tomar medidas expeditas durante eventos peligrosos”, señaló el plan.
Los esfuerzos de extinción de incendios de Maui también podrían haberse dificultado debido a que hay poco personal, dijo Bobby Lee, presidente de la Asociación de Bomberos de Hawai. Hay un máximo de 65 bomberos trabajando en cualquier momento dado en el condado Maui, y son responsables de combatir los incendios en tres islas: Maui, Molokai y Lanai, según explicó.
Esas cuadrillas tienen aproximadamente 13 camiones de bomberos y dos camiones con escalera, pero el departamento no tiene vehículos todo terreno, agregó. Eso significa que los equipos de bomberos no pueden combatir los incendios forestales a fondo antes de que lleguen a las carreteras o áreas pobladas.
Lana Vierra está ansiosa por regresar a su vivienda en Lahaina, aunque sabe que el hogar donde crió a cinco hijos ya no existe.
“Pararte realmente allí en tu terreno quemado y comenzar a pensar en cómo salir adelante, creo que eso dará a las familias esa paz”, dijo.
Cuando huyó el martes, pensó que sería temporal. Pasó el viernes por la mañana llenando formularios de asistencia de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) en casa de un pariente en la pequeña localidad de Haiku.
Está ansiosa por ver Lahaina, pero no está segura de cómo se sentirá una vez que esté allí. Piensa en los cobertizos en la parte de atrás que albergaban recuerdos familiares.
“Los anuarios de mis hijos y ese tipo de cosas. Sus fotos de cuando eran bebés”, explicó. “Eso es lo que más le duele a una madre”.
(AP)
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