Sunny Isles, en Florida, es uno de los destinos preferidos de quienes viajan a esta región de los Estados Unidos. Sus playas, su ubicación privilegiada y el lujo de las propiedades allí lo han convertido en un barrio más que atractivo.
Sin embargo, no son sólo los turistas los que en los últimos años han comenzado a frecuentar más esta zona. En la última década, Sunny Isles pasó a ser una especie de imán para inversores extranjeros, particularmente, rusos.
A pesar de estar a miles de kilómetros de aquel país, la fuerte presencia de expatriados de esta nación y su notable incremento tras la guerra en Ucrania, han -inclusive- bautizado al barrio como “Pequeña Moscú”.
Históricamente, Sunny Isles “fue un lugar de libertad para quienes huían del comunismo de la antigua Unión Soviética pero, también, se convirtió en una oportunidad para los que tienen dinero para gastarlo. No se hacen preguntas sobre la procedencia del dinero”, explicó Alexandra Peters, de ONE Sotheby’s International Realty.
Esta suerte de extensión de su madre tierra alberga, ahora, las riquezas de los oligarcas rusos en forma de bienes raíces y todo tipo de lujos. “Florida ha sido el lugar donde más propiedades rusas se han comprado en Estados Unidos”, afirma un artículo de Business Insider.
Entre las caras residencias disponibles allí están las tres famosas Trump Towers, del ex Presidente, que ofrecen las vistas más espectaculares del mar y se sitúan sobre la playa.
Pero, este jueves, la situación en la Torre III fue algo distinta. Casualmente, no fue una fuerte tormenta ni un hermoso atardecer lo que llamó la atención de los vecinos; por el contrario, fue la irrupción de agentes federales en uno de los departamentos.
El pasado 11 de mayo, oficiales del FBI respaldados por la Policía local llegaron al rascacielos ubicado en el 15811 de la avenida Collins con una orden de allanamiento para la unidad 4102.
El departamento está a nombre de la compañía MIC-USA LLC que, según registros del estado de Florida, se trata en realidad de una empresa fantasma. Controlan la firma dos empresarios rusos, Oleg Sergeyevich Patsulya y Agunda Konstantinovna Makeeva.
Un portavoz de la oficina del FBI en Miami comentó al Miami Herald que “la agencia realizó una actividad de la aplicación de la Ley, ordenada por la Corte” de la zona pero se limitó a brindar más detalles sobre qué buscaban en dicha operación o, incluso, si encontraron alguna prueba o indicio de algo.
Por su parte, los empresarios involucrados no pudieron ser localizados aunque sí brindó una escueta declaración Roza Pereira, esposa de Patsulya, quien también aparece en los documentos corporativos de la firma.
Pereira aseguró estar al tanto de la incursión de los oficiales en el inmueble pero mencionó: “No puedo hablar del asunto. El abogado de mi esposo dijo que no hablara con nadie”. “No tengo la menor idea de lo que se trata”, agregó al mostrarse desentendida del tema.
El departamento, de tres dormitorios y tres baños, en una de las torres más lujosas de Miami, fue adquirido por la firma hace 10 años por un valor de USD 1.65 millones, según respaldan los archivos de propiedades del condado de Dade.
Según sumó el Miami Herald, para realizar esta transacción, Patsulya y Makeeva recurrieron al Bradesco Florida Bank por un préstamo. En 2020, la entidad demandó a los empresarios por incumplir su hipoteca de 975.000 dólares aunque meses más tarde el litigio se resolvió. Tampoco trascendieron detalles sobre lo acordado por las partes.
Lo cierto es que, el silencio y hermetismo en torno a este caso, ha dejado inquietos a los vecinos -en su mayoría rusos- que temen que el sostenido conflicto sobre Ucrania y las sanciones impuestas por Occidente puedan obligarlos -eventualmente- a tener que abandonar sus propiedades y enfrentar límites en sus vidas de lujo.
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