Foto de archivo de la procesión de Jesús Yacente en Zamora. (Emilio Fraile/Europa Press)Una de las festividades más populares de España es la Semana Santa, tanto es así que en diferentes rincones del país ha logrado ser de Interés Turístico Nacional e Internacional. Estos días, que combinan religión, tradición y despliegue artístico y cultural, se viven con emoción y conmemoran la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo.
Esta celebración comienza el Domingo de Ramos (13 de abril) y se extiende hasta el Domingo de Resurrección (20 de abril). A lo largo de estas jornadas, las calles se inundan de procesiones y fieles. A pesar de que el origen y el significado sean claramente religiosos, la Semana Santa ha evolucionado de tal manera que ha pasado a convertirse en parte de la cultura y es celebrada por personas con toda clase de creencias. Asimismo, no hay una manera única de vivir estos días, por ello cada región cuenta con su propia tradición.
A lo largo del país encontramos ciertas costumbres curiosas y dignas de mención, según apunta el portal web Cestalia.
Tambores de Calanda
Foto de archivo de la rompida de la Hora de Calanda en Teruel. (Javier Escriche /Europa Press)Para celebrar la Semana Santa en Teruel, en nueve localidades resuenen los tambores por las calles, siendo los de Calanda los más conocidos a nivel nacional. Comienzan a sonar el Jueves Santo y el redoble no deja de sonar hasta el Sábado Santo.
Tirar agua por la ventana en Valencia
En Valencia la Semana Santa tiene sabor a mar, sobre todo, en los barrios del Cabañal, Canyamelar y el Grao, donde se celebra la Semana Santa Marinera. Estos antiguos poblados de pescadores (ya unidos a la urbe) han preservado su identidad y sus tradiciones, como la trencà dels perols. Tal y como detalla Visit Valencia, la celebración de la muerte y resurrección de Jesús es un momento de renovación, de despedirse de lo antiguo y comenzar una nueva etapa. De ahí viene esta curiosa costumbre que se celebra tirando vajilla vieja desde los balcones o cubos de agua.
Baile con la muerte
Foto de archivo de La Dansa de la Mort. (Glòria Sánchez /Europa Press)Para este rito, hay que viajar hasta la provincia de Girona, concretamente, hasta el municipio de Verges, donde la población danza con la muerte. La Dansa de la Mort tiene sus raíces en la época medieval, posiblemente influenciada por la peste negra. Una tradición que surge como una reflexión sobre la fragilidad de la vida y la igualdad ante la muerte, como explican desde la página web de esta procesión. Los personajes de este baile son el núcleo de la tradición y cada uno está cargado de simbolismo y contribuye a transmitir el mensaje de igualdad ante la muerte:
- Maestro del baile: encabeza la procesión con una guadaña en la mano, símbolo de la muerte.
- Abanderado: con una bandera negra ondeando, es el encargado de simbolizar la unión entre el mundo de los vivos y de los muertos.
- Platillos: interpretados por dos niños, llevan platos con cenizas, un elemento que simboliza la muerte y la renovación.
- Reloj: el reloj sin agujas recuerda que la muerte no tiene hora ni avisa.
- El Tambor y las Antorchas: el tambor es el latido de la danza, su ritmo intenso y repetitivo crea una atmósfera hipnótica. Las antorchas son las que aportan luz y calidez a la oscuridad de la noche.
Beber limonada leonesa
Beber limonada en Semana Santa es una de las costumbres gastronómicas más arraigadas de la provincia de León. Esta bebida, similar a una sangría, se prepara en numerosos bares y cuando la gente va a tomarla se dice que salen a “matar judíos”. Existen varias hipótesis sobre el origen de esta expresión. Una de ellas es que durante la Semana Santa, el número de agresiones hacia los judíos aumentaba, puesto que los cristianos los culpaban de la muerte de Cristo y buscaban venganza.
La historia cuenta que, a mediados del siglo XIV, el caballero leonés Suero de Quiñones organizó un ataque contra la judería para acabar con un prestamista al que debía dinero. Al enterarse de los planes, los judíos anticiparon su salida de la ciudad, de modo que, al llegar los cristianos, ya no quedaba nadie. En lugar de completar su misión, decidieron ir a las tabernas a beber limonada, y por cada vaso brindaban y gritaban que “habían matado un judío”.