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El sacrificio de levantarse a las 2 de la mañana valió la pena. Mientras algunos mecánicos terminaban de reparar los daños que provocó la segunda etapa en los vehículos y la mayoría de los acreditados dormían en las diversas carpas que decoraban todo el viouvac, se formó el equipo que simuló participar del Dakar de una forma más activa.
La preparación de la camioneta en silencio (para no despertar al resto de los colegas) auguró la aventura que íbamos a protagonizar junto con Sergio Barnabó (responsable de logística de la prensa), Stiven Meza (jefe de prensa de la Secretaría Nacional de Paraguay) y Claudio Morales (periodista del medio chileno SMotos).
La oscuridad de la noche complicó el objetivo inicial. A pesar de contar con GPS, Iritrack, planos, mapas y hojas de ruta, la búsqueda del sector de largada del especial resultó muy dificultosa.
"Hacé tres cuadras, girá a la izquierda y seguí un kilómetro que lo vas a encontrar", fue la explicación que brindaba el público que aguardaba con ansias el arribo de los competidores. Tal vez por la falta de sueño, las indicaciones eran erróneas, dado que el punto de partida estaba a 30 km del lugar.
La madrugada fue confusa. Gendarmes, policías, bomberos… ninguna autoridad sabía con exactitud dónde quedaba el destino deseado. Sólo por una lucidez del colega transandino, quien supo leer la hoja de ruta, logramos llegar 10 minutos antes de la partida de Toby Price.
La velocidad que impuso Sergio por la pista fue fundamental para que la KTM del australiano no nos alcance. Hubiese sido un grotesco error de nuestra parte entorpecer el trayecto del experimentado piloto de Oceanía.
Instalados a la vera de la curva que se encontraba en el kilómetro 4, fuimos testigos de la acción destacada del día. Tras el golpe que sufrió Senn Van Basel, varios espectadores reaccionaron en su ayuda para que el oriundo de Nueva Zelanda pueda volver a la competencia.
El aspecto solidario expuso una vez más lo que significa el espíritu del Dakar. Fue esa lección inesperada la que me impulsó a tomar el volante de la Toyota cuando nuestro comandante sufrió la fatiga en el enlace de Salta.
Conducir el vehículo oficial por el imponente paisaje de cadenas montañosas rojizas fue el cierre perfecto para la extensa jornada que concluyó en Jujuy. El próximo capítulo será del otro lado de la frontera, cuando la prueba llegue a Tupiza, Bolivia.
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