La historia del primer automóvil registrado en Miami

Miami era poco más que un villorrio en 1905. No sería hasta la década del 20 que iniciaría su transformación en una gran ciudad. E.B. Douglas fue de los asentados originales y su automóvil, un modelo temprano de la Cadillac Automobile Company, resultó el primero matriculado en la zona y el décimo en todo el estado de la Florida.

Douglas llegó a Miami con su esposa en 1898, apenas dos años después de constituida la ciudad. Fue propietario de una tienda de lencerías y fabricaba sombreros de mujer. Dos negocios que funcionaban bien: había que ser una persona de medios para poseer un coche. Tanto así que era costumbre de la época que el gobernador de un estado tuviera la primera matrícula, pero el hombre a cargo de la Florida en aquel momento, Napoleon Bonaparte Broward, no tenía tantos recursos. Un tal Robert E. Brand obtuvo el registro número uno.

Por la fecha, se puede deducir que el coche de Douglas debió ser un modelo Runabout o un Tonneau. Ambos tenían un motor de un solo cilindro y 10 caballos de fuerza. Por aquel entonces los carros era apenas carruajes motorizados.

La Cadillac Automotive Company se había fundado poco antes, en 1902, a partir de los restos de la Ford Motor Company, cuando Henry Ford se peleó con sus inversionistas y abandonó la fábrica. Los capitalistas contactaron con el ingeniero Henry M. Leland, de Leland & Faulconer Manufacturing Company, para que evaluara la planta y sus equipos. La intención era liquidarlos para mitigar las pérdidas.

En cambio, Leland los persuadió de que continuaran la fabricación usando su confiable motor de un cilindro. Así fue como el 22 de marzo de 1902 nació la Cadillac Automobile Company, en la antigua fábrica Ford de la calle Cass y la avenida Amsterdam. Se le nombró Cadillac en honor al explorador francés Antoine Laumet de La Mothe, sieur de Cadillac, quien fundó la ciudad de Detroit en 1701.

Los fabricantes exhibieron sus nuevos vehículos en el New York Auto Show, en enero de 1903. Causaron tan buena impresión al público que salieron del evento con 2.000 encargos firmes. La precisión era sinónimo de confiabilidad y los Cadillac estaban mejor hechos que los carros de la competencia.

Y bien hechos necesitaban estar para transitar por el Miami de aquella época, tan distante de su presente. Lo que hoy se considera la capital simbólica de Latinoamérica era entonces una ciudad en ciernes, con el océano a un lado y los pantanos en el otro.

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