Aragón está salpicado de infinidad de rincones que bien merecen una visita. Sus pueblos, tradicionales y con un rico patrimonio, inundan su territorio dando lugar a un conjunto único que refleja la historia y las costumbres de la región. Así, se convierten en destinos imprescindibles gracias a su diversidad y variedad monumental, pues van desde pequeñas aldeas enclavadas en los Pirineos hasta villas históricas en las llanuras del Ebro.
Sin embargo, estas villas sorprenden también gracias a sus particularidades y secretos, como es el caso de Alcaine. Esta localidad turolense, situada en la confluencia del río Martín y el Radón, en la cola del embalse de Cueva Foradada, destaca por su impresionante ubicación. Esta se enclava en lo alto de un promontorio rocoso donde las casas y las calles se han tenido que adaptar a la orografía del terreno. De este modo, se ha convertido en un escenario de ensueño donde la montaña hace de refugio y de muralla natural.
Un mágico paseo por la villa
Con apenas 48 habitantes (INE 2023), esta pequeña localidad atesora un casco histórico que quita el aliento. Es sin duda la joya patrimonial de la villa y no es para menos, pues transporta a los visitantes a épocas pasadas. Sus calles estrechas y empinadas, adaptadas a la topografía escarpada, están flanqueadas por casas de piedra que conservan la arquitectura tradicional. Pero esto no es todo, descubren también monumentos como la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, del siglo XVII.
Situada en la plaza de la iglesia, es su construcción más destacada y data de los siglos XVII y XVIII. Otro de los atractivos es la plaza Mayor del tenor Albero, donde se encuentran el Ayuntamiento y un antiguo caserón, actualmente rehabilitado como Albergue y Centro de Interpretación de Fauna del Parque Cultural del río Martín. También sobresale la calle de la Nevera, que todavía conserva la histórica construcción que le da nombre.
A su vez, desde casi cualquier rincón del pueblo, se pueden disfrutar vistas impresionantes de los alrededores, con los riscos y el río Martín como telones de fondo. Y es que la naturaleza está presenta en todo el pueblo, el cual se encuentra rodeado de un entorno maravilloso en el que la roca donde se asienta tiene un gran protagonismo.
En su punto más alto, una cresta caliza hace de barrera natural, a lo que se le suman las ruinas de 11 torreones medievales. Estas torres, junto con el alcázar, dan lugar a un sistema defensivo construido entre los siglos XII y XIII que protegían al pueblo de cualquier amenaza externa.
Un paraíso para los amantes de la naturaleza
Alcaine se encuentra en el Parque Cultural del Río Martín, un espacio natural protegido que alberga una biodiversidad rica y paisajes de gran belleza. Las hoces y cañones formados por el río son el escenario perfecto para la práctica del senderismo y la observación de aves. Es común avistar buitres leonados y águilas en los cielos, mientras que en las orillas del río habitan nutrias y otras especies propias de ambientes fluviales.
Entre las rutas más populares destaca la que lleva a los abrigos con pinturas rupestres, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Estos abrigos, que contienen representaciones de arte levantino con miles de años de antigüedad, son un ejemplo excepcional de la vida y creencias de las comunidades prehistóricas que habitaron la región.
Cómo llegar
Desde Teruel, el viaje es de alrededor de 1 hora y 20 minutos por la carretera N-420. Por su parte, desde Zaragoza el trayecto tiene una duración estimada similar pero por la vía A-222.