Las ofertas de la tecnología a bajo costo y los vendedores ambulantes de dispositivos móviles forman parte del pasado. Las camisetas de Olimpia y las réplicas de la indumentaria del Chapecoense y las selecciones de Paraguay y Argentina han dejado de ser parte del paisaje del Dakar.
La competencia arribó a Resistencia con las mismas condiciones climáticas que se sufrían en Asunción. Con el mercurio del termómetro marcando los 39 grados y la humedad que supera el 70%, en el Chaco se suma un nuevo inconveniente: el de los insectos.
Bichos de cualquier forma y tamaño invaden los sectores destinados al comedor y al área de prensa. Se forman nubes improvisadas de pequeños animales que golpean la integridad de los presentes para que el fastidio aumente a cada instante.
En el campamento instalado en el autódromo de la provincia del norte argentino se trata de sobrevivir. Los boxes del Santiago Yaco Guarnieri se convirtieron en parcelas para las tiendas de campaña de los participantes. La sombra cotiza más de lo que uno podía suponer.
Los consejos que brindan los más experimentados se transforman en lecciones de vida para que la estadía sea más llevadera. "Bañate por la mañana, que es cuando los baños están limpios", dijo Augusto Lobo, jefe de prensa de la organización. "Esperá a las tres de la tarde para comer, sino te va a agarrar hambre y no vas a llegar a la cena", recordó el colega de El Comercio, Christian Cruz.
La solidaridad alimenta al espíritu del Dakar, dado que las adversidades que impone el verano sudamericano complican el día a día. Es probable que por estas razones Los Simuladores hayan enviado a Franco Milazzo al Impenetrable con la excusa de participar en un programa televisivo. Al igual que el personaje ficticio, que tuvo la capacidad de salir ileso de la aventura que vivió durante un año, la mayoría de los competidores superaron el desafío del Chaco.
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