Colindando con Ávila y Extremadura, en mitad de un paraje natural inolvidable, se ubica uno de los pueblos más especiales de Salamanca. La localidad se acuesta sobre las laderas de la Sierra de Béjar, la cual domina todo el entorno con sus cumbres nevadas y picos escarpados. Esto da lugar a una imagen de postal que cautiva a todo aquel que se acerca y que queda sorprendido con el rico patrimonio histórico y cultural que se puede admirar en cada una de sus calles.
Estamos hablando de Candelario, un tesoro salmantino que ha sido catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España. Esto no es para menos, pues desde 1975 es, además, conjunto histórico-artístico, destacando por su arquitectura tradicional, su entorno natural privilegiado y una rica historia vinculada a la industria chacinera que marcó su desarrollo. Es por ello que se ha convertido en un destino rural único en la región gracias a su casco histórico que desafía a la montaña y el cual transporta a la Edad Media.
Una tradición centenaria
Visitar Candelario es impregnarse del aroma curado de los embutidos, pues desde tiempos inmemoriales, la localidad cuenta con una arraigada tradición chacinera. Esta fue durante siglos su principal motor económico, de hecho, hace siglos los vecinos del pueblo transportaban estos ricos manjares hasta la corte real. A día de hoy, esta actividad se sigue manteniendo y ha convertido a Candelario en un paraíso para los amantes de estos productos.
Tanto es así, que la visita al Museo de la Casa Chacinera, ubicado en una vivienda típica, se vuelve imprescindible. Este espacio permite a los visitantes conocer cómo era la vida de las familias dedicadas a esta labor. El recorrido incluye utensilios de la época y explica las distintas fases de la matanza y curación, una actividad que marcaba el calendario social del pueblo. Pero más allá de esta tradición, la villa se caracteriza por su impresionante casco histórico.
Pasear por él es un viaje en el tiempo que recuerda la disposición del pueblo sobre las laderas de la montaña y cerca de los neveros situados en los picos más altos. Esto configura un trazado caracteriza por sus calles empinadas y donde las casas blancas se apiñan desafiando a la naturaleza. Esto permite disfrutar de una arquitectura típica serrana con elementos propios de la zona, como balcones de madera, tejados a dos aguas y puertas con batipuertas, una singular característica que tenía como objetivo proteger las viviendas del frío mientras permitía la entrada de luz y aire.
Además, el casco antiguo está atravesado por regaderas, pequeños canales que conducían el agua de los manantiales a través de las calles. Este sistema, único en la región, se utilizaba tanto para abastecer a la población como para limpiar los restos de las actividades de la industria chacinera.
Un paseo por Candelario
Es por ello que recorrer sus calles es algo obligatorio, pues permite descubrir todos sus secretos y rincones. De todos ellos destacan monumentos como la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción del siglo XV que mezcla el románico con el gótico y el mudéjar. Su interior lo componen tres naves, separadas por grandes arcos semicirculares, y su fachada está decorada por un rosetón y el escudo de armas de los Zúñiga.
Otro punto clave es el antiguo Ayuntamiento, un edificio del siglo XIX situado en la Plaza del Humilladero, donde también se encuentra la Ermita del Humilladero, también conocida como la ermita del Santísimo Cristo del Refugio. Esta pequeña edificación se ubica en la entrada del municipio y en su interior se encuentra un retablo de madera con la imagen del Cristo. Por su parte, las fuentes también son parte integral del patrimonio de Candelario.
Así, el pueblo cuenta con 18 fuentes y pilones donde destacan la Fuente de la Romana y la Fuente del Barranco, son dos de las más emblemáticas, con siglos de antigüedad y una importancia funcional y decorativa. A su lado, las regaderas que recorren las calles aportan un elemento visual único al casco urbano, además de recordar el pasado agrícola y chacinero del pueblo. Un paseo por las calles empedradas lleva también al mirador de la Cruz de la Herradura, desde donde se puede contemplar una vista panorámica del casco urbano y el entorno serrano.
Este mirador es especialmente popular entre los visitantes que buscan inmortalizar el paisaje con sus cámaras. Por último, el edificio del Casino Obrero, construido en el siglo XIX, es un testimonio del auge económico que vivió el municipio gracias a su industria cárnica. Este espacio, que en su día sirvió como punto de encuentro para la vida social de los trabajadores, conserva su encanto histórico y sigue siendo un lugar emblemático.
Naturaleza en estado puro
Candelario no solo es historia y arquitectura, sino también un paraíso para los amantes de la naturaleza. Enclavado en la Sierra de Béjar, es un verdadero refugio natural que atrae a quienes buscan desconectar del bullicio urbano y adentrarse en paisajes de gran belleza y biodiversidad. Su entorno ofrece una amplia variedad de actividades al aire libre, gracias a su privilegiada ubicación en un área que combina montañas, bosques y arroyos.
De este modo, el Parque Natural de la Sierra de Béjar y Candelario, que forma parte de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia, cuenta con una amplia red de senderos. Entre las rutas de senderismo más destacadas se encuentra el ascenso al Calvitero, el punto más alto de la provincia de Salamanca, con 2.400 metros de altitud. Esta ruta, aunque exigente, recompensa a los excursionistas con vistas espectaculares de la Sierra de Béjar y, en días despejados, incluso de los valles vecinos.
Otra caminata popular es la que lleva al Tremedal, un paraje natural donde los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de bosques de castaños y robles. Además, los manantiales y arroyos que rodean Candelario no solo añaden belleza al paisaje, sino que también son ideales para actividades como el barranquismo y las rutas acuáticas. En invierno, las nevadas transforman la sierra en un destino perfecto para los amantes del esquí y el snowboard, gracias a la cercanía de la estación de esquí de La Covatilla, a pocos kilómetros del pueblo.
Otro rincón imprescindible para los amantes de la naturaleza es la Dehesa de Candelario, un espacio donde los pastos y encinares permiten la ganadería extensiva y el disfrute de paseos tranquilos. Este entorno rural ofrece una oportunidad para observar aves y disfrutar de la serenidad que caracteriza a la región.
Cómo llegar
Desde Salamanca, el viaje es de alrededor de 55 minutos por la carretera A-66. Por su parte, desde Cáceres el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 20 minutos por la misma vía.