La Armada de Estados Unidos aprendió de sus errores. Ante los múltiples desperfectos y problemas operativos sufridos en el último tiempo por atiborrar sus naves con tecnología excesiva y acelerar su producción, los directivos de la industria de defensa han decidido tomar con más calma la construcción de sus nuevos destructores.
Sobre lo que representa ni más ni menos que la columna vertebral de su flota, oficiales navales han asegurado estar retrasando el diseño y la compra de los destructores de la próxima generación, a fin de garantizar que los láser poderosos y los misiles hipersónicos estén efectivamente en condiciones de ser utilizados antes de avanzar en su fabricación.
La Armada ha aprendido, “a veces a golpes”, que “cuando avanzamos demasiado rápido, cometemos grandes errores”, reconoció el almirante Michael Gilday, jefe de operaciones navales. “Seamos prudentes. No nos dejemos llevar por lo primero que vemos”, agregó la última semana durante un evento que reunió a directivos de la industria de la defensa en San Diego.
De esta manera, Washington busca dar vuelta la página luego de los múltiples errores de construcción naval que han llevado a que, por ejemplo, varias naves de combate diseñadas especialmente para ser veloces deban ser retiradas.
Otro caso es el de un portaaviones valuado en USD 13.300 millones que sufrió un aumento de costos debido a las nuevas catapultas de lanzamientos de aviones pero, al completarse la fabricación de un nuevo destructor furtivo, fue necesario cambiar todo su armamento.
A ello se suma el informe difundido a principios de mes por la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos (GAO sus siglas en inglés), en el que dieron cuenta de que los barcos de la Marina de Guerra registran menos horas de navegación debido a las crecientes demoras y costos de mantenimiento.
En ese sentido, señala que los valores de operación y soporte han aumentado en aproximadamente 2.500 millones de dólares en 10 clases de barcos, lo que derivó en que la cantidad de horas de propulsión en que son operados o entrenados se redujera considerablemente.
Todo ello, en un momento en que la tensión por seguir el ritmo a la flota naval de China es cada vez mayor y que deja a la vista la clara desventaja de Washington por el “empeoramiento de los costos de reparación y mantenimiento”.
Ante esto, de cara a la nueva embarcación que la Armada recibirá próximamente, el capitán de corbata Javan Rasnake ha dispuesto que se reduzcan los riesgos con más ensayos en tierra y que se trabaje con los astilleros y diseñadores para afinar los planos, estimaciones de costo y previsiones de personal y aprovisionamiento.
Igualmente, aseguró que se planea incluir algo de tecnología de punta en el destructor.
Por otro lado, la última semana, Washington otorgó a Lockheed Martin un contrato de 1.200 millones de dólares para misiles hipersónicos, capaces de alcanzar cinco veces la velocidad del sonido y que se pueden disparar desde los destructores.
(Con información de AP)
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