Guadalajara es un destino rico en contrastes, donde la historia y la naturaleza conviven en perfecta armonía. Desde su capital homónima, con un casco histórico que refleja su pasado medieval y renacentista, hasta los pintorescos pueblos que salpican su territorio, este rincón de Castilla-La Mancha ofrece una variedad de paisajes y experiencias únicas.
Famosa por sus fortalezas, como el imponente castillo de Sigüenza, y por su patrimonio natural, que incluye el Parque Natural del Alto Tajo y la arquitectura negra de sus pueblos, Guadalajara es un destino que cautiva tanto a los amantes de la cultura como a los que buscan desconectar en plena naturaleza. Aunque si por algo destaca es por la belleza única de sus pueblos: por ejemplo, Sigüenza, más allá de su fortaleza, es una de las villas medievales más bonitas de España.
Pero no es esta localidad la que nos trae hoy aquí, sino una pedanía perteneciente a ella. Estamos hablando de Palazuelos, un destino único en Guadalajara que con apenas 100 habitantes se alza como un pequeño rincón lleno de historia. Se trata de una de las villas más desconocidas de la provincia, pero que entre sus murallas y calles empedradas esconde infinidad de secretos que cautivan a todo aquel que se acerca.
Urbanismo medieval
Palazuelos es un ejemplo perfecto de urbanismo medieval. Sus orígenes se remontan a épocas prerromanas, romanas y visigodas, aunque su relevancia histórica documentada comienza en la Edad Media, durante el avance de la Reconquista. Integrada inicialmente en la “Tierra y Común” de Atienza, la villa pasó por las manos de diversos señores tras ser donada por Alfonso X el Sabio a Mayor Guillén de Guzmán y, posteriormente, a la familia Mendoza en el siglo XIV.
Bajo el señorío de los Mendoza, Íñigo López de Mendoza impulsó la construcción del castillo y las murallas, que su hijo Pedro Hurtado de Mendoza terminó en el siglo XV. Desde entonces, Palazuelos quedó ligado a la estirpe del Duque del Infantado. Durante la época señorial, sus habitantes gozaban del carácter de villa autónoma, aunque debían pagar un tributo anual por ese derecho, situación que finalizó con la abolición de los señoríos en el siglo XIX.
Tras sufrir despoblación durante la Guerra Civil y el éxodo rural de mediados del siglo XX, Palazuelos perdió su independencia administrativa en 1960, quedando integrado en Sigüenza. En las últimas décadas, el retorno de antiguos residentes y el impulso agrícola tras el ingreso de España en la Unión Europea han permitido un ligero resurgir de la villa, manteniendo vivo su legado histórico.
Un referente defensivo
Esta dilatada historia se ve reflejada hoy en su bello casco antiguo. Declarado conjunto histórico, sus calles permiten al viajero impregnarse de la auténtica esencia medieval, descubriendo rincones tan impresionantes como sus murallas. Estas, que se conservan en gran parte, rodean el casco urbano y están salpicadas por varias puertas de acceso, como la Puerta del Cercado y la Puerta de la Villa, ambas en excelente estado.
Esto convierte a Palazuelos en un referente defensivo en la región, pues sus murallas, de unos 800 metros de longitud, están reforzadas por torres semicirculares que, en su momento, formaban un bastión prácticamente inexpugnable. Este diseño arquitectónico es un ejemplo de las técnicas militares de la Baja Edad Media en la Península Ibérica. Dentro del recinto, destacan monumentos como la iglesia de San Juan Bautista, un templo de estilo gótico construido en el siglo XV, cuya sobria arquitectura contrasta con la calidez de la vida rural que todavía se respira en el lugar.
Aunque si hay un elemento que destaca sobre toda su imagen, ese es el castillo. Se trata de una fortaleza construida en el siglo XV por la familia Mendoza y que, a pesar de estar en estado de ruina, evoca la fortaleza que fue en su época. Desde lo alto, se obtienen vistas privilegiadas de la localidad y su entorno.
Naturaleza y entorno privilegiado
Palazuelos no solo es un tesoro histórico. Su entorno natural enriquece aún más su atractivo, ofreciendo una combinación perfecta entre patrimonio y paisajes excepcionales. A pocos kilómetros se encuentra el Parque Natural del Barranco del Río Dulce, uno de los espacios protegidos más espectaculares de Castilla-La Mancha. Este parque destaca por sus profundas hoces labradas por el río a lo largo de siglos, creando un paisaje de ensueño que varía entre cañones, paredes rocosas y frondosos bosques.
El parque alberga una rica biodiversidad, incluyendo aves rapaces como el buitre leonado, el águila real y el halcón peregrino, además de una flora diversa que cambia con las estaciones. Este entorno fue elegido por Félix Rodríguez de la Fuente como escenario para sus icónicos documentales sobre la fauna ibérica, lo que añade un valor simbólico al lugar. De hecho cuenta con su propio mirador desde donde se obtienen vistas impresionantes del barranco.
Para los amantes del senderismo y la naturaleza, las rutas que atraviesan el parque permiten explorar miradores, pequeños manantiales y zonas de baño naturales. Además, la proximidad a Sigüenza, con su catedral, su castillo y su animada oferta cultural, convierte a Palazuelos en un excelente punto de partida para descubrir tanto la riqueza natural como el legado histórico de la región.
Cómo llegar
Desde Guadalajara, el viaje es de alrededor de 55 min por las carreteras A-2 y CM-1101. Por su parte, desde Soria el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 5 minutos por las vías A-15 y CL-101.