El fuerte del siglo XVIII situado en Tarragona y lleno de controversia: del pasado militar al proyecto de convertirlo en restaurante de lujo

Este enclave se localiza en la orilla de la playa y es un destino catalogado como Zona Verde, pero la construcción de un restaurante provocó un conflicto con los vecinos de los alrededores

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El Fortín de la Reina,
El Fortín de la Reina, en Tarragona. (Wikimedia)

Tarragona es una ciudad que combina historia, cultura y paisajes mediterráneos en un entorno único. Con un legado romano declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la antigua Tarraco ofrece vestigios como su anfiteatro, el circo y la muralla, que transportan a los visitantes a los días de esplendor del Imperio. Su casco antiguo, con estrechas calles y plazas, contrasta con la belleza de sus playas doradas y el azul intenso del Mediterráneo.

Pero más allá de sus principales monumentos, la ciudad esconde pequeñas construcciones que antaño fueron importantes para su historia. Así, en la playa del Miracle, a pocos metros del Fortín de Sant Jordi, el Fortín de la Reina es un símbolo del pasado militar y social de la ciudad. Construido en el siglo XVIII durante la Guerra de Sucesión, esta fortificación jugó un papel crucial en la defensa de Tarragona durante la Guerra del Francés en 1811 y otros conflictos armados del siglo XIX.

Sin embargo, más allá de su relevancia como baluarte defensivo, la historia del Fortín de la Reina está profundamente marcada por los múltiples intentos de darle nuevos usos y el prolongado litigio que culminó en su restauración como monumento.

De bastión militar a espacio de proyectos fallidos

El Fortín de la Reina, construido en el siglo XVIII como parte de las defensas de Tarragona, comenzó su historia como una pieza clave en la protección de la ciudad frente a posibles ataques marítimos. Situado estratégicamente junto a la playa del Miracle, fue un testigo silencioso de conflictos como la Guerra del Francés en 1811, donde jugó un papel importante en la resistencia local. Sin embargo, con el avance de los siglos y el declive de su función militar, el fortín quedó relegado, convirtiéndose en un espacio abandonado que comenzó a despertar el interés de quienes buscaban nuevos usos para esta emblemática construcción.

El Fortín de la Reina,
El Fortín de la Reina, en Tarragona. (Diputación de Tarragona)

Durante el siglo XX, diferentes proyectos trataron de dar una segunda vida al Fortín de la Reina, reflejando las transformaciones sociales y urbanísticas de la época. En 1953, el Ayuntamiento de Tarragona clasificó la zona como espacio de interés paisajístico y la designó como Zona Verde. Paralelamente, se propuso construir un hotel que aprovechara la privilegiada ubicación del fortín, con vistas al mar Mediterráneo.

Sin embargo, esta iniciativa nunca llegó a materializarse y quedó en los planos como una idea más dentro de los muchos intentos de revitalización que habían existido. Décadas más tarde, en 1989, el fortín volvió a ocupar el centro de atención con un controvertido proyecto que buscaba convertirlo en un restaurante de lujo, conocido como el Fortí de la Reina.

La polémica del restaurante y el movimiento ciudadano

El restaurante contaba con una propuesta que planteaba integrar un moderno espacio gastronómico dentro de una construcción histórica, ofreciendo “una experiencia única a los comensales”. Sin embargo, la falta de licencia de construcción correspondiente desencadenó una oleada de críticas y un proceso judicial que se prolongaría durante años. Mientras algunos veían en el restaurante una oportunidad para revitalizar el área, otros consideraban que atentaba contra el valor histórico y patrimonial del fortín.

En respuesta, se creó la plataforma ciudadana ‘Salvemos el Fortín’. Este movimiento reflejaba la división entre quienes apoyaban la preservación del uso comercial y quienes abogaban por restaurar el valor histórico del monumento. Finalmente, tras casi dos décadas de disputas legales, en 2008 se ordenó la demolición del restaurante, devolviendo al Fortín de la Reina su carácter de monumento histórico.

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