Enclavado en un pequeño valle de la comarca de Arlanza, el pueblo de Santo Domingo de Silos se alza como uno de los rincones más especiales de Burgos. Esta localidad se caracteriza por su rico patrimonio histórico y monumental. De hecho, cuenta con uno de los monasterios más impresionantes de España. Esta construcción es el principal atractivo de la villa y atrae a multitud de viajeros gracias a sus paredes, claustros y rica historia.
Estamos hablando del monasterio de Santo Domingo de Silos, una abadía que se erige como uno de los principales referentes del arte románico en España. Este cenobio, cuya historia se remonta al siglo X, destaca no solo por su arquitectura y su legado histórico, sino también por ser un importante centro de espiritualidad y cultura, conocido mundialmente por sus cantos gregorianos.
Más de 1.000 años de historia
El origen del monasterio se sitúa a finales del siglo IX o principios del siglo X, periodo en el que se comienzan a levantar los primeros cenobios en la zona. Sin embargo, el archivo monástico del propio edificio cuenta con un documento del año 954 en el que menciona la existencia del monasterio. En esa época, su distribución era muy diferente a la actual, pero ya existía una construcción previa en el siglo VII de origen visigótica. Con la invasión musulmana y la subsiguiente Reconquista, el lugar quedó en ruinas hasta que Fernán González, primer conde independiente de Castilla, lo restauró en el siglo X.
Este lo convirtió en un baluarte de la fe cristiana y un importante centro espiritual, aunque alcanzó su mayor esplendor en el siglo XI bajo la dirección del abad Domingo Manso, quien lideró una profunda reforma tanto en la organización de la vida monástica como en la estructura arquitectónica del cenobio. Su etapa de mayor esplendor llegó con el abad Domingo Manso, quien en el siglo XI impulsó una amplia reforma que consolidó la comunidad como un referente religioso y cultural.
Tras su muerte en 1073, Domingo fue canonizado y el monasterio se convirtió en un lugar de peregrinación. Sus reliquias atrajeron a miles de fieles, y su tumba, decorada con elaborados relieves, es aún un punto de referencia para los visitantes. El monasterio también desempeñó un papel clave en la copia y preservación de manuscritos, convirtiéndose en un foco de saber y difusión cultural en la Edad Media.
Durante los siglos posteriores, el monasterio atravesó diversas vicisitudes. En el siglo XIX, con la desamortización de Mendizábal, los monjes fueron expulsados y el lugar quedó deshabitado, cayendo en un estado de abandono. No fue hasta 1880 cuando una comunidad de monjes benedictinos de Solesmes (Francia) se instaló en Silos, devolviendo al monasterio su actividad espiritual y cultural. Este renacimiento marcó el inicio de una nueva etapa, en la que el lugar recobró su relevancia como centro de peregrinación y difusión del canto gregoriano.
El claustro: la joya del monasterio
En la actualidad, el monasterio es un testimonio vivo de la historia religiosa y cultural de España, un espacio donde el pasado y el presente convergen. Sus muros han sido testigos de momentos clave de la historia, desde la Reconquista hasta el resurgimiento del monacato en el siglo XIX, y continúan siendo un símbolo de fe y resistencia cultural. Es por ello, que se ha convertido en un destino imprescindible si se visita la zona, pues su arquitectura y su disposición es uno de los mayores legados románicos de España.
Tanto es así, que su claustro románico es una de las joyas de Burgos, albergando 16 arcos en las galerías Norte y Sur y 14 en las galerías de Oriente y Poniente. Está considerado una de las obras maestras de este estilo en España y no es para menos, pues su majestuosidad deja con la boca abierta. Construido en dos fases entre los siglos XI y XII, el resto del cenobio se agrupa en torno a él y destaca, además, por la belleza de sus capiteles, que representan escenas bíblicas, mitológicas y cotidianas. Entre las escenas más icónicas se encuentra el famoso relieve del árbol de Jesé, símbolo de la genealogía de Cristo.
A su vez, este espacio se distribuye en dos niveles superpuestos: el claustro inferior y el claustro superior. Asimismo, al norte se encuentra la iglesia, que a día de hoy está construida en estilo neoclásico y data del siglo XVIII. En ella se encontraba en la Edad Media la Sala Capitular y el scriptorium; mientras que al sur se hallaban la cocina y el comedor, en el primer nivel, y el dormitorio, en el segundo; al Oeste estaba la hospedería, también de dos pisos. Todo ello da lugar a un conjunto cuidado al más mínimo detalle y en el que el viajero puede contemplar una verdadera obra de arte.
Cómo visitarlo: horario y precios
Por otro lado, el monasterio también es reconocido por mantener viva la tradición del canto gregoriano, una forma de música sacra que se ha convertido en su seña de identidad. Los monjes benedictinos, que siguen habitando el monasterio, dedican gran parte de su jornada al rezo y al canto, preservando una tradición que se remonta a la Edad Media. De hecho, en la década de 1990, los monjes de Silos alcanzaron fama internacional con la publicación de un álbum de canto gregoriano que se convirtió en un éxito inesperado de ventas.
Así, para visitarlo se debe saber que su horario es de martes a domingo de 10:00 h a 13:00 h y de 16:30 h a 18:00 h, y el precio es de 4 € para la tarifa general, 3 € para grupos y estudiantes, y gratis para parados, menores de 12 años, discapacitados, peregrinos y todos los miércoles por la tarde.
Cómo llegar
Desde Burgos, el viaje es de alrededor de 50 minutos por las carreteras N-234 y BU-901. Por su parte, desde Valladolid el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 40 minutos por las vías A-62 y N-622.