Aunque la mayoría de los vuelos transcurren sin incidentes, algunos se convierten en experiencias inesperadas debido a hechos inusuales. Tanto es así, que lo que se carga en la bodega del avión no depende de la tripulación y mucho menos de los pasajeros. Y es que, el pasado viernes 13 de diciembre, un Boeing 787 Dreamliner de la aerolínea neerlandesa KLM, se vio obligado a interrumpir su trayecto debido a unos inesperados invitados.
El vuelo, que cubría la ruta entre Ámsterdam y Ciudad de México, protagonizó un insólito incidente que llevó a la aeronave a realizar un aterrizaje de emergencia en las Bermudas. La causa: una inusual carga en la bodega que se hizo sentir más de lo previsto. Un centenar de cerdos viajaban junto a los 259 pasajeros, y su olor, que se coló en la cabina durante el vuelo, obligó al piloto a tomar una decisión drástica tras seis horas en el aire, tal y como recoge el medio L’Independant.
Una escala por protocolo… y por olfato
La situación comenzó cuando el olor de los cerdos, transportados en la bodega, comenzó a invadir la cabina, causando molestias significativas tanto a los pasajeros como a la tripulación. Pese a los esfuerzos por controlar el ambiente, el piloto, siguiendo los protocolos de seguridad y priorizando la comodidad de los pasajeros, solicitó permiso para desviar el avión al Aeropuerto Internacional L.F. Wade, en las islas Bermudas. El aterrizaje fue coordinado de manera eficiente. Los pasajeros fueron recibidos por los servicios de inmigración y reubicados en hoteles de la zona, mientras se trabajaba en la descarga de la “carga especial”.
Los cerdos, que también requerían cuidados, recibieron un trato acorde con las normativas internacionales. Según un portavoz del aeropuerto, el gobierno de las Bermudas, junto con Menzies, Delta Air Lines y Skyport, colaboraron para garantizar que los animales fueran atendidos de forma adecuada. Un veterinario del gobierno supervisó la descarga en un lugar seguro, asegurándose de que los cerdos no sufrieran estrés innecesario.
“La isla tiene un compromiso de cuidar a todos sus visitantes, ya sea que caminen sobre dos piernas o troten sobre cuatro”, declaró el portavoz, quien no dejó pasar la oportunidad de bromear: “Aunque su estancia fue corta, los viajeros trajeron un toque navideño inesperado y algunos aromas memorables”.
Un desenlace sin incidentes
Tras descargar a los cerdos y asegurarse de que la aeronave estuviera en condiciones óptimas, el vuelo pudo continuar su ruta hacia Ciudad de México. La situación, aunque incómoda, se resolvió sin incidentes mayores, y los pasajeros finalmente llegaron a su destino. Este peculiar episodio no solo añade una anécdota memorable a los archivos de la aviación, sino que también destaca la capacidad de las Bermudas para gestionar con eficiencia y humanidad situaciones inusuales, reafirmando su hospitalidad hacia todos los viajeros, independientemente de su especie.
Curiosamente, esta peculiar visita resuena con la historia de las Bermudas. Según registros históricos, los cerdos salvajes fueron de los primeros animales en habitar la isla. Sus gruñidos nocturnos, combinados con los sonidos del cahow, un ave nativa, contribuyeron al antiguo apodo de las Bermudas como “Isla del Diablo”.