Con la llegada de la Navidad, muchas personas podrán disfrutar de unos cuantos días de vacaciones para pasar en familia o realizar algún viaje de corta duración. A la hora de elegir destino, son muchos los lugares a los que uno puede realizar una escapada, si bien siempre hay algunos criterios a los que estar atento: el dinero que puede costar, la cantidad de tiempo de la que disponemos y los atractivos turísticos de las zonas candidatas.
Las revistas especializadas ofrecen, en este sentido, una gran cantidad de posibilidades en las que dan a conocer lugares de los que, por nuestra propia cuenta, nunca habríamos oído hablar. Revistas como Travel + Leisure, encargada de publicar un ranking con los pueblos más bonitos del mundo en el que aparecen representados distintos países como Grecia, Japón, Colombia, Tailandia o Suiza. Sin embargo, ninguno de ellos ocupa el primer puesto de la lista, sino que lo hace una localidad de Francia: Gordes.
Mil años de antigüedad
Ubicado en la zona de la Provenza, el pueblo de Gordes podría pasar perfectamente por un lugar anclado en la Edad Media. Sus calles de suelo empedrado se entrelazan en lo alto de una colina en la que ya se asentó el Imperio Romano para defenderse de los invasores. Desde entonces, el pueblo ha experimentado transformaciones, pero sigue conservando diferentes edificaciones de una riqueza histórica incuestionable.
Entre sus principales enclaves, está el Castillo de Gordes, construido en el siglo XI, y que constituye un ejemplo canónico de las estructuras medievales de la zona, con una planta rectangular con torreones en sus esquinas. En cambio, en uno de los extremos del castillo, se pueden encontrar elementos renacentistas añadidos en el siglo XVI por las familias ricas de la época.
Por otro lado, en Gordes también se encuentra el templo de San Fermín, una edificación de estilo románico erigida en el siglo XII. El templo, muy valorado por la luminosidad interior, cuenta con dos capillas dedicadas a los gremios medievales del pueblo: los herreros, los cerrajeros y los zapateros.
Además, el pueblo se encuentra rodeado de campos donde se cultiva la lavanda, uno de los principales atractivos de la Provenza y donde, además, se pueden encontrar caminos que conducen a diferentes abadías con siglos de historia. Como la abadía de Sénanque, a la que se puede acceder en visitas guiadas por los propios monjes que la habitan.
Hogar de los pintores más reconocidos
Según informan en el medio galo Journal Du Net, el alcalde de la localidad asegura que el pueblo recibe un millón de turistas cada verano, por lo que, de cara a evitar aglomeraciones, la mejor época para pasear por sus calles de adoquines es en los meses de temporada baja. Esto permitiría no solo disfrutar más del interior del pueblo sino también de los senderos ocres del Rosellón o del bosque de cedros que se puede encontrar pegado al pueblo vecino de Bonnieux.
De hecho, es tal la belleza la zona, que ha sido también lugar de residencia de diversos pintores, como Van Gogh, Cézanne o Picasso. Y es que el macizo del Luberón, zona en la que se encuentra Gordes, está salpicado por pequeños pueblos y pequeños campos de cultivo que permiten, también, disfrutar de una gastronomía de gran calidad, especialmente si se trata de una copa de vino de sus bodegas subterráneas.