Enclavados entre las montañas de Sierra Nevada, los pueblos de la Alpujarra granadina ofrecen un paisaje único donde la tradición y la naturaleza se funden en una simbiosis perfecta. Este conjunto de pequeñas localidades, conocido por su arquitectura blanca y su red de callejuelas empedradas, conserva el legado de su pasado morisco mientras invita a los visitantes a disfrutar de una vida pausada, marcada por la autenticidad y el respeto por el entorno.
Pero no solo eso, pues estas pequeñas villas guardan secretos y rincones que sorprenden hasta a los más curiosos. Este es el caso del municipio de Bérchules, un pueblo que destaca por su rico entramado y empedradas calles, pero sobre todo por su particularidad única en España: la Nochevieja en agosto. Cada verano, este pequeño pueblo de poco más de 700 habitantes recrea la magia de la última noche del año, con una fiesta que reúne a miles de personas atraídas por la originalidad y el ambiente festivo de la localidad.
Origen de una tradición atípica
La Nochevieja en Bérchules nació de un incidente fortuito que marcó la historia del pueblo y dio origen a una tradición que ha perdurado durante casi tres décadas. En la noche del 31 de diciembre de 1994, un apagón dejó a los habitantes sin luz eléctrica, justo cuando se disponían a celebrar la llegada del nuevo año. La interrupción del suministro impidió que los vecinos disfrutaran de las campanadas y el ambiente festivo típico de la fecha, lo que generó una sensación de desconcierto y frustración en la comunidad.
Sin embargo, lejos de resignarse, los bérchuleros decidieron que no podían quedarse sin su Nochevieja. La solución fue sencilla, pero original: posponer la celebración para el mes de agosto, un momento en el que las condiciones meteorológicas son más agradables y el pueblo cuenta con una mayor afluencia de visitantes debido al turismo de verano. Así, en 1995, Bérchules vivió su primera Nochevieja estival, una idea que rápidamente se convirtió en un evento único que ha atraído la atención de miles de personas.
Lo que en un principio fue una respuesta improvisada a un problema inesperado, se transformó en una tradición que refuerza la identidad del pueblo. La fiesta no solo permitió a los vecinos recuperar la celebración perdida, sino que también colocó a Bérchules en el mapa como un lugar de encuentro donde la innovación y la tradición conviven en perfecta armonía.
Una celebración con todos los detalles
La Nochevieja en Bérchules no escatima en detalles para recrear el ambiente propio de diciembre. Las calles del municipio se engalanan con luces navideñas, árboles decorados y villancicos que suenan en cada rincón. Durante el día, se organizan actividades para todas las edades, desde mercadillos temáticos hasta concursos y talleres que preparan el terreno para la gran noche.
La celebración alcanza su punto culminante a la medianoche, cuando los asistentes se reúnen en la plaza principal para recibir el “nuevo año” al compás de las campanadas. Como manda la tradición, cada campanada se acompaña de una uva.
La fiesta continúa con música en vivo, verbenas populares y una gastronomía que combina platos típicos de la Alpujarra con dulces navideños, creando una experiencia única que mezcla lo mejor de ambas épocas del año. Es por ello que esta celebración ha traspasado fronteras, atrayendo la atención de medios internacionales y turistas extranjeros que viajan hasta la Alpujarra para vivir esta experiencia única.
Un recorrido por Bérchules
Más allá de su peculiar tradición, Bérchules esconde muchos encantos. Dividido entre los barrios Alto y Bajo, es un rincón de la Alpujarra granadina que enamora con su arquitectura típica, donde las calles estrechas y serpenteantes se mezclan con casas encaladas y tejados planos, característicos de la región. Este pueblo, que conserva intacto su encanto tradicional, invita a perderse entre sus rincones y a descubrir su patrimonio histórico y natural.
Entre sus principales atractivos se encuentra la iglesia de San Juan Bautista, un templo del siglo XVI construido tras la Reconquista. Su arquitectura sencilla y el entorno tranquilo que la rodea la convierten en un símbolo del pasado histórico del municipio. A poca distancia, las ermitas de San Sebastián y San Pantaleón, rodeadas de naturaleza, son una muestra del fervor religioso y las costumbres locales.
Para los amantes del senderismo, Bérchules ofrece una riqueza natural incomparable. Las rutas hacia el río Guadalfeo y los antiguos molinos harineros permiten explorar cascadas, bosques de castaños y paisajes montañosos que invitan a la desconexión. Además, la localidad destaca por su apuesta por el turismo rural sostenible. En sus alrededores, es posible visitar fincas ecológicas, acequias centenarias y huertas tradicionales, testigos de un estilo de vida profundamente ligado a la tierra.
Cómo llegar
Desde Granada, el viaje es de alrededor de 1 hora y 40 minutos por las carreteras A-44 y A-348. Por su parte, desde Almería el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 25 minutos por la vía A-7.