En el sureste de España, en la región de Murcia, se encuentra una curiosidad geográfica que ha comenzado a atraer la atención de turistas y curiosos de todo el mundo: la Montaña Azul de Cabezo de Torres.
Este peculiar enclave, situado a escasos kilómetros del centro de Murcia, debe su nombre al llamativo color azul que cubre sus laderas, creando un paisaje único en el país y un destino que despierta la intriga de quienes buscan lugares fuera de lo común.
El origen de su color tan peculiar
Realmente, el origen de su color no se debe a ningún fenómeno y está lejos de ser natural. La Montaña Azul debe su característico tono a una iniciativa artística que se remonta a hace ya más de dos décadas: en el año 2001, un artista local llamado Diego López sintió la necesidad de transformar el lugar, impulsado, según lo que explicó en su día, por el Cristo de la Agonía de Cabezo de Torres, que consiguió que dejara las drogas.
De acuerdo con lo publicado en La Opinión de Murcia, Juan José Molina (pintor y secretario general del Grupo Parlamentario de Ciudadanos en Murcia) habría conocido a Diego, a quien él mismo y los locales se referían como “profeta”. Según Juan José, Diego “estaba recogiendo patatas en un bancal de Alicante y se encontró una caña. La caña llevaba la raíz y él decía que era la cabeza de Dios. Fue cuando empezó su etapa marcada por la religión. Me contó que Dios le había dicho que pintara la montaña».
Fue tal el impulso que sintió que, de hecho, en tan solo tres meses el “representante del arte marginal” (según consideró el diario La Razón) logró que el azul de la montaña se pudiera ver a kilómetros de distancia.
En un principio, como se puede llegar a entender, encontró una oposición significativa por parte de los vecinos. Algunos considerarían que pintar una montaña es una alteración innecesaria del entorno natural y un ejemplo más de una preocupación excesiva por el turismo.
Tal fue el revuelo que provocó el proyecto del artista que el asunto llegó a la Concejalía de Urbanismo y Medio Ambiente, que abrió una investigación, tras una denuncia, “al tratarse de un espacio natural”. Sin embargo, Diego respondió tajante ante los micrófonos de Antena 3 y Telecinco: “Ellos me ponen una multa por pintar una roca. Yo se la puedo poner por tener la roca quemada -ennegrecida por la quema de neumáticos- y el barrio lleno de basura. Una zona que se supone que es natural”.
En una de sus últimas entrevistas con La Opinión de Murcia, el artista compartió como, después de sus esfuerzos, “han anidado por aquí pájaros que yo no había visto antes, se acercan mariposas de distintas especies y crecen plantas que antes no lo hacían. La gente no recuerda que esta montaña estaba rodeada de basura”.
Más allá de su impacto visual, la Montaña Azul se ha convertido en un motor económico para la zona. El lugar, que anteriormente pasaba desapercibido para los visitantes, ahora recibe multitud de turistas cada semana, generando beneficios para los negocios locales y convirtiendo a Cabezo de Torres en un nuevo destino cultural en la región.
En cualquier caso, la Montaña Azul de Cabezo de Torres ya se ha consolidado como un punto de referencia turístico en la región de Murcia. Su popularidad no parece ir a menos, más bien al contrario: cada día son más las personas se acercan para fotografiarse junto a sus laderas y descubrir el curioso motivo de su color.