La llamada al 911 desde el Consulado Argentino en Miami sucedió a las 8:48 de la mañana del lunes 3 de abril: un hombre había ingresado en las instalaciones y arrojaba piedras que llevaba ocultas dentro de su abrigo. Antes de que pudiera hacer daño —ninguna persona fue atacada y no hubo muebles ni vidrios rotos— la seguridad detuvo al agresor.
La policía lo detuvo según los términos de la Ley de Salud Mental de la Florida, más conocida como Baker Act, que se aplica a quien comete infracciones o delitos por un trastorno psiquiátrico. En el caso del agresor —que sería brasileño, aunque sus registros hallados en el estado de Nueva York indicarían que podría estar nacionalizado estadounidense—, la ley lo alcanzaba evidentemente: explicó a la policía que “las voces” lo llevaron a hacer lo que hizo y agregó que estaba “enojado” porque no le habían otorgado una visa. Eso tampoco tiene sentido: ni brasileños ni estadounidenses necesitan visa para Argentina.
“Aparentemente no es argentino”, dijo el cónsul general de Argentina en Miami, Leandro Fernández Suárez. “No se identificó pero dijo que venía para averiguar sobre una visa”. Según la policía, podría tratarse de una persona sin hogar a quien se suele ver en el Downtown de la ciudad, cerca del edificio donde está el Consulado. Su nombre sería Reza Mashayekhi.
Una vez en el salón principal de atención al público, este hombre blanco —la policía lo describió así, sin mayores precisiones, como su edad— comenzó a vociferar en un inglés poco comprensible y a arrojar piedras. “No hubo daños, en absoluto, y lo más importante: no hubo daños personales”, subrayó Fernández Suárez. “El personal está lógicamente conmocionado y asustado”.
Apenas comenzaron los hechos, la seguridad contuvo al atacante hasta que llegó la policía. El hombre fue entonces detenido y trasladado a un hospital, donde quedó en observación psiquiátrica según la ley Baker. Los agentes en el lugar recordaron que durante la última semana de marzo se registro un hecho similar en el Consulado de México en Miami, ubicado a cinco cuadras del argentino, pero no pudieron establecer si lo hizo la misma persona.
Si bien no hubo gente lastimada ni instalaciones dañadas, Fernández Suárez lamentó que “episodios como este” atenten contra el objetivo del lugar, “que es brindar el servicio consular más moderno y eficiente posible”. Si bien las medidas de seguridad son las habituales en este tipo de oficinas, el cónsul dijo que se profundizarán. ”Alguna vez ha sucedido que alguna persona desequilibrada ha entrado a los gritos, amenazado. Pero en este caso, traía piedras ocultas entre su ropa”.
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